Análisis

Sigue el dopaje de los datos de empleo: 159.700 empleados públicos más

Los ERTE son una gran herramienta para enfrentar situaciones temporales y salvar puestos de trabajo. Pero esta situación “temporal” ya dura más de nueve meses y no es difícil anticipar que muchos autónomos y pequeñas empresas están al límite de su capacidad de resistencia.

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Oficina de empleo.

Entre 2012 y 2019, cada mes de diciembre acabó con un descenso del número de parados de más del 1%. En 2020, en cambio, ese colectivo creció en ese mismo porcentaje. Tal vez, ese único dato baste para sintetizar el estado de situación del mercado de trabajo: en un contexto sumamente negativo siempre es posible empeorar un poco más. El plan oficial de confortarse a la espera de los elixires del dinero que vendrá de Europa y del inicio de la vacunación contra el covid-19 (dos soluciones no inmediatas) es insuficiente para evitar un agravamiento de la situación económica y laboral.

Ahora hay un total de 3,89 millones de parados, un 22,9% más que un año antes. Ya van nueve meses seguidos en que el número de parados crece más de 20% interanual. Una serie aciaga, pero aún pequeña frente a los 20 meses seguidos de incrementos de ese tipo que “logró” ZP entre 2008 y 2010.

Como siempre, unos se ven más perjudicados que otros. El paro entre los jóvenes creció un 47,1% interanual, mientras que el de personas de 25 y más años de edad lo hizo un 20,9%. El número de inmigrantes en paro aumentó 42%, al tiempo que el de españoles lo hizo un 20,2%. Tal vez, en algún rincón del Ministerio de Igualdad se celebre que el paro masculino lleve diez meses creciendo más deprisa que el de mujeres (+25,2% y +21,2%, respectivamente).

Otro dato: el número de asalariados en ERTE subió por segundo mes consecutivo. Ahora suman 755.600. Desde octubre, este colectivo creció en 156.300 personas. Los ERTE son una gran herramienta para enfrentar situaciones temporales y salvar puestos de trabajo. Pero esta situación “temporal” ya dura más de nueve meses y no es difícil anticipar que muchos autónomos y pequeñas empresas están al límite de su capacidad de resistencia.

Ese es en especial el caso de la hostelería, el comercio y el transporte, ramas de actividad que concentran casi a dos de cada tres personas en ERTE. Aunque no sean actividades del gusto del ministro de Consumo, que las considera de “bajo valor añadido”, es donde trabajan 1,3 millones de autónomos y 4,1 millones de asalariados. Es decir, es donde se ganan el pan 5,4 millones de personas, casi un 30% del total de ocupados.

En los últimos doce meses han dejado de existir 107.600 empresas, lo que muestra que aquello de la “capacidad de resistencia” no es solo teoría. Ya van doce meses seguidos con caídas en la cantidad de firmas. En este terreno, el alumno Sánchez ha superado al maestro Zapatero: el descenso interanual de 7,2% en el número de empresas es peor incluso que el de 2009 (-5,8%).

El sanchismo-leninismo sigue dopando las cifras mediante el aumento de las plantillas de todos los niveles de gobierno: 159.700 empleados públicos más en los últimos doce meses (+6,2%, el mayor ritmo de aumento del empleo público en 30 años). Mientras, el sector privado perdió 519.800 empleos (-3,1%). ¿Se estará imponiendo en el gobierno la tesis del ministro Garzón acerca de que el paro se puede eliminar mediante más empleo público?

En una situación así, lo recomendable sería aliviar la carga al sector privado con una reducción sustancial de impuestos. Para poder hacer algo así, habría también que limitar todo el gasto público que no vaya en auxilio directo de los damnificados por la crisis. El camino elegido por Pedro Sánchez y Pablo Iglesias es el opuesto: aumentan los impuestos (cuota de autónomos, tasas Google y Tobin, etc.) y prometen más subidas tributarias (la mentirosa “armonización” fiscal) para gastar sin límite. Cuando sigamos viendo que los resultados económicos españoles son los peores de Europa, no hará falta preguntarnos por qué.

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