El descontrol en las cárceles: presos se graban preparando cócteles con fármacos que les da Interior
En dos vídeos fechados este mismo mes de agosto en una prisión española varios reclusos aparecen mezclando e intercambiando sus respectivas medicaciones y consumiéndolas en grupo
Los mismos presos explican la falta de funcionarios de prisiones para vigilarlos a todos mientras aparecen en otro vídeo tatuándose con máquinas fabricadas con piezas de transistores de radio y sin ninguna higiene
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“Éste es un cóctel de los buenos, es un cóctel Molotov. Así se mueren los chavales en la cárcel, y no de fumar chinos (cigarros con droga)”. Esta frase puede escucharse en uno de los dos vídeos que en las últimas horas han sido difundidos y cuya autoría, según fuentes de OKDIARIO, son los propios presos de una cárcel española cuya localización no revelaremos por motivos de seguridad. El recluso habla mientras se reparten la medicación prescrita por el médico de la prisión entre varios internos.
En los vídeos, a los que ha tenido acceso OKDIARIO, puede observarse como un grupo de reclusos se reúnen en torno a una mesa de lo que parece la sala de ocio y esparcimiento de la prisión. A plena luz del día, usando dispositivos de grabación, algo totalmente prohibido en la cárcel, y sin ningún tipo de vigilancia, los reclusos protagonizan imágenes que llaman poderosamente la atención, no sólo por su contenido, que viene a confirmar la realidad de lo que ocurre en el sistema penitenciario español, sino también porque los propios reclusos son los que denuncian la falta de recursos para vigilarlos y controlarlos.
Lejos de la imagen de utilidad de cara a la reinserción social, estos dos vídeos muestran acciones peligrosas para la salud de los presos sin que intermedie ninguna autoridad que lo evite. En el primero de los vídeos se aprecia a un grupo de media docena de personas alrededor de una mesa que parece tener piezas y dibujos en su superficie para algún tipo de juego. Pero lo que llama de verdad la atención es que en el centro de la mesa los presos han colocado un montón de pastillas. Un total de 12 cápsulas de medicamentos.
En otras ocasiones, fuentes penitenciarias han acreditado a OKDIARIO el acceso indiscriminado que los presos tienen a sus diferentes medicaciones: fármacos contra la ansiedad, opiáceos, medicamentos para enfermedades crónicas, tranquilizantes… En las cárceles españolas casi todos los presos reciben algún tipo de tratamiento farmacológico, lo que es lógico. Lo que es más difícil de entender en cómo estos reclusos pueden tener acceso a dosis de varios días a la vez en bolsitas individualizadas que luego ellos abren, reparten, mezclan y usan para conseguir otros objetos a cambio.
Con refrescos o bebidas energéticas
En el vídeo que han difundido los reclusos puede verse cómo entre todos los que se arremolinan en la mesa, y al grito de “así estamos más tranquilos” , los presos manosean la medicación para sacarla de sus cápsulas, se las colocan en las lenguas para ablandarlas, y luego, todas, las mezclan con un refresco de cola, para luego pasarse el vaso de plástico entre ellos y compartir el cóctel que acaban de prepararse a plena luz del día y con la medicación de todos los reclusos reunidos. Así que la pregunta es obvia: ¿quién está vigilando a esos presos?
“Lo que se ve en esos vídeos es lo que realmente pasa en muchas prisiones de España”, explican fuentes penitenciarias a OKDIARIO desde el anonimato que exige informar sobre lo que sucede en las prisiones bajo amenaza de ser perseguido por el Ministerio del Interior a través de su Secretaría de Instituciones Penitenciarias.
“Lo habitual es que haya un funcionario de prisiones por cada módulo de presos”, explica la fuente consultada por OKDIARIO. Pero es que esta información la contrastan y la secundan los propios presos que se graban. Lo hacen también en otro de sus vídeos que llama la atención tanto o más que el primero. En este segundo vídeo algunos de sus protagonistas son los mismos que en el de las pastillas y el entorno, si no es la misma sala, es otra muy similar del mismo centro penitenciario.
En esta ocasión quien graba explica que no hay funcionarios a la vista y que nadie les va a molestar y enfoca hacia la sorprendente actividad para la que se han reunido allí: tatuarse a la vista de todos con máquinas fabricadas por ellos mismos usando piezas de transistores que se venden en el economato de la cárcel. Quedó atrás aquello de tatuarse con la tinta de un bolígrafo cambiando su pinta por un alfiler, pero pese a la mejora tecnológica sigue tratándose de una práctica extremadamente arriesgada por la posibilidad de contagio de enfermedades infecciosas entre presos. Y, ojo, todo esto en época de Covid y mientras los reclusos siguen recibiendo visitas de familiares y personal externo en la cárcel.
El propio recluso que graba ambas escenas deja caer en este segundo vídeo que lo que deberían hacer los responsables de la prisión es tutelar la habilidad de los internos que saben tatuar a sus compañeros para que lo hicieran de manera higiénica y profesional “y así tener un trabajo con el que ganarse la vida cuando salgan de aquí”, sentencia.