Preocupación en Moncloa por la deriva de Podemos: «No solo son independentistas, son antisistema»
«Nos preocupa especialmente Podemos, porque se está demostrando que no solo son independentistas, es que son antisistema», confían desde La Moncloa.
Los últimos gestos del partido de Pablo Iglesias son leídos con cierta inquietud por parte del Gobierno. La formación morada ha pasado por varias fases en lo que al 1-O se refiere: de una posición ambigua, en la que Iglesias decía que «si fuese catalán no participaría», a la campaña activa de su líder catalán, al respaldo final de la dirección ‘podemita’, y, en las últimas horas, a un papel mucho más radicalizado.
El cambio coincide con la agitación callejera por las últimas actuaciones de las fuerzas de seguridad del Estado. Este miércoles, la formación encadenó una serie de movimientos indicativos de su nuevo perfil: los de Iglesias abandonaron el hemiciclo durante el Pleno para protestar por las detenciones de la Guardia Civil a la ‘cúpula’ organizadora del referéndum.
Después, el propio líder podemita se puso al frente de una concentración, en la escalinata del Congreso, y no dudó en referirse a los detenidos como «presos políticos», para, más tarde, organizar una concentración en la Puerta del Sol, no autorizada. Y para rematar, de momento, este jueves, Iglesias, y la portavoz Irene Montero se sumaron a la declaración conjunta que el partido terrorista de Otegi (Bildu), el PNV y las fuerzas independentistas realizaron en el Congreso para pedir la libertad de los golpistas.
En Moncloa consideran que Podemos ha revelado al fin su estrategia «anti-todo», una visceral oposición al orden establecido, «contagiado de la propia CUP». El comportamiento del partido, explican, es asimilable al de la formación radical catalana y no dudan en que los de Iglesias «tratan de liderar la desobediencia», con los riesgos que ello implica por ser un partido con representación parlamentaria. Más aún, en una legislatura sin mayoría, y con la oposición liderada por un PSOE que, como se ha demostrado, ha actuado en muchas ocasiones con talante podemita. Aunque con los de Iglesias ya no se contaba de cara al referéndum, la radicalización del partido podría llevar también a los socialistas a escorarse más a la izquierda, en su intento de ganarle terreno.
Agitadores de la calle
No obstante, en lo inmediato, la táctica de Podemos alimenta lo que es, a día de hoy, una de las grandes preocupaciones de Mariano Rajoy: que sean agitadores de la calle y que contribuyan a agrandar aún más la división.
En su declaración institucional desde La Moncloa, este miércoles, el presidente ya dejó claros sus temores. «No sigan adelante», interpeló a los secesionistas, a quienes instó a que «regresen a la ley y a la democracia» y a que «permitan que la gente pueda pasar página de estos días tan aciagos». «No les creen más problemas de los que les han creado ya, dejen que puedan hacer su vida en paz, sin presiones, sin disputas y sin miedo», dijo Rajoy, alertando sobre el «proyecto de ruptura» de la convivencia que se pretende imponer en Cataluña.
Aunque desde La Moncloa se insista en que «no habrá referéndum», lo que se admite es que habrá movilización. Alentada por las plataformas ANC y Omnium, pero también por partidos, como la CUP, y ahora Podemos, encargado ahora de difundir el mismo mensaje pero a nivel nacional.
Desde el Gobierno se trata de dar un perfil bajo a las protestas: «Se manipula y se enfoca a las concentraciones, pero dos calles más allá no hay nada», conceden, convencidos de que no son representativas ni mucho menos de la situación en Cataluña. Ni siquiera de una parte del independentismo. «La mayor parte de la gente es gente ‘normal’, con sus trabajos y sus inquietudes, que no piensan en salir a manifestarse. Y entre ellos también hay independentistas».
Hasta el 1-O: Policía y G.Civil
Planteados los recursos al Tribunal Constitucional, de aquí al 1-O no se prevén nuevos pasos. «Hemos hecho lo que teníamos que hacer. Ponerlo en manos de la Justicia. Es más, decirle al TC que advierta de las consecuencias de la desobediencia», dice un colaborador del presidente, en referencia a la petición de Rajoy al Alto Tribunal para que, además de decidir sobre el recurso, se le notificase a Carles Puigdemont, a todo su Govern, a altos cargos de la Generalitat vinculados al referéndum y a todos los alcaldes y se les advirtiese «personalmente» a todos ellos de su deber de impedir o paralizar “todas las iniciativas tendentes a la celebración del referéndum».
En La Moncloa consideran un éxito la medida de controlar las cuentas catalanas por medio de la Ley de Estabilidad Presupuestaria, un recurso inesperado y que ha cogido a contrapié a los propios independentistas. La intervención de los Presupuestos sigue el mecanismo de «acción-reacción» que practica el Ejecutivo. Ningún paso precipitado, ninguna solución fuera de lugar. O, lo que es lo mismo, los principios de «prudencia, sensatez y proporcionalidad» que rigen por orden del presidente.
A partir de ahora, y en los apenas diez días que restan hasta el eventual referéndum, la actuación se confía a la Policía y a la Guardia Civil, que en las últimas horas han desbaratado la logística del referéndum. Igualmente en La Moncloa se apela a los ciudadanos, para que, en la medida de sus posibilidades, también colaboren y «denuncien cualquier ilegalidad», como posibles coacciones en los centros escolares.