«Nada de Ucrania sin Ucrania» clama Sánchez mientras lleva tres años despreciando al Parlamento español
El presidente, acorralado por la corrupción, no da la cara desde 2022 en un Debate sobre el Estado de la Nación


Acorralado por la corrupción, con las encuestas augurando un triunfo rotundo del centroderecha español, incapaz de ejercer una gobernabilidad efectiva por estar cautivo de sus socios independentistas, sin Presupuestos del Estado, con un fiscal general del Estado al que mantiene en el cargo pese a estar procesado por presunto delincuente, con un secretario de Organización del PSOE en la cárcel y otro imputado… Pedro Sánchez ha sacado pecho este sábado de presunto liderazgo internacional explotando una breve conversación telefónica que ha mantenido con el presidente de Ucrania, Volodímir Zelenski, en la que ha exigido respetar la soberanía y la integridad del pueblo… ucraniano. De dar la voz a los españoles en las urnas ante la crisis institucional sin precedentes que vive España, ni rastro.
«Nada de Ucrania sin Ucrania», ha dejado escrito con vehemencia Pedro Sánchez a través de las redes sociales, con un mensaje que ha colgado en medio de su paradisíaco retiro vacacional en Lanzarote, costeado íntegramente por el Estado. En el Palacio de La Mareta, blindado por guardias civiles desplazados hasta allí para que nada incomode la estancia del presidente y su familia –incluida la tetraimputada Begoña Gómez–, Sánchez ha dedicado unos minutos a publicitarse como estadista mundial a costa del drama de Ucrania y, de paso, exhibiendo una equidistancia entre Trump y Putin, a los que critica de antemano ante un posible acuerdo de paz entre ambos que incluya cesiones de territorio de Ucrania a favor de Rusia.
«Nada de Ucrania sin Ucrania», sin equivalencia en un «Nada de España sin España» por parte de quien lleva tres años despreciando al Congreso de los Diputados, donde evita someterse a la más solemne cita anual de control parlamentario, el Debate sobre el Estado de la Nación. Tradición convertida en obligatoria, Sánchez ha optado por dinamitarla. La última vez que dio la cara en un Estado sobre el Debate de la Nación fue en 2022. Desde entonces, ninguno más.
Convertida Francina Armengol en una más de la particular guardia de corps sanchista, la presidenta del Congreso sigue a pies juntillas las preferencias de su jefe de filas y la Cámara no ha sido citada a un Debate sobre el Estado de la Nación en todo lo que llevamos de legislatura. Francina Armengol, por cierto, siente también el aliento de las investigaciones por corrupción que atraviesan como un vendaval en el PSOE de Sánchez, aunque ella no está imputada –todavía–.
La oposición clama ante Sánchez para que convoque elecciones. «Nada de España sin España», podría ser una síntesis del argumento del centroderecha español al gusto de la frase acuñada este sábado por Sánchez para Ucrania. Pero el inquilino de La Moncloa, que se exhibe preocupado por los ucranianos, se enroca en gobernar pese a estar en una tan notoria como notable debilidad parlamentaria que le viene tumbando recurrentemente distintas iniciativas legislativas y que le impide lo más esencial: aprobar en tiempo y forma los Presupuestos Generales del Estado de cada año.
De hecho, hace escasos días se atrevió a verbalizar lo que el arco parlamentario –incluso parte de sus propias filas– consideraban un atrevimiento imposible: asegurar que está dispuesto a agotar su mandato aunque presente un proyecto de presupuestos y se lo derribe el Parlamento. Hasta ahora había optado por evitarse la monumental derrota no presentando las cuentas a la Cámara; ahora ya está dispuesto a presentarlas, a verlas derrotadas y a seguir en el poder. Algo así jamás ha ocurrido en este casi medio siglo de España democrática.
El «Nada de Ucrania sin Ucrania» exhibido este sábado por Sánchez desde su retiro vacacional a costes pagados en el Palacio de La Mareta es un agostero eslogan surgido de su factoría de propaganda que pilla a la oposición también de vacaciones en plena canícula, pero que da a ésta munición para volver a poner al presidente español ante el espejo.