Crisis en Ucrania

Rusia tensiona el mercado del gas europeo y empujará al alza la inflación

Australia gas Rusia
El presidente ruso, Vladimir Putin.

España se enfrenta a los inciertos efectos de una potencial crisis de suministro de gas si finalmente se produce un conflicto armado en Ucrania, en cuya frontera están apostados más de 100.000 efectivos rusos, en una escalada bélica que podría ser imprevisible.

El movimiento geoestratégico del presidente ruso, Vladimir Putin, en su afán por impedir que Ucrania forme parte de la OTAN -lo que supondría contar con la presencia estadounidense en su patio trasero, que aún considera un área de influencia de la extinta Unión Soviética- amenaza con una guerra en un país por el que tradicionalmente han transitado los gasoductos que nutren a Europa de gas ruso, del que es enormemente dependiente. Aproximadamente, el 40% del gas que consume el Viejo Continente procede de Rusia. La crisis energética estaría servida en pleno invierno, lo que llevaría aparejada una fuerte subida de los precios de consecuencias incalculables, en un entorno ya de elevada inflación a nivel internacional.

Aunque los expertos no contemplan una invasión completa del país, no descartan una incursión en la región de Donbass, lo que podría encender la chispa de un conflicto mayor. Putin ya ha reducido al mínimo posible el suministro a Alemania, que está recurriendo a la producción de carbón para sortear el problema. Además, el gasoducto Nord Stream 2, una infraestructura germano-rusa de 1.230 kilómetros de longitud que atraviesa la frías aguas del mar Báltico desde la bahía rusa de Narva hasta la costa alemana para transportar gas, está en el aire. Las obras de este gigantesco proyecto, al que siempre se opuso Estados Unidos, concluyeron el pasado septiembre, pero aún no ha comenzado a operar a la espera de las certificaciones pertinentes.

Junto con el gasoducto Nord Stream 1, la compañía energética estatal rusa Gazprom podría bombear hasta 110.000 millones de metros cúbicos de gas ruso al año al mercado europeo. Sin embargo, ante la perspectiva de una guerra eso es más que incierto. En definitiva, los intereses económicos para la región son de gran magnitud, por no hablar de las compensaciones a las empresas que el Estado alemán debería afrontar en caso de cancelación del proyecto, que podrían rondar los 12.000 millones de euros.

En el caso de España, que es un importador menor de gas ruso, las consecuencias podrían venir fundamentalmente por el encarecimiento generalizado de los precios de la energía ante el tensionamiento que podrían vivir los mercados, ya que podría verse comprometido el suministro de países a los que España importa gas ante la mayor demanda europea. Nuestro país sobre todo recibe flujo de gas de Argelia, su principal mercado, pero en octubre el país norteafricano cortó el transporte de gas hacia España mediante el gasoducto Magreb-Europa (GME) por su crisis diplomática con Marruecos, lo que ha supuesto un factor negativo para el abastecimiento de esta materia prima ante el aumento de los precios.

Asimismo, en los últimos días España ha incrementado la importación de petróleo y gas a Estados Unidos, que ya le suministra un 50% más que Rusia. El transporte se realiza a través de buques metaneros, lo que también sube el precio del combustible.

España es uno de los países que más tiene que perder en caso de una aceleración de la inflación derivada del encarecimiento de la energía -también del petróleo, que también importamos a Rusia-, y no solo porque los consumidores pagarían una factura de luz aún más abultada. La tasa de inflación ya ronda el 7%, pero lo peor es que en Europa también está desbocada, y el Banco Central Europeo podría actuar con más presteza para controlarla, retirando estímulos -fundamentalmente compra de bonos públicos- o directamente aumentando los tipos de interés. Tras las medidas de apoyo para salvar a la economía durante la pandemia, España acumula una deuda en torno al 120% del Producto Interior Bruto, en su mayoría en manos de inversores internacionales, que podrían asustarse si la confianza de los mercados se deteriora bruscamente.

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