Marlaska exige «aguantar» y reducir las cargas a los policías que reciben disparos a matar en La Línea

Fernando Grande-Marlaska La Línea
La Línea de la Concepción se convirtió en una auténtica zona de guerra por las protestas por la muerte de dos vecinos en el mar.
Carlos Cuesta

Nuevos ataques a la Policía y la historia se repite. Los agentes reciben disparos a matar en La Línea de la Concepción y el ministro del Interior, Fernando Grande-Marlaska, vuelve a dictar la orden de “aguantar” para que los policías reduzcan al mínimo sus cargas y acción defensiva. Y ello, pese a que, como han señalado fuentes policiales a OKDIARIO, recibieron disparos que pusieron en peligro la vida de los agentes.

Al Ministerio del Interior se le ha ido de las manos el control de la situación en La Línea de la Concepción. Las protestas que vienen registrándose en las calles del municipio gaditano en las últimas jornadas alcanzaron su punto más preocupante la noche del miércoles al jueves: un furgón de la Policía recibió el disparo de un cartucho del calibre 12,7 que atravesó la protección metálica de la luna del vehículo. El informe preliminar del suceso apunta a que el tiro «iba a matar».

La Policía sabe que tras las violentas algaradas que se están produciendo en La Línea está la mano inconfundible del narcotráfico. La muerte de dos vecinos del municipio esta semana, ahogados en el mar cerca de una narcolancha, ha vuelto a incendiar las calles. Acusan a las fuerzas del orden de haberles dejado morir, aunque el atestado policial lo desmiente rotundamente.

Después han llegado tres jornadas de violencia callejera y, ahora, tras un choque con 30 personas que estaban montando barricadas con contenedores ardiendo, han llegado ya los disparos. “A matar”.

«Si atraviesa la luna, te fulmina»

Los agentes llegaron al lugar, según aseguran fuentes policiales a OKDIARIO, con orden de mantener posiciones, “aguantar” y “no realizar una carga” para disolver la turba. Una orden que se ha convertido en un clásico en la última etapa policial bajo mando de Grande-Marlaska y que “tan sólo incrementa el peligro y la violencia al no permitir la labor preventiva de los agentes”, señalan fuentes sindicales de la Policía.

Desde la asociación Policías Siglo XXI confirman que el disparo recibido en la Línea “si atraviesa la luna, te fulmina. Si da en la ventanilla lateral, la atraviesa y te mata. En las puertas, que están más blindadas, las atraviesa y te puede hacer un buen boquete en las piernas”, añaden.

El ministro del Interior ha asegurado que “este Gobierno no va a permitir ningún acometimiento, ningún ataque a las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado como lo acontecido”. Pero lo cierto es que la orden de “aguantar” no deja de repetirse y siempre poniendo en peligro a los agentes.

Así ocurrió en los episodios de terrorismo callejero tras la detención de Pablo Hasél. Las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado estaban preparadas para jornadas de violencia callejera. Pero para lo que nunca pueden estar preparadas es para recibir la orden de no actuar: y recibieron la orden de “aguantar al máximo” antes de cargar contra los violentos. Una instrucción que enfadó a los agentes.

La orden que recibieron las Unidades de Intervención Policial por parte de sus superiores pasaba por mantener líneas de orden pero no actuar hasta que la situación fuese totalmente grave y estuviera en peligro la integridad de los agentes. En la práctica, explican fuentes policiales a OKDIARIO, esto supone dar “carta blanca” a que los violentos produzcan enormes destrozos en las vías, que destruyan mobiliario urbano y dañen comercios.

Las instrucciones, señalaron en aquel momento fuentes policiales, provinieron directamente del Ministerio del Interior. Según explican, la orden de “aguantar al máximo” supone, por ejemplo, que tan sólo se actúa en caso de que las agresiones a agentes sean patentes. Que los violentos vayan más allá del lanzamiento de objetos y lleguen a los choques cuerpo a cuerpo.

Los agentes reciben estas órdenes con gran malestar, ya que explican que este tipo de actuaciones no proactivas son las que muchas veces provocan heridos entre sus filas. En condiciones normales, cuando los agentes detectan que los manifestantes están haciendo acopio de piedras o botellas para iniciar su lanzamiento, se lanza una carga hacia esa zona para dispersar a los violentos.

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