Thomas Cook: ¡una quiebra anunciada!
Para comprender mejor qué ha pasado con Thomas Cook, hay que entender los conceptos básicos de la inversión
“El tiempo es amigo de los buenos negocios y enemigo de los mediocres” Warren Buffett
Innumerables son las dudas que se ciernen sobre la inversión en Renta Variable cuando escuchamos que una empresa como Thomas Cook se ha ido a la quiebra. Irremediablemente, que una cotizada quiebre implica la pérdida total de nuestra inversión, y éste es el verdadero riesgo de la operativa bursátil. Sin embargo, hay puntos que un inversor siempre debe tener en consideración, puesto que si realizamos un buen trabajo de investigación, este tipo de situaciones pueden evitarse. Y no, no estoy hablando de evitar invertir en Thomas Cook, estoy hablando de evitar arruinarse en Bolsa.
Para comprender mejor qué ha pasado con Thomas Cook, hay que entender los conceptos básicos de la inversión. Por ejemplo, la tendencia a la baja de Thomas Cook ha durado 17 meses de mercado bajista, lo que nos ha brindado tiempo de sobras para una posible reacción. En el argot del Trading profesional se habla de volatilidad como elemento de riesgo. Yo creo que el verdadero riesgo que existe en Bolsa, es no saber lo que se está haciendo. A lo largo de nuestra carrera como inversores, siempre tendremos una elevada probabilidad de equivocarnos, por lo que si prestamos atención a los riesgos que asumimos y al capital que asignamos por riesgo asumido, me atrevo a asegurar que tendremos éxito a largo plazo.
No olvidemos que la Bolsa es un mercado de capitales, en el que se encuentran empresas y ahorradores en busca de financiación y de proyectos de inversión. Las transacciones que se realizan a diario en el mercado no suponen la finalidad última, puesto que verdaderamente las ampliaciones de capital y las OPV son los puntos clave de encuentro. El resto de transacciones se producen para dar salida a los inversores o alpiste a los especuladores. Una empresa no se ve afectada por la fluctuación de las cotizaciones a menos que necesite capital. De ahí que el mercado asustadizo como norma, penalice la cotización de las compañías siempre que ve riesgos de ampliación de capital.
Para que nos entendamos, si una empresa debe dinero (deuda financiera neta) y pierde dinero (consume caja); tiene un problema, pues necesita financiación. Acudir al Banco siempre es complicado con estos números (recuerden que el Banco es aquél lugar en el que solo le ofrecen dinero cuando uno no lo necesita) y lo más adecuado entonces, es financiarse en el mercado. Obviamente, un inversor puede analizar la situación y evaluar si la empresa es salvable.
A veces hay compañías rentables que son asfixiadas por los intereses, por lo que una ampliación de capital permite a dichas empresas reducir el coste financiero e impulsar su crecimiento. Sin embargo, podríamos decir que el mercado cuando decide rescatar a una empresa, lo hace siempre a precio de saldo. Si te salvo de la quiebra, ¡tu compañía ya no es tuya, es mía! Así, con esta lógica implacable actúa Mr. Market. Y por este motivo ha quebrado Thomas Cook, por la imposibilidad de recaudar los fondos necesarios para poder pagar a los acreedores y continuar con su actividad empresarial.
Cierto es que existen un sinfín de compañías de este tipo, aquellas que denominamos “recuperables”. Por ejemplo, OHL, Aryzta, General Electric o TEVA son algunas recuperables al borde del temido precipicio. Salir a flote o no, depende de la capacidad de dar valor a su negocio. En España por ejemplo, OHL tiene la oportunidad de poner en valor su cartera de pedidos, pero para ello necesita dos cosas; liquidar la deuda (lo ha conseguido vendiendo el negocio de concesiones) y generar caja neta (está en ello). De su éxito o no, dependerá su futuro bursátil y la decisión de confiar en una compañía recuperable o no, depende de usted.
Entonces, ¿cuál es la decisión que como inversores podemos tomar? Indiscutiblemente, la de la gestión de nuestra posición en cada compañía. En Blackbird, nosotros invertimos lotes de entre el 1% y el 2% del capital total en compañías recuperables, y ¡nunca más del 10% total de la cartera! Nos gusta concentrar fuertemente las inversiones en valores con visibilidad de largo plazo en sus negocios y sin deuda financiera neta. Pero nunca me ha gustado exceder del riesgo en compañías recuperables, puesto que sabemos que en ellas todo se resume en la estadística, lo que se traduce en que si acertamos podemos multiplicar por 5 ó por 10, pero cuando perdemos lo podemos perder todo.
De ahí que el error no radique tanto en la forma, como sí en el fondo. Y es que como decía Warren Buffett, el tiempo es amigo de los buenos negocios y un buen negocio es aquél que carece de necesidades de financiación. Podemos decidir asumir o no un determinado riesgo, pero recuerden que en la inversión bursátil nuestro trabajo consiste en gestionar los riesgos, y no en predecir el futuro.