Científicos señalan dónde está realmente el centro del universo: no es ni el Sol ni la tierra
En la antigüedad, se creía que la Tierra era el centro de todo
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A lo largo de la historia, la idea de un «centro» en el universo ha intrigado a la humanidad. En las primeras civilizaciones, se creía que existía un punto especial desde el cual todo giraba en torno a la Tierra, una idea conocida como modelo geocéntrico. Este concepto situaba a nuestro planeta en una posición privilegiada, dando a los seres humanos la sensación de un papel central en el cosmos. Sin embargo, esta noción cambió con astrónomos como Copérnico y Galileo, quienes revelaron que los planetas, incluida la Tierra, orbitan alrededor del Sol, estableciendo el modelo heliocéntrico. Más adelante, los avances en astronomía demostraron que incluso el Sol es sólo una estrella entre millones en la Vía Láctea, la cual tampoco ocupa una posición especial en el vasto universo.
En la actualidad, la cosmología sugiere que el universo no tiene un «centro» definido. Desde el Big Bang, el universo se expande en todas direcciones, similar a la superficie de un globo que se infla; cada punto en esa superficie se aleja de los demás sin que ninguno sea central. Este modelo nos muestra una red cósmica donde todos los puntos son equivalentes en importancia, eliminando la idea de una posición central única. En este sentido, cualquier punto del universo podría verse como «central», ofreciendo una visión más inclusiva del cosmos y recordándonos que nuestra ubicación no es ni especial ni privilegiada.
¿Dónde se encuentra realmente el centro del Universo?
El concepto del «centro del universo» es mucho más complejo de lo que parece y plantea dudas profundas sobre nuestras capacidades de percepción y entendimiento. En la antigüedad, las observaciones y creencias, influidas por el antropocentrismo, llevaron a asumir que la Tierra era el centro de todo, el único lugar conocido donde existía la vida y, por tanto, la referencia central del cosmos. Sin embargo, al buscar el verdadero «centro de todo,» la ciencia moderna, especialmente a través de los postulados de la relatividad general de Einstein y los desarrollos matemáticos de Aleksandr Fridman, ha llegado a conclusiones que van más allá.
La teoría del Big Bang, apoyada por estudios como los realizados por el Dr. Vladimir Avila-Reese del Instituto de Astronomía de la UNAM, explica que el universo no es estacionario, sino dinámico: un sistema en expansión desde un evento inicial llamado la «singularidad». Desde ese punto, el universo ha estado en movimiento constante, y su comportamiento (expansión o eventual contracción) depende de su contenido energético y material. A partir de esta teoría, se establece que el universo no cuenta con un «centro» tal como lo concebimos intuitivamente.
Una forma de comprender esta idea es imaginar un globo que se infla. En esta analogía, si visualizamos el universo como la superficie del globo, cualquier punto en ella se aleja de los demás mientras el globo se expande. Si fuéramos criaturas bidimensionales viviendo en esta superficie, sería imposible ubicar un «centro» en nuestro entorno bidimensional, ya que el verdadero centro estaría en una tercera dimensión a la cual no tendríamos acceso. De manera similar, nosotros, como seres tridimensionales, estamos limitados en nuestra capacidad de concebir un «centro» en el contexto de un universo que se extiende en al menos cuatro dimensiones.
Según Astronomy, este concepto nos lleva a concluir que la idea de un centro es irrelevante en el espacio que habitamos. De hecho, en un universo en expansión, cada punto puede considerarse el centro de su propio espacio de referencia sin que ello signifique que existe un centro absoluto. En otras palabras, para cualquier observador en cualquier punto del universo, parecerá que el universo se expande en todas las direcciones alrededor de ellos.
Los grandes misterios del cosmos
El universo, con su vastedad y complejidad, sigue siendo un enigma para la humanidad. Uno de los mayores misterios es el origen del cosmos, que la teoría del Big Bang sugiere comenzó hace unos 13.800 millones de años. Sin embargo, lo que ocurrió antes de este evento sigue siendo desconocido. Además, aunque la teoría de la relatividad y otras investigaciones nos han permitido entender que el universo está en expansión, no sabemos si hubo un «antes» o si el Big Bang marcó un comienzo absoluto.
Otro gran misterio es la materia oscura, que constituye el 27% del universo y cuya existencia se infiere a través de sus efectos gravitacionales, pero cuya naturaleza aún no se ha descubierto. De manera similar, la energía oscura, que representa el 68% del cosmos y es responsable de su expansión acelerada, es aún más desconcertante.
Aunque los astrónomos han identificado galaxias y agujeros negros, las singularidades dentro de estos últimos siguen desafiando las leyes de la física, lo que abre la posibilidad de que los agujeros negros puedan ser puertas a otros universos. Finalmente, el destino del universo, si se expandirá eternamente o colapsará en un «Big Crunch», continúa siendo objeto de debate.