Montero se queja de una «violencia voraz» contra ella pero olvida los escraches a Díez, Soraya y Cifuentes
Irene Montero, ministra de Igualdad, ha denunciado este miércoles «una violencia política voraz» contra las mujeres políticas feministas como ella que están en primera línea, pero se han olvidado de que los dirigentes de Podemos impulsaron, ampararon o justificaron durísimos escraches contra, entre otras, Rosa Díez, Soraya Sáenz de Santamaría o Cristina Cifuentes.
«El feminismo es una propuesta política, es una propuesta de organización de la sociedad que es superior en términos políticos en la medida que garantiza mejor y más la dignidad de todas las personas. Esto tiene implicaciones no menores entre ellas que a las mujeres que creen en este tipo de feminismo se da contra ellas una dinámica de violencia política voraz», ha explicado la ministra en los Cursos de Verano de la Universidad Complutense.
La ministra de Igualdad considera que ella y otras políticas responden «a esa vocación de poder que tiene la cuarta ola del feminismo. Un feminismo que no se conforma con decir lo que hay que hacer o coparticipar en las estructuras de poder, sino que lo que quiere es transformar esas estructuras de poder para que no sea una carrera de obstáculos en la que entre una mujer de vez en cuando, sino que sean realmente estructuras más democráticas». Por todo ello, la ministra considera que está siendo objeto de una «violencia política» que califica de «voraz».
«La violencia política no es una crítica dura a una mujer. No son críticas sin educación, con insultos, es una estructura planificada y sistemática de escrutinio de la vida privada, de defenestración pública siempre muy vinculada, no a tus posiciones políticas, sino a ti misma. Quieren invalidarte a ti con cualquier cosa que puedas decir o hacer. Busca expulsarte del espacio público. Es un buen ejemplo Vicky Rosell», relata.
«Que todo el mundo se quiera alejar de ti porque penaliza estar cerca de ti. Que para tu familia y amigos sea un infierno estar cerca de ti. Es imposible que te apoyen porque tiene un precio muy alto. Dicen ‘como tú quieras hacer esto, espérate que llega esto otro…’. Este tema va a estar cada vez más de actualidad en España», considera Irene Montero. «Habrá una intención de decir: ‘Todas recibís críticas, los hombres también’. Es fácil que opere esa lógica. Será fácil encontrar a un hombre igualmente criticado o a una mujer de derechas… Pero esto está organizado. Al final esas mujeres no puedan ejercer de facto sus derechos políticos», agrega.
Concepto en alza
El concepto de «violencia política» empieza a calar desde hace un tiempo en los argumentarios de Podemos. La propia Irene Montero acusó en público al diputado del PP Diego Movellán de ejercer «violencia política contra las mujeres» tras decir ante la titular de Trabajo, Yolanda Díaz, que en Unidas Podemos «las mujeres sólo suben en el escalafón si se agarran bien fuerte a una coleta», en referencia a Pablo Iglesias. «Piensen en el comentario machista de este diputado. Es absolutamente gratuito e innecesario. Es violencia política contra las mujeres», criticó la ministra que hoy también es protagonista por ser, una vez más, la peor valorada del Gobierno, según el CIS.
Sin embargo, Podemos ha sido uno de los principales impulsores de la violencia contra los adversarios políticos. La peor parte se la llevaron, entre otras, la entonces delegada del Gobierno en Madrid Cristina Cifuentes, que fue acosada mientras paseaba por Madrid hasta que tuvo que refugiarse en un bar; la ex vicepresidenta Soraya Sáenz de Santamaría, que junto a su hijo padeció un escrache a las puertas de su casa con la participación de personas como Jorge Verstrynge –uno de los pensadores de cabecera de Podemos–, o la líder de UPyD, Rosa Díez. En su caso, Pablo Iglesias, Íñigo Errejón y Rita Maestre trataron de censurar una charla en la universidad de la hoy impulsora de la plataforma Unión 78.
De hecho, el propio Pablo Iglesias dijo que estos episodios de violencia a los representantes públicas eran «el mayor acto democrático que se puede llevar a cabo».
Las alusiones a la violencia son constantes en la hemeroteca del hoy ya ex dirigente de Podemos. En septiembre de 2013, Pablo Iglesias participó en un coloquio en Segovia de Izquierda Anticapitalista en el que bromeó sobre «la violencia proletaria». «Pido disculpas por no romper la cara a todos los fachas con los que discuto en la televisión, pero yo creo que fachas no faltan en este país, incluso en este pueblo, así que quizá cuando acabemos con esta charla, en lugar de mariconadas de teatro, nos vamos de cacería a Segovia a aplicar la justicia proletaria que es lo que se merecen unos cuantos», comentó entre risas.
Por otra parte, en su tesis doctoral, en 2008, el fundador de Podemos veía adecuada una «vía entre el pacifismo y la guerrilla urbana». Así, consideraba que había que plantar cara en los «conflictos» con los policías antidisturbios en las manifestaciones. A los seguidores de ETA, «la kale borroka», los definía como una gran aportación a la «imagen del joven gudari» (soldado del Gobierno vasco durante la Guerra Civil española).
«Meter miedo»
Iglesias dejaba claro que «la manifestación legal no iba a ser el mecanismo de acción colectiva» y promovió lo que finalmente fue la protesta del «Pásalo» contra el PP. «¿Por qué decimos ser más eficaces? Tras el 15 de febrero el Gobierno felicitó a los españoles. En marzo, los dirigentes y cargos del PP eran insultados y zarandeados en cada acto público», aplaudía. Pablo Iglesias hizo entonces numerosos llamamientos a «meter miedo» a los políticos: «¿Qué es hablar de política en este momento? Convencer a los ciudadanos de que o meten miedo o hacen que sientan en sus propias carnes el miedo a la democracia, que los ricos tienen secuestrada como una casta mafiosa, o este país no tiene solución».