Rufián: «Admiro al Che y la revolución cubana… te lo estoy poniendo a huevo»
Parecen atisbarse en Gabriel Rufián dos personas: el personaje político y, extramuros del Congreso, el chico normal, afable. Es joven y le ha tocado enarbolar en Madrid, bicha del nacionalismo, la bandera de la independencia de Cataluña. Tras la barba, esconde sus años, y, tras su insolencia parlamentaria, quizás sus debilidades. Es paciente, puede tener mal genio, aborrece la hipocresía y admira la nobleza.
Libertario confeso, padre de familia, supersticioso y gran consumidor de alitas de pollo. Revolucionario, castrista, admirador del Che Guevara…, en fin, él mismo lo reconoce: “Te lo estoy poniendo a huevo”. El red-pack completo.
Pertenece a una nueva generación de independentistas que, cuando Pujol todavía se erigía en el gran estadista, se divertían con las aventuras del manga japonés, con Bola de Dragón y Son Goku. Le gusta el rock ‘pata negra’ de Dire Straits o Led Zeppelin. Para leer, recomienda la Trilogía de la Frontera del norteamericano Cormac McCarthy. El mismo año en el que Rufián venía al mundo en Santa Coloma de Gramanet, Ridley Scott estrenaba Blade Runner, su película preferida.
Sus referentes: David Fernández y Joan Tardà. La CUP y la Esquerra. Demasiado.
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