Mondragón

Así intentaron los proetarras reventar el acto de las víctimas del terrorismo en Mondragón

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Luis Miguel Montero

“¡Faxistak kanpora!” (fascistas fuera) fue el insulto contra las víctimas de ETA más escuchado este sábado entre los cachorros de ETA en la localidad guipuzcoana de Mondragón. OKDIARIO fue testigo directo de cómo volcaban hasta dos contenedores de recogida de cristales para usar las botellas de vidrio como arma arrojadiza contra la Ertzaintza. No eran muchos, pero sí muy violentos, la mayoría menores de edad que recibieron con pitos e insultos a Francisco Alcaraz y a las víctimas del terrorismo, acompañadas de varios diputados de VOX.

A las 11.30 comenzaron los actos en la Herriko Plaza, la plaza del Ayuntamiento de Mondragón, donde familiares y simpatizantes de etarras se reunieron para corear consignas contra el acto legalizado de la asociación Voces contra el Terrorismo (VCT). El pueblo se había levantado con tensión y era palpable. Los vecinos se alertaban unos a otros: «No vayas por ahí, no bajes por la escalera que está cortado, ten cuidado…», mientras las tiendas decidían si echar el cierre o permanecer abiertas.

Por si no quedaba claro lo que iba a pasar, una pancarta a la entrada del pueblo insultaba a las víctimas: “No sois bienvenidos, fascistas a la hoguera”. Ya en la madrugada del sábado habían colgado otra pidiendo libertad para “Unai” (Henri Parot), por si no había quedado claro el motivo de la concentración. Henri Parot es uno de los etarras más sanguinarios de la banda. Fue condenado con 26 sentencias a 4.800 años de prisión por 39 asesinatos, aunque saldrá de la cárcel en 2029.

Tras las consignas de rigor el acto de los proetarras frente al Ayuntamiento de Mondragón terminó a las 12.00 con todos los presentes cantando el Eusko Gudariak, que fue el pistoletazo de salida para acudir hasta la cercana avenida Garibai, apenas a 50 metros.

Pero la Ertzaintza tal y como contó OKDIARIO había desplegado más de un centenar de agentes de la Brigada Móvil, antidisturbios que no permitieron a los violentos acercarse hasta el lugar donde se celebraba la concentración de apoyo a las víctimas, en la avenida Garibai.

Conforme pasaba la mañana comenzó el juego del ratón y el gato. Los más jóvenes tapados con las mascarillas por el Covid y las capuchas echadas sobre la cabeza volcaron un contenedor de botellas para usarlas contra la Policía vasca.

Fue el inicio de los disturbios. La Policía decidió cargar y los más jóvenes corrieron calle arriba, la Ertzaintza ensanchó el cordón para alejar todavía más a los violentos, pero ellos se conocen mejor el pueblo y saben dónde golpear, cómo llegar y hacer más daño. Así que unos 30 dieron un rodeo y atravesando la ladera de un parque volcaron un nuevo contenedor de botellas para usarlas contra los agentes, unos metros más abajo. En esta ocasión se defendieron con dos furgonetas blindadas para desalojarlos, que fueron objeto de la ira de los radicales. Mientras esto ocurría en el casco antiguo del pueblo, en la avenida Garibai se cantaba el Que viva España.

Los abertzales no cantaban, fumaban hachís, lanzaban petardos y buscaban la manera de llegar hasta las víctimas del terrorismo para arrojarles botellas, piedras y hasta llaves inglesas. Iban por varias calles e intentaban llegar por diferentes lugares, «tanteaban» a la Policía a ver cómo actuaban.

Finalmente tuvieron su oportunidad justo cuando los autobuses de la VCT acudieron a recoger a los asistentes al acto, entre ellos Santiago Abascal y Macarena Olona, que acompañaron a Francisco José Alcaraz durante toda la mañana. Apenas tres agentes custodiaban los autobuses y los violentos sólo tuvieron que romper una cinta y meterse en un callejón para situarse a cuatro metros de ellos.

En este momento fue cuando la Ertzaintza tuvo que intervenir de nuevo y los cachorros de ETA en su huida arrollaron a un anciano de 81 años que tuvo que ser trasladado al hospital con una herida en la cabeza tras ser empujado al suelo. El acoso continuó hasta que la comitiva de las víctimas abandonó Mondragón escoltada por la Policía vasca. Luego regresó la calma tensa.

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