Margallo cayó en las trampas de Junqueras
Advierte que los pensionistas catalanes cobrarán 400 euros menos al mes con la independencia
Junqueras desmiente a Merkel, Cameron y Juncker: "Nadie nos echará de la UE"
El ministro José Manuel García-Margallo advirtió ayer que si Cataluña se independiza de forma “inconstitucional” perderá 680.000 empleos (“el equivalente a siete veces la población de Gerona») como consecuencia del “efecto frontera” y los pensionistas catalanes cobrarán entre 350 y 400 euros al mes menos que en la actualidad, debido al descenso en el número de cotizantes.
Durante el debate celebrado en la TV del Grupo Godó frente al líder de ERC Oriol Junqueras, el ministro de Asuntos Exteriores auguró que si Junts pel Sí lleva a cabo sus planes secesionistas la Generalitat se verá obligada a establecer un “corralito”, debido a la previsible fuga de capitales y a que la banca catalana perderá la posibilidad de financiarse a través del BCE.
Pero este golpe de efecto llegó demasiado tarde. García-Margallo apenas había tardado cinco minutos en darse cuenta del error cometido al asistir al cara a cara con el número 5 de Junts pel Sí.
Justo cuando, en su primera intervención, Oriol Junqueras afirmó que “para nosotros ya es un gran éxito celebrar en este debate con el ministro de Asuntos Exteriores de un Estado plenamente reconocido por la comunidad internacional”.
Margallo había aceptado dar carta de naturaleza a las pretensiones de Junqueras de ser tratado de tú a tú como representantes de dos Estados soberanos.
Todo ello, pese a que el presentador Josep Cuní había insistido previamente en que García-Margallo “no está aquí como ministro de Asuntos Exteriores, sino como miembro de la Ejecutiva del PP”.
Durante la primera media hora del debate, García-Margallo cayó en todas las trampas del discurso independentista al comparar a Cataluña sucesivamente con Palestina, Argelia, Grecia, Taiwán, el Tíbet, Ucrania, Georgia, Chechenia, Eslovenia, la República Checa, Eslovaquia e incluso el Estado de Texas.
En el primer caso, para advertir que una Cataluña independiente no obtendrá el reconocimiento internacional como le ha ocurrido a Palestina, ya que no ha logrado los apoyos necesarios en el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas. En otro, para recalcar que los catalanes perderán la nacionalidad española y la ciudadanía europea, como ocurrió cuando Argelia obtuvo la emancipación de Francia. Pero Junqueras alegó que algunos colonos, como el escritor Albert Camus, conservaron la nacionalidad francesa.
En otro caso, Margallo estimó que el comercio caerá un 66% en Cataluña debido al “efecto frontera”, como ha sucedido en la secesión entre la República Checa y Eslovaquia. A continuación comparó a Cataluña con Grecia, para pronosticar que sus ciudadanos sufrirán un «corralito» en el sector bancario. Por último, advirtió que China nunca reconocerá a una República Catalana independiente, porque tiene sus propios problemas internos con el Tibet.
Pero al llegar aquí, el líder de ERC ya había conseguido llevarle a su terreno. Todo ello, para enzarzarse en una discusión jurídica en la que Junqueras pretendió desmentir a Angela Merkel, David Cameron y Jean-Claude Juncker al sostener que una Cataluña independiente será “un Estado miembro de pleno derecho de la Unión Europea desde el primer día”.
Fue entonces cuando Junqueras dejó al descubierto todas las triquiñuelas legales del discurso independentista: “El 70% de las exportaciones españolas dirigidas a la UE pasan por Cataluña, y por tanto ni a España ni mucho menos a la UE les interesa levantar aranceles”, señaló.
“En una Cataluña independiente los catalanes mantendremos la nacionalidad española, porque según la Constitución nadie nos la puede quitar”, recalcó el compañero de candidatura de Artur Mas en Junts pel Sí. Por tanto, argumentó, los catalanes seguirán siendo ciudadanos europeos en tanto que españoles.
Fue entonces cuando García-Margallo, que había pasado buena parte del debate resoplando y negando con la cabeza, estalló: “Ustedes quieren irse, romper España, pero conservando la nacionalidad española y la pertenencia al mercado español, que tan importante es para la economía de Cataluña. Entonces, ¿de qué independencia estamos hablando?». Los independentistas, sintetizó el ministro, pretenden disfrutar de todos los derechos que les reconoce la misma Constitución que quieren romper.
Así que, cuando el ministro desgranó el catálogo de las desgracias económicas que caerían sobre una Cataluña independiente, Junqueras pudo negar la mayor («nadie nos va a echar de la Unión Europea») y calificó el mensaje de García- Margallo de «cuento de la lechera a la inversa y acumulación de profecías apocalípticas».
Puestos a hacer el discurso del miedo, Junqueras llegó a insinuar que el Gobierno español ha autorizado a Rusia para que sus «buques y submarinos de guerra» reposten en puertos españoles, con el fin de intimidar a los catalanes. Por su parte, García-Margallo señaló que muchos catalanes «nos piden que no les dejemos solos, y no vamos a dejarles solos. Me gustaría catalanizar España», confesó.