Narcotráfico

La inacción de Marlaska provoca la baja de 80 agentes agredidos por narcos en el Campo de Gibraltar

En los últimos años más de 200 policías y guardias civiles han sido víctimas de agresiones, atentados y amenazas por parte de los narcotraficantes de la comarca gaditana.

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Alfonso Egea
  • Alfonso Egea
  • Jefe de Investigación en OKDIARIO. Anteriormente fui responsable de la sección de Actualidad y Sucesos en Espejo Público, en Atresmedia. He publicado cuatro libros y actualmente colaboro en programas de televisión en Mediaset y en Telemadrid. Agradecido por tener el reconocimiento de la Policía Nacional de Madrid y la medalla al mérito de la Guardia Civil.

Ser policía o guardia civil en el Campo de Gibraltar, cuna del más violento narcotráfico de España, es más peligroso que serlo en casi ningún otro destino de España. De hecho, los agentes hablan de trabajar ahora en el sur de la Península como lo hacían años atrás los que eran destinados al País Vasco en la década de los 80. Ser agente de la ley en el lugar donde el narcotráfico es un medio de supervivencia para un alto porcentaje de la población es jugársela cada día.

Desde el año 2017 ha habido cerca de un centenar de hechos graves en los que delincuentes relacionados con el narcotráfico han atentado contra la vida de policías y guardias civiles de forma directa o indirecta, o agrediéndolos o provocando accidentes durante persecuciones a toda velocidad. 236 agentes se han visto involucrados en este tipo de hechos y 80 de ellos han tenido que dejar el servicio activo como consecuencia de las heridas sufridas. Generalmente las escaramuzas siguen un guión habitual: vehículo de gran tonelaje y capacidad de carga hasta arriba de droga contra coches patrulla mucho más frágiles o anticuados. De ahí que todas las asociaciones de los cuerpos policiales lleven tiempo pidiendo al Ministerio del Interior declarar el Campo de Gibraltar como Zona de Especial Singularidad. Pero el ministro Fernando Grande-Marlaska lo está valorando. Y así lleva más de dos años.

Y mientras, el 99% de las veces sale perdiendo el policía, al menos en ese enfrentamiento directo, aunque casi siempre el delincuente acabe detenido, porque el primer impacto siempre se lo llevan los agentes. Y si no que se lo digan al inspector Francisco Javier González. Fran, así le gusta que le llamen los cercanos, policía por vocación y destinado en Algeciras por petición propia. “Apenas recuerdo el momento del impacto, mi cerebro lo ha borrado, pero sé que vino a gran velocidad, chocó con nuestro coche y fue este el que me arrolló”. Fran está de baja, casi pierde un brazo, le siguen faltando piezas dentales y pasó semanas en el hospital sometiéndose a una y otra operación. Lo que apenas recuerda ocurrió en septiembre pasado y es el último atentado grave contra un agente en el Campo de Gibraltar. El vídeo de cómo quedaron el coche de los narcos y el de este policía es el que acompaña esta noticia y sigue pareciendo un milagro que Fran siga vivo.

Fran casi perdió la vida en septiembre de 2020 cuando lo arrolló un BMW X5 cargado con 800 kilos de hachís.

Lamentablemente no pueden decir lo mismo ni Víctor Sánchez ni tampoco Fermín Cabezas. El primero era policía local en la Línea de la Concepción. Murió cuando perseguía a gran velocidad a unos contrabandistas de tabaco. Una terrible colisión acabó con su vida. El segundo era guardia civil, y también perdió la vida persiguiendo un todoterreno repleto de hachís.

La lista de agresiones y atentados es larga y por eso es difícil entender cómo es posible que el ministro del Interior mantenga en fase de estudio la calificación especial de una zona en la que la violencia por parte de los narcos se ha disparado debido sobre todo a la enorme presión policial que están sufriendo durante los últimos meses. A mayor presión policial más necesidad de que el cargamento de droga llegue a su destino y para eso mayor violencia están dispuestos a ejercer los delincuentes. De hecho, el trabajo policial realizado en el Estrecho y en la comarca del Campo de Gibraltar ha hecho que algunos traficantes amplíen su zona de acción incluso a algunas partes de la Costa del Sol. Ni la pandemia ni los confinamientos han hecho mella en el consumo de droga, es más, ha provocado el vaciado de las reservas españolas y europeas de los narcos y eso ha aumentado la necesidad de incrementar la actividad de los traficantes para reponer la droga consumida en la Península y en el continente.

Unidad de Prevención y Reacción

¿En qué ayudaría que Marlaska se decidiera a otorgar la especial singularidad a esta zona? En todo. Con esa calificación los agentes quedarían equiparados a los destinados en País Vasco y Navarra, mejorarían sus condiciones salariales y laborales al entender la mayor peligrosidad del servicio, lo que fomentaría la petición de ese destino en concreto aumentando de forma natural los efectivos en la zona. Pero esto no sería ni de lejos lo más importante, sino que además se dotaría a la zona de una Unidad de Prevención y Reacción específica, y no habría que pedir que unidades de otras provincias viajaran a Cádiz ante un repunte de casos de narcotráfico. Para entender la utilidad de una UPR propia hay que volver a repasar el atentado contra la vida de Fran.

Aquella mañana Fran ofrecía una charla a primera hora a sus compañeros y un aviso entró por la emisora. Un BMW X5 cargado de fardos había sido avistado. Fran y su compañero salieron en su vehículo Z para interceptarlo. Conducía Fran. Su compañero estaba en prácticas. Era su primer servicio. Cruzaron su coche, un turismo con sirenas, en la carretera. El todoterreno, de 2.000 kilos de peso con 800 kilos más de hachís dentro, aceleró a fondo. Fran empujó a su compañero y para él de repente todo se volvió oscuro. No recuerda más.

Una UPR consta de vehículos pesados, armas largas, uniformes de protección. Tal vez eso no les salve de sufrir más agresiones y atentados consecuencia del narcotráfico pero sí que puede salvar vidas sin recurrir a milagros como el que mantiene a Fran entre los vivos.

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