España

Parece la Costa Amalfitana pero está en Cataluña: la cala con aguas turquesas y casas de colores que te va a sorprender

Cala de aguas turquesas
Begur.
Janire Manzanas
  • Janire Manzanas
  • Graduada en Marketing y experta en Marketing Digital. Redactora en OK Diario. Experta en curiosidades, mascotas, consumo y Lotería de Navidad.

A veces no hace falta cruzar fronteras para encontrar rincones paradisíacos. En la costa catalana existen tesoros escondidos que transportan al viajero a paisajes que recuerdan a otras latitudes. Uno de esos lugares es una pequeña cala de aguas turquesas que, a pesar de encontrarse en pleno corazón de la Costa Brava, podría confundirse fácilmente con un pueblo pesquero del sur de Italia. Con su encanto mediterráneo, sus casitas coloridas y su mar de un azul intenso, esta playa evoca las postales más idílicas de la Costa Amalfitana.

Situada en el municipio de Begur, en la provincia de Gerona, esta joya natural es un rincón casi secreto para quienes desean escapar del bullicio y sumergirse en un paisaje de tranquilidad. Hablamos de la Cala Sa Tuna, un lugar donde la naturaleza, la arquitectura tradicional y la gastronomía local se funden en una experiencia difícil de olvidar.

Cala Sa Tuna, una joya de aguas turquesas en la Costa Brava

La Costa Brava es sinónimo de belleza salvaje, acantilados imponentes, caminos escondidos entre pinares y calas de ensueño. Y aunque muchas de ellas ya gozan de fama nacional e internacional, aún existen pequeños rincones que mantienen una atmósfera casi mágica, con un encanto que sorprende incluso a los viajeros más experimentados. Cala Sa Tuna, en la localidad de Begur, es uno de esos lugares.

Al llegar a este enclave, uno podría pensar que ha aterrizado por error en algún rincón costero de Italia. Las casas de colores, el orden caótico de los pequeños botes sobre la orilla y el intenso azul del agua nos transportan instantáneamente a la costa amalfitana. Pero no, esto es Cataluña. Y lo mejor de todo: sin necesidad de coger aviones, sin aglomeraciones ni precios desorbitados.

Sa Tuna no es una playa convencional. Su encanto reside precisamente en su discreción, en su tamaño reducido y en esa sensación de refugio que transmite. La cala está enmarcada por suaves colinas cubiertas de pinos mediterráneos y cuenta con un pequeño grupo de casas pesqueras tradicionales que hoy en día, muchas de ellas, han sido restauradas con gusto sin perder su esencia original.

Para acceder a Sa Tuna es necesario armarse de un poco de paciencia y ganas de disfrutar del camino. Desde el centro de Begur, un pequeño pueblo con mucho encanto y un gran patrimonio histórico y cultural, hay que tomar una carretera que serpentea entre pinares y curvas cerradas. Aunque el trayecto es corto, hay que tomárselo con calma, sobre todo en temporada alta. Pero la recompensa está garantizada: al llegar, uno se encuentra con una postal difícil de igualar.

Lo primero que llama la atención es la claridad del agua. En días soleados, el mar se torna completamente transparente, con tonalidades que van del verde esmeralda al turquesa más profundo. Esta pureza convierte la cala en un lugar ideal para actividades como el snorkel o el kayak. La vida marina es abundante y, si te sumerges con unas gafas de buceo, puedes observar peces, erizos de mar y formaciones rocosas realmente sorprendentes.

Eso sí, hay que tener en cuenta que Sa Tuna no es de arena fina. Se trata de una cala de cantos rodados y grava, por lo que lo más recomendable es llevar escarpines o calzado acuático para evitar molestias al caminar o entrar en el agua. Aunque pueda parecer un inconveniente, en realidad tiene su lado positivo: no hay arena que se adhiera a la piel ni a las toallas, lo que convierte la experiencia en algo mucho más limpio y cómodo.

Ruta de senderismo

La experiencia en Sa Tuna no termina en la playa. Para quienes disfrutan del senderismo o simplemente de dar paseos con vistas espectaculares, existe una ruta muy recomendable. Desde la propia cala parte un tramo del sendero de gran recorrido GR-92, que bordea buena parte del litoral catalán. En apenas 15 minutos a pie por este sendero, se llega a uno de los mejores miradores de la zona: el mirador de Sa Tuna.

Desde este punto se puede contemplar una panorámica impresionante de la costa recortada, con sus aguas azules y las montañas cubiertas de vegetación. Es un lugar perfecto para despedir el día, sobre todo si se tiene la suerte de coincidir con una puesta de sol. Los colores anaranjados del cielo reflejándose sobre el mar y las fachadas de las casas crean un ambiente de película.

Uno de los principales encantos de Sa Tuna es que, a pesar de su creciente popularidad, ha logrado mantener su carácter auténtico. La oferta de alojamiento es limitada y discreta, compuesta sobre todo por casas particulares, pequeños apartamentos turísticos y algún hostal con encanto. Gracias a esta conservación, la cala de aguas turquesas conserva ese espíritu casi íntimo que tanto enamora. Las mañanas suelen ser tranquilas, ideales para relajarse sin apenas compañía.

Lo último en Curiosidades

Últimas noticias