Salgado alaba su gestión de la crisis y elude su responsabilidad por dejar a España al borde del rescate
Elena Salgado ha eludido su responsabilidad por dejar a la economía española al borde del rescate en el año 2011 y se ha jactado de haber realizado la reforma del sistema financiero español que acabó con el modelo de cajas de ahorros, restando importancia a la salida a Bolsa y posterior caída de Bankia, que obligó a inyectarle más de 22.400 millones de euros de dinero público.
La que fue vicepresidenta del Gobierno en la última etapa del Gobierno de José Luís Rodríguez Zapatero considera que sin el estallido de la crisis de Grecia –y en ausencia de presión internacional sobre la banca española– España habría salido de la recesión en el primer trimestre de 2010. Un año antes de esa fecha, Salgado auguraba el nacimiento de unos “brotes verdes” que nunca vieron la luz.
Este ha sido su principal argumento durante su comparecencia en la Comisión del Congreso de los Diputados que “investiga” las causas de la crisis financiera española y que en su origen pretendía determinar las responsabilidades de la petición de rescate europeo para salvar, entre otras entidades, a Bankia. Salgado ha defendido que todas las medidas adoptadas durante su mandato fueron dirigidas a “mantener el estado de bienestar” y a mitigar los efectos de la recesión en los hogares.
“Sería insensato mostrar satisfacción por el resultado, pero deseo pensar que en alguna medida contribuimos a preservar el futuro de España y a paliar el sufrimiento de los sectores más vulnerables de la sociedad”, ha indicado la ex vicepresidenta y ex ministra de Economía de Solbes tras la salida de Pedro Solbes en abril de 2009 y hasta el fin de la segunda Legislatura del Gobierno de Zapatero.
Salgado ha defendido el impulso del gasto público hasta niveles inusitados realizado durante su gestión, que llevó a las cuentas públicas españolas a registrar un déficit del 11% del PIB en 2009, del 9,4% en 2010 y del 9,6% en 2011 como una forma de contrarrestar los defectos de demanda del sector privado”, aunque esta fue una de las principales razones de que fuera necesario solicitar asistencia financiera a la Unión Europea (UE) en 2012.
«Proteger a España del rescate»
Siguiendo el discurso que mantiene el PSOE en los últimos años, Salgado considera que el Ejecutivo de Zapatero logró “proteger a España de un rescate que, como sucedió en otros países europeos, habría tenido efectos desastrosos para la población y comprometido nuestro futuro como país”. Es decir, que según su visión expuesta en el Congreso el salvavidas de 100.000 millones de euros que puso Bruselas al alcance del Gobierno español en 2012 no fue responsabilidad suya.
La ex vicepresidenta admitió que “hubo aciertos y errores”, aunque sólo habló de los primeros, entre los que incluyó también la “limitación del coste para el erario público de los recursos requeridos para ayudar a las entidades financieras en crisis, preservando en todo caso el interés de ahorradores y depositantes”; así como la “contención de la repercusión de los efectos de la crisis del sistema financiero sobre la economía productiva y sobre el empleo”.
Durante su intervención inicial ante los diputados Salgado recordó que se vio obligada a “enfrentar la crisis económica más grave en los últimos setenta años” y, que, al final su mandato, “la deuda pública se situaba en el 69,5% del PIB, la cuenta del Tesoro en el Banco de España alcanzaba los 30.600 millones de euros y, en el última día al frente del Ministerio, la prima de riesgo alcanzó los 311 puntos básicos, un nivel muy alto pero 154 puntos básicos por debajo de la italiana».
Salgado: Grecia truncó la recuperación
«Al inicio de 2010 la evolución de la actividad económica en España iba en línea con las proyecciones y en el primer trimestre del PIB empezó a crecer y la prima de riesgo volvió a niveles inferiores a los 100 puntos básicos. Fue en ese contexto cuando estalló la situación griega (…) las complicadas negociaciones del rescate griego, la falta de credibilidad y las discrepancias entre los países de la UE extendieron la desconfianza hacia los más países considerados más débiles», entre los que se encontraba España.
Según Salgado, «éste fue uno de los primeros hitos que generaron la perniciosa interrelación entre la deuda pública y la situación de las entidades financieras, ya que el potencial rescate de un país implicaba un aumento de los intereses de la deuda pública que obliga a aplicar recortes, lo que acentuaba a su vez la debilidad económica y dificultaba que los bancos mejoraran sus beneficios y, así su solvencia».
Además, la ex vicepresidenta señaló que, a lo largo de 2011, «se produjeron dos hechos que pudieron agravar la restricción crediticia» del sistema financiero español (que estaba en pleno proceso de recapitalización): el informe del Fondo Monetario Internacional (FMI) que estimaba un déficit de capital de 200.000 millones de euros en la banca europea, y la elevación de los tipos de interés por parte del Banco Central Europeo (BCE) para mitigar el aumento de la inflación por el encarecimiento de las materias primas.
Críticas a la actuación del BCE
«¿Qué hubiera pasado si el presidente del BCE, Jean Claude Trichet, hubiera mostrado en 2011 la determinación que mostró en 2012 su sustituto Mario Draghi?», preguntó retóricamente en referencia al famoso discurso del italiano que precedió al programa de estímulo monetario y en el que se comprometió a que el BCE «haría lo que hiciera falta» para salvar a la eurozona.
La ex ministra de Economía y Hacienda terminó su intervención desglosando las políticas realizadas en 2009 y 2011, entre las que destacó la reforma de la Ley de Cajas de Ahorros para convertirlas en bancos, el paquete de medidas de estímulo fiscal dirigidas a «preservar la protección social» y la inversión pública (justificando el Plan-E), la subida de impuestos (primero IVA y después IRPF e Impuesto de Patrimonio), terminando con un ajuste presupuestario por mandato de Bruselas que obligó a reformar el sistema de pensiones.