El detenido por grabar a Iglesias el 12-J: «Seguiremos viniendo al casoplón hasta que dimita»
La Guardia Civil detiene a una persona por grabar a Iglesias en su casa la noche de su hecatombe electoral
Miguel Frontera es vecino de Galapagar, dueño de un pequeño negocio que está sufriendo las consecuencias de la crisis económica derivadas de la "errónea" gestión del Gobierno frente al Covid-19
Miguel Frontera es vecino de Galapagar, dueño de un pequeño negocio que está sufriendo las consecuencias de la crisis económica derivadas de la «errónea» gestión del Gobierno frente al Covid-19. Es un padre de familia con dos hijos menores que lucha, contra viento y marea, por no echar el cierre. No puede permitírselo, confiesa a OKDIARIO. Por esta razón se desplaza cada día hasta la urbanización de La Navata, donde residen en un lujoso chalet Pablo Iglesias e Irene Montero, para solicitar la dimisión del vicepresidente del Gobierno.
Megáfono en mano y envuelto en una inmensa bandera de España, que cubre su corpulento cuerpo de casi 1,90 metros, exige a Iglesias que dimita porque «en política no se pide perdón, se dimite», manifiesta aludiendo a declaraciones realizadas años atrás por el propio líder podemita.
En conversación con este periódico, Miguel Frontera confiesa que en los últimos meses ha sufrido un ataque de acoso y derribo por parte de aquellos que simpatizan con la formación morada. Todo comenzó cuando un día decidió subir a la red social Twitter un vídeo con una de las exitosas caceroladas frente a la puerta de Iglesias. A partir de ese momento los seguidores del líder podemita comenzaron a atacarle e insultarle.
Publicaron en la misma red social la dirección de su negocio y promovieron entre los usuarios realizar un escrache frente al bar de copas que regenta, como si de un político se tratara. Un día de madrugada se desplazaron hasta el local y en la fachada le colocaron pancartas con la inscripción: «nazi». El objetivo era amedrentarle y perjudicarle en su principal fuente de ingresos, los cuales se han visto reducidos en un 50% debido a la situación actual.
Pese a ello, este autónomo no tira la toalla y continúa mostrando su malestar frente al ‘casoplón’ de Iglesias en Galapagar. «Vamos a venir todos los días, incluso, habrá gente que podrá venir hasta dos veces al día. No vamos a parar nunca hasta que un día Iglesias dé una rueda de prensa por haber mentido en tantas cosas y, como el decía, ‘en política no se pide perdón se dimite’», confiesa a OKDIARIO.
Detenido por grabar a Iglesias
El domingo fue detenido por un supuesto delito contra la intimidad, el derecho a la propia imagen y la inviolabilidad del domicilio, por el descubrimiento y revelación de secretos, recogido en el artículo 197 del Código Penal, cometido mientras grababa la fachada del chalet el mismo día de la hecatombe electoral de Podemos en Galicia y el País Vasco. Los agentes le trasladaron hasta el Cuartel y le requisaron su teléfono móvil que por el momento no se lo han devuelto.
Cacerolada el día después
Un día después, este lunes, como muestra de apoyo, sus compañeros se organizaron nuevamente en una gran cacerolada. Desde distintos puntos de Madrid (Aranjuez, Brunete, Carabanchel… etc) se desplazaron hasta Galapagar cacerola en mano para mostrarle su malestar al líder podemita. Miguel, que ya está en libertad, se mostró «bastante contento» por el apoyo recibido: «Ayer (domingo) éramos menos y hoy (lunes) está la gente más enfadada y con más ganas de protestar».
Ese mismo día se presentaron con vehículos adornados de banderolas de España, coches a todo volumen con el himno nacional y megáfonos para que Iglesias les escuchara, exigiendo la dimisión del vicepresidente. También gritaban «¡Viva Galicia!» en referencia al resultado electoral del día anterior.
Sin embargo, los agentes del Instituto Armado comenzaron a identificar a cada uno de los vecinos. Les solicitaron, uno por uno, el Documento Nacional de Identidad (DNI) y les sancionaron. Entre los damnificados se encontraba una vez más Miguel Frontera, que también fue multado.
Pese a ello, este vecino no se da por vencido y asegura: «Si se creían que nos habían amedrentado por el hecho de detenerme o quitarme el teléfono, que sepan que voy a venir más días (es decir, todos puesto que yo antes no venía todos los días), y voy a hacer más ruido. Vamos a tener más repercusión por tanto que se preparen porque estaremos aquí mucho tiempo».