Domènech reprocha a Puigdemont la «irresponsabilidad» de no acudir a la Conferencia de Presidentes
Bajan revueltas las aguas del catalanismo, y por mucho que desde el Gobierno se estén haciendo esfuerzos por abrir canales de diálogo, los que son oficiales siguen sufriendo el desprecio público de los representantes del Gobierno independentista catalán. La decisión del president, Carles Puigdemont, de boicotear la Conferencia de Presidentes convocada por Mariano Rajoy para tratar con todos los mandatarios autonómicos los problemas comunes y específicos ha sido calificada de «irresponsabilidad» por el líder en el Congreso de En Comú Podem, Xavier Domènech. El líder podemita catalanista le ha afeado al heredero de Artur Mas su postura de no acudir a esta convocatoria ni a la del Consejo de Política Fiscal y Financiera (CPFF), adonde debería asistir su vicepresidente y conseller de Economía, Oriol Junqueras.
«Entendemos que sería una irresponsabilidad por parte de los responsables de la gente no participar en estos foros», ha sentenciado el portavoz de la confluencia catalana en declaraciones a los medios en el Congreso antes de participar en la Junta de Portavoces.
A su juicio, la Generalitat tiene el deber de asistir a estas reuniones convocadas por el Gobierno central porque «más allá del proyecto político que se tenga, Cataluña se tiene que defender en cada uno de los foros y trincheras posibles». «Entendemos que sería una irresponsabilidad de país y hacia el país no participar», ha sentenciado Domènech.
La previsible ausencia de Puigdemont en la Conferencia de Presidentes será la primera de un mandatario catalán en esta reunión. Sus antecesores en el cargo, como el resto de presidentes de todas las autonomías incluido el País Vasco, han participado en las cinco conferencias organizadas desde que el presidente José Luis Rodríguez Zapatero creó en 2004 este foro.
Sin embargo, y a pesar de los esfuerzos de la vicepresidenta, Soraya Sáenz de Santamaría, de tender los puentes necesarios para dar una solución política al desafío independentista, sus líderes siguen jugando a la pataleta pública.