Crisis del coronavirus

Un informe avisó al Gobierno en octubre que debía actuar en las fronteras para evitar las nuevas cepas

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Paneles del aeropuerto de Madrid-Barajas Adolfo Suárez. (Foto: EP)
Luz Sela
  • Luz Sela
  • Periodista política. En OKDIARIO desde 2016. Cubriendo la información del Congreso de los Diputados. Licenciada en Periodismo por la Universidad de Santiago de Compostela. Antes, en COPE, ABC Punto Radio y Libertad Digital.

Un informe firmado por el Centro de Investigaciones Sociológicas (CSIC) y el Instituto de Biomedicina de Valencia -‘Una perspectiva genómica de la pandemia: lecciones en salud pública’- concluía ya en octubre que «el cierre de fronteras a países con alta incidencia es relevante para evitar la importación simultánea y múltiple del virus». En este contexto, avisaba que, en España, «el cierre tardío no impidió la expansión interna» de los linajes que acabaron siendo dominantes y provocando un elevadísimo número de contagios (SEC8). Un aviso que bien podría haberse aplicado para evitar la preocupante propagación de las nuevas cepas del virus.

Los autores estudian la expansión en nuestro país durante las etapas iniciales de la pandemia. Pero en sus conclusiones destacan que sus resultados «permiten extraer lecciones para el control de la pandemia».

Y en esas lecciones se encuentra precisamente que «el cierre de fronteras a países con alta incidencia es relevante para evitar la importación simultánea y múltiple del virus».

En el trabajo se explica que «a principios de marzo de 2020 el SEC8 dominaba la epidemia en España y se encontraba más o menos presente en todo el territorio nacional» y se reitera en que «un control de fronteras más estricto unido a cierres de movilidad tempranos y locales probablemente hubiera limitado la expansión del SEC8 y, por tanto, de la epidemia en España».

Los autores advirtieron ya entonces, además, de las limitaciones en la investigación epidemiológica, destacando que «la vigilancia en tiempo real, el objetivo al que nos deberíamos dirigir, debe integrarse como parte del sistema de vigilancia española y no depender de proyectos de investigación concretos ni de la buena voluntad y esfuerzo de las unidades de microbiología clínica».

Curiosamente, el Ministerio de Sanidad se hace eco de ese documento en la última actualización del dossier ‘Información Científico-Técnica de la Enfermedad por coronavirus’, fechada el pasado 15 de enero. Es decir, inmersos ya en plena crisis por la expansión de estas mutaciones. En ese dossier, el departamento ahora dirigido por Carolina Darias destaca que el «control de fronteras» es «fundamental» para el «control de la pandemia».

Cepa dominante

El Gobierno ha pasado de despreciar el impacto de la cepa británica a considerar que, a finales de febrero o principios de marzo, podría ser dominante.

«Sí que esperamos que en unas pocas semanas, 4, 5, 6 semanas, sí que sea ya la cepa dominante. Lo que no sabemos es si dominará ocupando el 60 por ciento del territorio o el nicho ecológico o de las cepas que estén circulando en ese momento, o si será el 40 o si será el 80», asumió hace unos días el director del Centro de Alertas y Emergencias Sanitarias, Fernando Simón. El mismo que, el pasado 11 de enero, aseguró convencido: «El impacto de la variante, en caso de tener algún impacto, será marginal en nuestro país».

Lo cierto es que la mutación de origen inglés ya tiene una presencia notable en nuestro país. Darias informó este viernes que los casos detectados hasta el momento son 350. Aunque esa cifra podría quedarse corta. Según la nueva ministra, los casos sospechosos pueden suponer «entre un 5 y un 10% del total de casos confirmados». En la Comunidad de Madrid, la cepa está presenta hasta en el 22% de los casos registrados en algunas áreas de salud.

Además de la cepa británica, en España hay un caso de la cepa sudafricana en Vigo, un varón de 30 años que viajó a Sudáfrica por razones laborales, mientras que la cepa brasileña no ha sido aún detectada. Se investiga si estas mutaciones podrían esquivar la inmunidad de la vacuna.

Pese a ello, el Gobierno rechaza tomar medidas. Por ejemplo, la suspensión de vuelos con países originarios de estas variantes.

Desde la Comunidad de Madrid llevan semanas reclamando esa cancelación, y avisando también de las consecuencias de no hacerlo. «Hemos detectado familias enteras contagiadas, en abril la mayoría de los casos sólo afectaba a alguno de los miembros y no siempre se contagiaban todos», ilustró recientemente el consejero de Sanidad madrileño, Enrique Ruiz Escudero, quien trasladó por carta su preocupación al por entonces ministro Illa.

Pocos días antes de su despedida del Ministerio, Illa le respondía rechazando tajantemente implantar nuevas medidas de control. Actualmente, a los turistas se les exige la confirmación de una PCR negativa -que puede comunicarse hasta 72 horas antes del vuelo- además de realizar, ya en destino, una medición de temperatura y un «control visual».

Sanidad rectificó esta semana un informe publicado apenas seis días antes para admitir que la cepa británica, además de ser mucho más contagiosa, puede agravar la enfermedad. En el anterior documento sostenía justamente lo contrario.

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