Preocupación en Génova por el «cabreo de la calle» tras la ‘Operación Lezo’

Operación Lezo
Mariano Rajoy, en el Congreso de los Diputados.
Luz Sela
  • Luz Sela
  • Periodista política. En OKDIARIO desde 2016. Cubriendo la información del Congreso de los Diputados. Licenciada en Periodismo por la Universidad de Santiago de Compostela. Antes, en COPE, ABC Punto Radio y Libertad Digital.

El último escándalo de corrupción en el Partido Popular, la ‘operación Lezo’, ha removido una vez más los cimientos de Génova.

La dimisión de Esperanza Aguirre como portavoz en el Ayuntamiento de Madrid es un alivio, pero relativo. Porque, para la sede nacional del PP, el transcurso de la nueva operación contra la corrupción ha sido todo un mazazo que llega, además, en un momento delicado: cuando se gestiona la aprobación de los próximos Presupuestos Generales y en una legislatura, sin mayoría parlamentaria y necesitada de negociar ley a ley, proyecto a proyecto.

Aunque lo que más preocupa, según admiten fuentes de la dirección popular, es el «cabreo» que «de nuevo» se vuelve a notar en la calle. «Cuando ya se creía superado todo el tema Bárcenas y demás, este golpe…», explica abatido un dirigente.

En este tiempo, el partido ha tenido que hacer un esfuerzo titánico para recomponerse, y para que la gestión no quedase empañada por los escándalos.

A pesar de la crisis institucional en Murcia o la propia citación de Rajoy en el juicio por el ‘caso Gürtel’, en el PP se había abierto paso una relativa «normalidad». Pero las nuevas acusaciones, y, sobre todo, su desenlace imprevisible, son de un calado superior y en el partido temen que dé al traste con todo el discurso de regeneración en el que, desde meses atrás, se venía trabajando.

Cierto es que para el fin de legislatura quedan aún dos años. Lo suficiente para que los electores «olviden». Pero en la dirección se observa con preocupación el devenir de la operación y el goteo de informaciones. La última, la imputación del exministro Eduardo Zaplana, incluido en la lista de 60 personas relacionadas con el caso que ha enviado a prisión a Ignacio González.

La preocupación es total también sobre cómo puede afectar el caso a la imagen exterior del Gobierno, una de las prioridades de Rajoy. Por ello, el presidente ha dado orden de visibilizar la labor del Ejecutivo, y ha emprendido este mismo lunes una intensa agenda internacional que le llevará a Brasil, Uruguay y Bruselas. La negociación de los Presupuestos es capítulo aparte. No parece que el caso vaya a enturbiar las conversaciones, que están bien encarriladas.

En Génova se reprocha además «que la prensa se entere antes de las detenciones» que el propio partido, sostiene un dirigente, crítico con presuntas filtraciones. Y el cabreo es manifiesto hacia González. «Porque nos sentimos totalmente estafados, engañados. Mientras lo defendíamos a capa y espada, hacía esto…», señalan.

Por eso, en el argumentario oficial se insistió este lunes en que la dirección lo desconocía absolutamente todo. «No tenía conocimiento alguno de los hechos que ahora aparecen con relación a González y al Canal, nada sabíamos ni de los negocios en Colombia, en Brasil, ni de las cuentas en el extranjero…todo eso que ahora está investigando los jueces», dijo Pablo Casado, que se reconoció muy afectado: Génova, dijo, está «indignada y avergonzada».

También, en visibilizar que fue precisamente una dirigente del PP, la presidenta de la Comunidad de Madrid, Cristina Cifuentes, quien puso en conocimiento de la Fiscalía las presuntas anomalías en la gestión del Canal de Isabel II. «No nos temblará el pulso», añadió Casado, preguntado por las decisiones para castigar a los corruptos.

La actitud fue más tibia hacia Esperanza Aguirre. Casado aseguró que nadie de la dirección se puso en contacto con ella desde que estalló el escándalo y también descartó pedir públicamente responsabilidades, porque «no hay ninguna acusación contra ella». Así que, dijo, la dimisión es «una decisión que tiene que tomar a título particular».

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