Sánchez avisa a sus socios: el rechazo a los Presupuestos no condicionará la fecha de las elecciones

Pedro Sánchez sabe que sus Presupuestos pueden no llegar a ser aprobados. Sigue negociando con sus socios separatistas, podemitas y proetarras para que eso no sea así. Pero la negociación es dura porque el nivel de exigencia de sus aliados es cada vez mayor y cada vez menos admisible en los parámetros permitidos por la Constitución.

Sánchez Torra
El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, y el presidente de la Generalitat, Quim Torra (d), durante la reunión que mantienen esta noche en el Palau de Pedralbes de Barcelona, con la asistencia de algunos ministros y consellers. Foto: Europa Press
Carlos Cuesta

Pedro Sánchez sabe que sus Presupuestos pueden no llegar a ser aprobados. Sigue negociando con sus socios separatistas, podemitas y proetarras para que eso no sea así. Pero la negociación es dura porque el nivel de exigencia de sus aliados es cada vez mayor y cada vez menos admisible en los parámetros permitidos por la Constitución.

El presidente ha querido lanzar un mensaje a todos estos socios para quitarles de la cabeza la idea de que le puedan presionar en exceso con el sí o en el no a los Presupuestos: lo que más puede preocupar a Sánchez es la permanencia en el poder y él es capaz de aguantar en La Moncloa incluso sin Presupuestos. Porque las cuentas del Estado no serán el factor determinante para fijar la fecha de las próximas elecciones generales.

El factor clave de la fecha de esas elecciones será la evolución en las encuestas de la intención de voto. Y hoy por hoy, como ya ha publicado OKDIARIO, en La Moncloa no se descartan unas elecciones generales en el súperdomingo, el mismo día en el que están ya convocados los comicios europeos, autonómicos y municipales, algo que llevaría a que ese 26 de mayo los electores tuviesen que elegir hasta en cinco ocasiones:  Parlamento Europeo, ayuntamientos, comunidades autónomas, Congreso y Senado.

Los Presupuestos evidentemente son deseados por los socialistas por dos grandes motivos: el primero, poder contentar a sus electores con medidas de gasto social y con la aplicación de parte de las promesas de Sánchez en materia económica y social. Y el segundo, porque es la mejor demostración de que el Gobierno tiene vida y de que cuenta con el apoyo suficiente como para seguir gobernando hasta cerrar el mandato electoral.

Junqueras prefiere a Sánchez en Moncloa

Pero que deseen esas cuentas generales del Estado no quiere decir que en el PSOE vayan a entrar en un ataque de pánico sin ellas. Pedro Sánchez sabe que cuenta con un instrumento importante: la posibilidad de aprobar por decreto buena parte de las medidas más electoralistas y de gasto público social. Y que en su ratificación en la Cámara, sería difícil que sus socios no respaldasen esas medidas.

Pero, además, el presidente sabe igualmente que, en el fondo, casi todo ya se vive en la política española como una carrera electoral, y que una negativa de sus socios a ratificar, tanto los Presupuestos como unos posibles decretos posteriores cargados de medidas populistas y de gasto social, haría que el PSOE ganase voto como representante de esas políticas. Y haría que lo perdiesen los socios que se negasen a respaldar esas reformas económicas y sociales.

Por todo ello, la fecha de las elecciones generales no estará condicionada a los Presupuestos, sino a lo que muestren las encuestas sobre intención de voto. El presidente de ERC, Oriol Junqueras, pese a ello, ha seguido con su campaña de presión al Gobierno de Sánchez a cambio de apoyar los Presupuestos. Por eso, desde la prisión, ha comunicado que su partido no apoyará los presupuestos para 2019 del Gobierno socialista «a menos que Sánchez haga alguna propuesta».

«Aprecio los esfuerzos, y es obvio que le prefiero a él antes que a otro Gobierno», afirmó el preso en una entrevista publicada por el diario italiano La Stampa realizada en la cárcel de Lledoners.

Junqueras no ha querido concretar en la entrevista ninguna de esas propuestas concretas, pero lo cierto es que entre ellas se encuentra que el Gobierno diseñe la fórmula para que su más que previsible condena por el golpe separatista del 1-O sea lo menos larga y más llevadera posible.

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