No es el ‘veroño’ : la ciencia confirma que la Tierra tiene 2 estaciones que nadie conocía


Desde pequeños nos enseñaron que el año se divide en cuatro estaciones bien diferenciadas: primavera, verano, otoño e invierno. Pero hoy, esa visión clásica parece estar quedando obsoleta. Investigadores del London School of Economics and Political Science han dado a conocer un descubrimiento que podría cambiar la manera en la que entendemos el paso del tiempo y la evolución del clima: el planeta Tierra ha desarrollado dos «nuevas» estaciones que hasta ahora no habían sido clasificadas oficialmente.
Éstas estaciones, bautizadas como la «temporada de bruma» y la «temporada de basura», están directamente relacionadas con las consecuencias del cambio climático y las actividades humanas. Lejos de ser fenómenos anecdóticos, reflejan una transformación global en los ciclos naturales. Esta modificación del calendario climático no sólo altera el paisaje, sino que también representa un riesgo creciente para la salud, la economía y el equilibrio ecológico en diversas partes del mundo.
¿Cuáles son las ‘nuevas’ estaciones de la Tierra?
El planeta nos está enviando señales claras de que algo ha cambiado. Ya no basta con hablar de calentamiento global o de eventos climáticos extremos. Ahora, esas alteraciones en la Tierra han tomado la forma de estaciones «nuevas», creadas por nuestras propias acciones, y de estaciones tradicionales que se desvanecen sin dejar rastro. Comprender estas transformaciones es el primer paso para adaptarnos, pero también para actuar.
‘Temporada de bruma’
Uno de los nuevos periodos identificados por los científicos ha sido bautizado como «temporada de bruma». Su nombre no es casual. Se refiere a una época del año en la que el aire se carga de una niebla espesa, casi siempre acompañada por un fuerte olor a quemado. No se trata de neblina natural ni de un fenómeno atmosférico pasajero: este humo proviene principalmente de incendios provocados con fines agrícolas.
En países como Indonesia o Malasia, la práctica de prender fuego a extensas áreas de vegetación para despejar terrenos de cultivo se ha vuelto tan habitual como preocupante. El resultado es una nube de humo tóxica que cubre varias regiones durante semanas. Millones de personas quedan expuestas a partículas en suspensión que afectan directamente al aparato respiratorio, con consecuencias que van desde afecciones temporales hasta enfermedades crónicas e incluso cáncer.
Esta situación ha llegado a tal punto que los investigadores la consideran ya una estación más dentro del calendario climático del sudeste asiático. Cada año, en fechas predecibles, se repite este patrón de contaminación que altera la vida de comunidades enteras, restringe las actividades al aire libre, cierra escuelas y aumenta los ingresos hospitalarios.
Lo alarmante es que no se trata de un proceso natural. A diferencia del otoño o el verano, que dependen del movimiento de la Tierra alrededor del Sol, ésta «nueva» estación nace de una intervención humana directa, que además se agrava por los efectos del cambio climático y la pérdida de biodiversidad.
‘Temporada de basura’
La segunda de las estaciones en la Tierra que han identificado los expertos es la «temporada de basura». En este caso, el fenómeno se produce especialmente entre diciembre y marzo, y tiene como principal escenario las paradisíacas playas de Bali, en Indonesia, aunque también se ha detectado en países como Filipinas, Tailandia y en algunas zonas costeras de Estados Unidos.
Durante estos meses, las corrientes oceánicas cambian de dirección debido a los vientos monzónicos. Como consecuencia, toneladas de residuos plásticos y basura de todo tipo son arrastrados desde mar abierto hasta las costas. En cuestión de días, las playas quedan cubiertas por capas de desechos, que van desde botellas y bolsas hasta electrodomésticos o redes de pesca abandonadas.
Al igual que la «temporada de bruma», la «temporada de basura» se ha convertido en un patrón previsible. No se trata simplemente una acumulación ocasional de residuos, sino un ciclo que se repite con una precisión que la hace digna de ser considerada una estación más. Los expertos explican que este fenómeno es consecuencia directa de la mala gestión de residuos y la dependencia mundial del plástico, combinado con cambios en las corrientes oceánicas agravadas por el calentamiento global.
El mar ya no tiene capacidad para absorber más basura sin devolverla. Y lo hace de forma sistemática, en una especie de ajuste natural que no puede ser ignorado. Es una estación que no aparece en los libros de texto, pero que se ha instalado con fuerza en la rutina de muchas comunidades costeras.
Consecuencias humanas: más allá del clima
Estos fenómenos tienen impactos muy concretos en nuestras vidas. La desaparición o deformación de las estaciones puede afectar la salud, el empleo, la educación y hasta la estabilidad política.
La Comisión Europea ya ha advertido que los cambios climáticos están modificando las condiciones de trabajo en algunos sectores, afectando los calendarios escolares e incluso dificultando la planificación del turismo. Las consecuencias de estas nuevas estaciones y del desajuste general del clima son, por tanto, múltiples y profundas.