Pedro Sánchez presume en Europa de lo que carece en España: «En democracia las formas son esenciales»
El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, ha hecho este jueves una defensa cerrada de la "democracia plena" y "avanzada" que es hoy España, donde la justicia es independiente y cuenta con uno de los sistemas "más garantistas del mundo".
En vísperas del arranque del juicio a los dirigentes del ‘procés’, Pedro Sánchez ha sacado pecho ante el Comité de Ministros del Consejo de Europa, cuya sede ha visitado en Estrasburgo, de cómo en España las cuatro lenguas del Estado y las diversas culturas gozan del «mayor nivel de protección de toda su historia», superior incluso al existente en estados federales.
Frente a las noticias falsas que se difunden con rapidez por las redes sociales, Sánchez ha respaldado con datos sus afirmaciones sobre la independencia judicial y la separación de poderes que rige en España.
Entre 2013 y 2017, el número de españoles que presentó reclamaciones contra sentencias judiciales dictadas en su país se situó «muy por debajo» de la media del conjunto de los Estados miembros y con una media de sentencias condenatorias de apenas «seis por año».
«A pesar del poder de los datos siempre habrá quien sostenga sus proyectos políticos en datos falsos» con el único objetivo de tener mayor capacidad de movilización, ha asumido Sánchez, que ha alertado de que la propia democracia «está en juego» si se imponen los «relatos sesgados».
«Si alguna lección hemos aprendido de la historia, es que no se puede gobernar ignorando a las minorías, excluyendo voces o limitando derechos y libertades, es una lección que mi país aprendió dolorosamente», ha señalado.
Por eso España, ha explicado a su auditorio, la Constitución española de 1978 estableció un título que «consagra derechos, libertades fundamentales de ciudadanos y ciudadanas».
Y por eso también, ha añadido, con esa Carta Magna España se dotó de una nueva estructura territorial «que descentraliza poder ejecutivo y legislativo para garantizar no sólo la igualdad entre españoles, que es esencial, sino también que la especificidad, las diferencias y las particularidades de los territorios, que es una riqueza de nuestro país, estén protegidas, garantizadas por igual en todos ellos, a la vez que queda garantizada la unidad de España, asumiendo en todo caso que unidad no significa homogeneidad».
Si los independentistas suelen denunciar en foros internacionales un déficit democrático en España por no permitirles hacer un referéndum de autodeterminación, Sánchez ha subrayado que una democracia adquiere su condición de democracia plena cuando «el imperio de la ley, el respeto a las instituciones y la protección a los derechos humanos no están en cuestión».
En su alocución, Sánchez también ha alertado de cómo la democracia se resiente y los ciudadanos se ven perjudicados cuando en un país «se prima la crispación sobre el acuerdo y la ruptura unilateral a la búsqueda de consensos», cuando se «promueven agravios o nostalgias inventadas» o «cuando se defiende fórmulas simplistas, anacrónicas y ya fracasadas para resolver problemas complejos».
Frente a los discursos del «miedo al futuro», las democracias han de ser capaces de construir un «relato de esperanza» alternativo, para lo que es «crucial», en opinión de Sánchez, implicar a los jóvenes, los más expuestos a una desigualdad creciente. «El divorcio entre la economía y la política es a mi juicio la mayor amenaza para el futuro de la democracia» porque cuanto mayor sea esa brecha, más opciones de éxito tendrán las narrativas autoritarias, ha indicado.
Pero Sánchez no sólo ha presentado a España como una democracia plena, moderna y avanzada por la calidad de su sistema judicial o su respeto a la diversidad territorial, sino también porque es un país «líder en donación y trasplantes de órdagos», con un «extraordinario» sistema de sanidad universal, porque es el segundo país con más esperanza de vida y porque tiene una de las tasas de criminalidad más bajas del mundo.
El presidente no ha obviado referirse a la crisis institucional que vive el propio Consejo de Europa desde que se retiró a Rusia su derecho de voto en la Asamblea Parlamentaria como castigo por su anexión de la región ucraniana de Crimea. Rusia retiró su delegación y suspendió sus pagos en represalia por esta medida, una situación que puede desembocar en su salida de esta institución paneuropea distinta a la UE, aunque coopera con ella.
«En democracia las formas son tan esenciales como el fondo. Difícilmente podrá el Consejo de Europa tener legitimidad en la promoción del Estado de Derecho hacia el exterior si no actúa conforme a derecho en la solución de la problemática de su propia vida institucional, en particular la que afrontamos ahora en relación con la Federación rusa», ha avisado.
Sánchez ha abogado por que la relación con Rusia se articule conforme al Estatuto de Londres y la normativa que lo desarrolla, teniendo en cuenta los criterios interpretativos de los servicios competentes. Y ha defendido asimismo construir esta relación «con voluntad política y creatividad».
«Es fundamental promover los derechos que asisten a todos los estados miembros en cuanto tales, pero del mismo modo es fundamental que todos cumplamos con nuestras obligaciones».
Se refería Sánchez a la obligación de permitir «el acceso de todas las instituciones y mecanismos del Consejo de Europa a todo el ámbito territorial de cada Estado –Rusia ha impedido en varias ocasiones que observadores del Consejo de Europa vigilaran sus comicios– y que «todas y todos los ciudadanos puedan recurrir al Tribunal Europeo de Derechos Humanos una vez agotadas las instituciones judiciales internas». Desde 2015, una ley rusa establece la preeminencia de la legislación rusa sobre la supranacional.
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