Sánchez teme una Comisión muy beligerante con el déficit si Von der Leyen no renueva y llega Draghi
Inquietud en el Gobierno por el futuro marcaje estrecho de las cuentas públicas tras años de relajación
El presidente Sánchez contempla con temor el desenlace de las futuras elecciones europeas, que se celebrarán en junio. Los sondeos dan como favorito en los comicios al Partido Popular Europeo -una circunstancia poco novedosa-, pero lo que más inquieta en Moncloa son los últimos movimientos que se observan en Bruselas y en las principales cancillerías del Continente contrarios a la renovación de Úrsula Von der Leyen. A pesar de pertenecer a la formación de derechas, la responsable del Ejecutivo comunitario mantiene unas relaciones muy estrechas con el jefe de Gobierno español y ha tragado hasta la fecha con las notables desviaciones de las cuentas públicas en términos de déficit y de deuda pública.
La trayectoria de la alemana ha venido marcada, según los críticos -entre los que se encuentran algunos de sus compatriotas en puestos de responsabilidad-, por la extrema indulgencia sobre los planes presupuestarios presentados por algunos de los países miembros como España, que han aprovechado al máximo las circunstancias excepcionales provocadas por la pandemia y luego por la guerra de Ucrania, intensificando el gasto público. Otro de los reproches que le hacen, dentro de su propio partido europeo, es que se ha acercado demasiado a los socialistas, a los llamados liberales e incluso a los verdes, mostrándose muy favorable a las políticas ambientalistas y defensora de los múltiples impuestos a las empresas «básicos -en su opinión- para financiar la transición ecológica».
Pero quizá las maniobras de mayor trascendencia pública en su contra son los que han aparecido en Francia y en Italia. En el país transalpino, la primera ministra, Georgia Meloni, ha decidido encabezar la lista a las elecciones europeas como una manera de emplazar a sus ciudadanos a una suerte de juicio sobre su gestión -que hasta ahora ha mejorado los ratios económicos del país y ha logrado encauzar problemas tan graves como el de la inmigración-. Meloni apuesta por el ex presidente del Banco Central Europeo y ex jefe de Gobierno de Italia Mario Draghi como futuro responsable de la Comisión, y todo apunta a que el presidente de la República francesa, Enmanuel Macron, ve con buenos ojos esta alternativa.
Macron lleva semanas lanzando una cruzada en favor de revitalizar la Unión, que a su juicio ha perdido relevancia internacional, debe impulsar su gasto en Defensa, mejorar su equilibrio presupuestario al tiempo que fortalecer la solvencia económica, así como favorecer la potenciación del sector industrial con el objetivo de ganar peso específico y recuperar el protagonismo perdido como interlocutor en los conflictos bélicos abiertos tanto en Ucrania como en Oriente Medio. así como alcanzar una posición pareja a la de Estados Unidos y China. La sensación que domina en el Palacio del Elíseo es que Von der Leyen no sólo ha hecho escasos avances en todas esas cuestiones pendientes sino que la UE ha perdido claramente terreno en el escenario geopolítico actual, dominado por la incertidumbre, y en el que se ha perdido capacidad de influencia en favor de Estados Unidos y China.
Estos son los hechos que propiciarían el aval de Francia a la eventual candidatura de Draghi, una circunstancia que dejaría en fuera de juego de nuevo al presidente Sánchez y complicaría su estrategia para completar una legislatura que depende de una miríada de partidos todos ellos favorables a aumentar el gasto del Estado justo en el momento menos oportuno, cuando vuelve el rigor fiscal y la presión del Ejecutivo comunitario sobre los estados miembros para que reduzcan sus desequilibrios presupuestarios y pongan fin a la escalada de endeudamiento.
La Unión Europea dio luz verde final este lunes a las reglas fiscales, que tras cuatro años congeladas por la pandemia, volverán a limitar la deuda y el déficit, una circunstancia que representa un problema para los planes presupuestarios de Sánchez, totalmente reacio a recortar el gasto público y dispuesto a seguir endeudándose mucho más para conseguir los recursos oportunos con los que aumentar su presencia en las empresas -como es el caso de Telefónica, Talgo o Naturgy hasta estos momentos- y hacer frente al gasto creciente en pensiones.
Las reinstauración de las reglas fiscales representan un contratiempo para el Ejecutivo de Sánchez, que cerró el año pasado con un déficit público del 3,7% del PIB y que ha prometido diminuirlo hasta el 3% en el presente ejercicio, aunque ninguno de los servicios de estudios de las principales entidades financieras y empresariales del país confía en que este objetivo esté al alcance de la mano. Otro tanto sucede con la deuda pública, que puede encaminarse hacia del 110% del PIB dadas las necesidades de financiación que va acumulando el Gobierno para hacer frente el creciente pago de las pensiones, así como sufragar su entrada en compañías privadas.
Hasta ahora, la suspensión de dichas reglas, más la indulgencia mostrada por Von der Leyen, han obrado como un bálsamo para los planes expansivos de Sánchez y su urgencia por complacer todas las demandas de gasto, pero las perspectivas sobre el final de esta etapa de barra libre se han ensombrecido repentinamente y pueden convertirse poco a poco en un cúmulo de restricciones para Sánchez, principalmente si Von der Leyen no renueva como presidente de la Comisión y es sustituida, por ejemplo, por un personaje de la ortodoxia y el prestigio de Draghi.