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La normalización de los tipos de interés amenaza a las eléctricas pero no a corto plazo

Sánchez beneficios eléctricas
Torres eléctricas.

El mercado cada vez se graba más en la mente que 2022 puede ser el año en el que los bancos centrales, con la Reserva Federal estadounidense a la cabeza, iniciarán el viaje definitivo hacia la normalización de los tipos de interés, lo que está reverberando un día sí y otro también en las cotizaciones de las compañías, especialmente de aquellas que acumulan una deuda considerable en su balance.

Tal es el caso del sector de las utilities, que en términos generales están bastante apalancadas por las fuertes inversiones que acometen, y podrían ver cómo su atractivo disminuye a medida que el pago de esa deuda se encarece si el precio del dinero enfila un ascenso paulatino, como se barrunta.

«A medio-largo plazo, pueden sufrir las cotizaciones aunque tenga un atractivo intrínseco por sus negocios y el dividendo», afirma Ángel Pérez, analista de Renta 4. «Habrá sectores más atractivos si suben los tipos», advierte.

Sin embargo, por mucho que los halcones de la política monetaria se empeñen, esa no será una travesía de la noche a la mañana, contando además con que los bancos centrales suelen ir a velocidades distintas, véase sin ir más lejos el BCE, muy dado a la prudencia en la retirada de estímulos, frente a la Fed, mucho más predispuesta ante la fuerte aceleración de la inflación.

De ahí que en el contexto actual, Iberdrola y Endesa sean «dos compras claras», con potenciales «en torno al 25%» respecto al precio actual de cotización, asegura Pérez. Ambas tienen gran visibilidad en cuanto a generación de caja y parte de su negocio es regulado, lo que le permite saber qué van a cobrar en un periodo de tiempo, apunta. Eso gusta a los inversores que buscan rentas recurrentes. Pérez agrega que si a esto se le suma la elevada rentabilidad por dividendo que ofrecen en general las eléctricas gracias a su elevada caja, que «es lo más importante en una compañía», la propuesta para un tipo de inversor más conservador es convincente.

«Por ejemplo, ahora mismo la rentabilidad por dividendo de Iberdrola del 4,5% es más atractivo que el 1,75% que paga el bono de Estados Unidos a 10 años, por no hablar del alemán, que tiene una rentabilidad negativa», explica Pérez. La rentabilidad por dividendo de Endesa ronda el 6%, algo superior, en parte porque no tiene el alcance global de Iberdrola y no realiza inversiones tan altas, por lo que destina más caja a remunerar al accionista.

Y aunque los tipos de interés terminen subiendo, «estas compañías también están invirtiendo para crecer, y no es lo mismo el Ebitda de Iberdrola de 2020 de 10.000 millones con uno que se espera que logre en 2030 de 20.000 millones», añade.

Además, tanto a Iberdrola como Endesa les favorece el hecho de que no han repuntado tanto en Bolsa en los últimos meses como otras utilities como Enagás, Red Eléctrica o Naturgy, que se ha disparado después de la opa del fondo australiano IFM.

Los títulos de Endesa e Iberdrola sufrieron el año pasado por el hachazo del Gobierno a las retribuciones de la hidráulica y nuclear para reducir la factura de la luz y el aumento del coste de las materias primas, como el silicio, el acero o el aluminio, lo que encarecía la instalación de parques solares o eólicos. Sin embargo, desde Renta 4 confían en que este impacto terminará remitiendo en la segunda mitad del año.

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