Los ‘cuatro fantásticos’ en el juicio del ‘procés’: los fiscales Zaragoza, Moreno, Cadena y Madrigal
Hacía falta elevarse a la categoría de superhéroe para devolver a la opinión pública su maltrecha confianza en la independencia de la Justicia. Y los fiscales Javier Zaragoza, Jaime Moreno, Consuelo Madrigal y Fidel Cadena han contribuido en buena medida a ello. Recibieron la compleja misión de ejercer la acusación pública contra los líderes del ‘procés’ y la han llevado a cabo con determinación, más allá de juicios mediáticos y presiones políticas. Los ‘cuatro fantásticos’ de un juicio que han culminado, al margen del ambiente enrarecido y las recomendaciones del Ejecutivo de turno, sin retroceder un milímetro en la calificación jurídica de los hechos objeto de enjuiciamiento ni en la petición de penas para los autores de los mismos.
Cuatro meses después -practicadas las pruebas pertinentes, escuchados los centenares de testimonios y atendidos los informes periciales- los representantes del Ministerio Fiscal han solicitado a la Sala de lo Penal del Tribunal Supremo que condene por rebelión, agravada con malversación, a los procesados. Ni rastro de las metáforas a que nos tiene acostumbrados la política para atemperar el lenguaje de modo que no incomode al separatismo. «Hay que llamar a las cosas por su nombre», dijo en su alegato final Zaragoza. Y vaya si lo hizo: «Lo que sucedió en Cataluña fue un golpe de Estado: la sustitución de un orden jurídico por otro a través de medios ilegales». Esto es lo que pretendían Junqueras -cabecilla del «sanedrín independentista»- Forcadell y compañía. «Derogar, suspender y modificar parcialmente la Constitución, y declarar la independencia de una parte del territorio nacional».
Con violencia. No la histórica y tradicionalmente vinculada a escenarios sembrados de tanques y militares armados. Ni siquiera «física». Hubo una violencia necesaria y coercitiva que provocó el despliegue de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado para hacer cumplir las órdenes explícitas de los tribunales de Justicia e impedir la celebración de una consulta declarada ilegal. «No creo que tras lo visto en este juicio pueda negarse que la hubo», señaló el fiscal Moreno.
El llamamiento a las masas para tomar las calles y su disposición frente a los agentes fue un «acto de intimidación» explícita y dirigida. Fidel Cadena dinamita, con su templanza característica, el dolo eventual que esgrimen las defensas. Los acusados fueron conscientes de que habría enfrentamientos el 1-O, pudieron evitarlos y no lo hicieron. El alzamiento violento auspiciado por el Govern y alentado a pie de calle por las entidades separatistas afines a la causa -ANC y Òmnium Cultural- fue el referéndum. Preñado de la violencia necesaria. Ni más ni menos. «¿Cómo no va a ser suficiente una violencia que manejó por completo a las masas y utilizó a los Mossos para consumar su propósito?», se pregunta Cadena en voz alta.
La Fiscalía establece un nexo causal incontestable: la violencia fue el requisito necesario que encauzó un referéndum sin solución de continuidad a la declaración unilateral de independencia. Y todo orquestado por una «organización criminal» coordinada para financiar, malversando fondos públicos, los gastos de una serie de «maniobras» y «estrategias negacionistas» para «encubrir delitos», recuerda Madrigal.
Así las cosas, en aquel otoño aciago de 2017 en Cataluña, a pesar del Gobierno y de la clase política, el Estado actuó y cumplió su cometido. Lo hicieron el rey Felipe VI, el Tribunal Constitucional, los jueces catalanes y los guardias civiles y policías nacionales de la ‘Operación Copérnico’. Y ha vuelto a hacerlo la Fiscalía, en el Tribunal Supremo. Gracias a ‘cuatro fantásticos’ profesionales, los fiscales Zaragoza, Moreno, Madrigal y Cadena y su impecable trabajo ajustado a Derecho. El recto derecho de todos los ciudadanos a obtener Justicia, Código Penal en mano, frente a los desmanes de la política.