¡Salve a la propiedad privada!
«El sistema de propiedad privada es la más importante garantía de libertad, no solo para quienes poseen propiedad, sino también para quienes no la poseen.» Friedrich Hayek
Decía Schumpeter que el camino más adecuado para que una nación se proyecte mejor en el futuro es que definitivamente asuma que sólo innovando podrá alcanzar a los países más prósperos. La prosperidad atrae talento y conocimiento, y por consiguiente hace las naciones más ricas. Dicho esto queridos lectores, ¿no les parece dantesca la propuesta sanchista de gobierno? Si hay algo transparente es que consiste en contentar a sus «socios» en primera instancia, dejando a merced del tiempo la responsabilidad de una eficiente gestión de los recursos propios bajo unos presupuestos que por inexistentes, absurdos son.
Al final, parece que las diferentes bancadas de nuestro congreso se han empeñado en demostrarle a la sociedad que los burócratas al mando de nuestros recursos son un ente inútil y coercitivo que se sirven a su propio interés, no es que lo diga yo, más bien lo demuestran ellos. Y fíjense que no deja de ser irónico que aquellos que más detestan la propiedad privada son aquellos que quieren la de los demás para sí mismos bajo la hipocresía de la justicia social, que para mi no es justa, ni mucho menos social. Lejos de la aristocracia y cerca de la corrupción, tenemos a papá Estado pasando de M «punto» Rajoy a Begoña «punto» fundraiser, ¡vaya clan!
Lo que me asombra es que en esta Europa socialdemócrata posicionada en un centro cobarde a mitad de camino entre la izquierda y la derecha política, se esté atando a los extremos sin atender desafíos ideológicos que, afortunadamente abanderados por Javier Milei en Argentina, expresan la importancia sobre la defensa de la propiedad privada, en contraposición de un Estado autócrata y pusilánime que nos dirige con sus malas decisiones hacia una sociedad retrógrada, pueril y escasa en valores.
Pero, ¿cuán importante es la propiedad privada? Los estatistas ignorantes suelen predicar la verborrea simple del Estado, un adoctrinamiento que consiste en demonizar todo aquello que pone en jaque al poder haciendo uso fraudulento de los recursos que todos producimos, por cierto. Es decir, papi Estado utiliza el monopolio de la violencia en beneficio propio a través de la mentira propagandística y el adoctrinamiento para hacernos creer que sin Estado, no hay Ley.
Sin embargo, la defensa de la propiedad privada es en esencia la clave de cualquier civilización desarrollada. De hecho, quiero dejar bien claro que bajo mi punto de vista la propiedad privada no está sometida a ningún fin social y por este motivo, es socialmente justa, por más que parezca lo contrario. Y no me refiero a la simplista definición de la propiedad privada como un elemento materialista o como un mero fin utilitario de crear riqueza. Cuando hablamos de propiedad privada, hablamos de la propiedad privada como un ente civilizatorio, capaz de traer paz y orden, que arraiga a la gente y permite que las personas se estabilicen y lleven vidas ordenadas, que construyan proyectos útiles de vida a largo plazo y se realicen en muchos casos a nivel personal.
Hoy, hablamos de los problemas de nuestros conciudadanos a través de la precariedad, de la estrangulación de la oferta para con la vivienda, de las pensiones… Y algunos muchos sienten erráticamente que el Estado es la solución, cuando en realidad sabemos que “papá” es el problema. ¿Verdaderamente creen que el Estado nos dará un buen sueldo y una buena vivienda a todos? El socialcomunismo es muy bonito, hasta que se termina el dinero de los demás. Tratar de subvencionar la precariedad no soluciona el problema, al contrario, lo agrava creando súbditos de cualquier Estado. Y es aquí donde la propiedad privada se erige como el único argumento plausible que puede proponerse en el seno de un Estado moderno como solución al problema.
Como les comentaba, la propiedad privada es un elemento civilizador que estabiliza a las sociedades. ¿Acaso existiría descontento social si superamos los sueldos privados y la vivienda? Es decir, ¿existe un problema cuando existe propiedad privada? Entonces, el elemento digamos redentor y percutor sobre la riqueza es sin duda la innovación a través de la transmisión del conocimiento. De ahí que la defensa de la propiedad privada sea clave, puesto que no existe ningún sistema alternativo que permita reproducir o simular en la socialdemocracia los comportamientos típicamente competitivos a que da lugar la propiedad privada de los medios de producción.
Dicho de otro modo, en ausencia de propiedad privada se produce una dislocación entre la iniciativa privada que posee el conocimiento disperso y el Estado. Este, por muy buenas intenciones que posea, no podrá disponer del conocimiento disperso que en otras circunstancias generarían los emprendedores, y por lo tanto no tendrá más remedio que decidir de forma arbitraria como asigna los recursos. ¿En cristiano? Si la iniciativa privada no puede hacerse con los beneficios que surgen de su propia creatividad, acumular su capital y de él extraer los recursos necesarios para emprender nuevos proyectos de inversión, los recursos se reasignan de manera injusta entre la sociedad frenando la innovación y creando más precariedad. Por este motivo la propiedad privada actúa como un fin en sí mismo y un mecanismo de civilización en el que la defensa de dicha propiedad privada, la de cada uno de nosotros, se convierte en un elemento de paz y a la vez de maravillosa creación. Déjenme, déjenos crear.
Mi queridísimo Mr. Hayek mantenía que el sistema de propiedad privada es la garantía más importante de libertad, no sólo para quienes poseen propiedad, sino también para quienes no la poseen, ya que el principal elemento de la prosperidad económica no pasa por la creencia de sentir que papá Estado nos cuida, más bien pasa por comprender que el Estado no es nada más que un conjunto de personas al mando del presupuesto común, corrompido por el poder y alejado de sus funciones de vocación de servicio. Al fin y al cabo, en un entorno de anarquía del capital privado, los funcionarios serían tecnócratas preparados e incentivados para gestionar nuestros recursos y no un ente con carácter coercitivo que ostenta el monopolio de la violencia.
La propiedad privada nos motiva para lograr nuestros objetivos y nos hace ilusionarnos sobre la necesidad que como sociedad tenemos de dar solución a los problemas que se nos presentan a través de la innovación, que es al fin y al cabo el único camino factible para que una nación se proyecte mejor en el futuro. Yo como libertaria tengo un profundo respeto a la propiedad privada y la considero la única solución capaz de crear las mejoras necesarias para terminar de una vez con tanta precariedad, combatir la corrupción y evitar la destrucción de un capital que de manera ineficiente se dilapida por la nefasta gestión de un Estado incapaz de tener los conocimientos únicamente obtenidos por la acción humana cuando esta está incentivada por un derecho constitucional; este derecho se llama propiedad privada, ¡punto!
Gisela Turazzini, Blackbird Bank Founder CEO.