Análisis de los datos de empleo y paro registrado

El mercado laboral español aún no ha tocado fondo

Diego Barceló Larran es director de Barceló & asociados.

Datos del paro en julio
Oficina de Empleo.

Tal como cabía imaginar, los datos de afiliación a la Seguridad Social y paro registrado de abril fueron muy malos. Imposible que hubiera sido de otra forma dado el confinamiento y la parálisis económica que afectaron todo el mes.

El número de afiliados cayó en 771.700 personas en los últimos doce meses (-4%). Si bien es una cifra enorme, la destrucción de empleo de Pedro Sánchez aún no alcanzó a la de ZP: en abril de 2009 se llegaron a perder 1,3 millones de empleos. Eso sí: Sánchez cuenta con la ventaja del milagroso «efecto ERTE», que mantiene como ocupados a los que sufren esa situación, así como a los autónomos en cese de actividad. Quitando el «efecto ERTE», es casi seguro que la pérdida de empleo habría alcanzado un nuevo máximo histórico.

En la Construcción se perdieron uno de cada diez empleos. Sin embargo, la pérdida de puestos de trabajo en los Servicios es más preocupante: el 3,7% de caída interanual (equivalente a 540.500 ocupados menos) es la más profunda de la serie histórica.

Prácticamente nadie quedó a salvo de este vendaval: cayó el empleo de jóvenes y adultos, de hombres y mujeres, de autónomos y asalariados, de españoles e inmigrantes, y en todos los sectores, con las únicas excepciones de Actividades Sanitarias (+7,3% interanual) e Información y comunicaciones (+0,7%).

La evolución de la firma de contratos es la más elocuente respecto de la gravedad de las cifras. En abril se firmaron 673.100 contratos (61,9% menos), el número más bajo desde diciembre de 1996. Los contratos para empleos de jornada parcial casi se esfumaron, cayendo un 79% interanual. En el caso de los contratos indefinidos, su nuevo descenso (-66,3%) intensifica una tendencia declinante que ya estaba en marcha. De los últimos 16 meses, la firma de contratos indefinidos cayó en 13 y creció en 3.

El número de parados saltó un 21,1% interanual, para llegar a 3,8 millones. Es la mayor cantidad de parados desde mayo de 2016. Subió el paro en todos los colectivos, excepto entre aquellos que no tienen un empleo anterior (los que buscan empleo por primera vez). Tal como sugería la Encuesta de Población Activa conocida hace unos días, hay un “efecto desaliento” que hace que la gente deje de buscar empleo porque cree que es imposible encontrar uno.

El paro entre inmigrantes creció un 28,3%. Es el séptimo mes consecutivo en que crece el número de extranjeros sin empleo, hecho que nos recuerda que los problemas del mercado laboral ya venían de antes. El coronavirus golpea en un mercado de trabajo que ya se estaba debilitando.

Estos datos encierran una gran lección: la fragilidad del empleo y de la economía en su conjunto. En apenas dos meses desaparecieron todos los empleos creados en los dos años anteriores. En los últimos doce meses desapareció 1 de cada 10 empresas inscritas en la Seguridad Social. Y aún no hemos tocado fondo.

Sin empresas no hay empleo y sin empleo no se recaudan impuestos ni cotizaciones sociales. Sin impuestos ni cotizaciones sociales no pueden pagarse las pensiones ni ninguna otra prestación, ni los servicios de educación y salud. El crecimiento de la deuda pública (una bomba de relojería en manos del gobierno) permite creer la ficción de que esos “derechos” están “garantizados” por el estado. No es así: la única garantía de nuestro sistema de bienestar es nuestro trabajo cotidiano; el estado no puede garantizar nada. De hecho, el estado no produce nada y solo puede pagar lo que nos quite a nosotros mismos a través de los impuestos (sea ahora, sea en el futuro para pagar la deuda).

En pocas palabras, la lección tiene dos partes: 1) todo lo que dañe la inversión y el empleo (aumento exagerado del salario mínimo, altos impuestos, regulaciones excesivas, innecesarias y cambiantes, etc.) es un atentado directo contra nuestro bienestar; 2) los políticos no pueden darnos nada que antes no nos hayan quitado.

Si esta lección queda aprendida, al menos habremos sacado algo positivo entre tanto sufrimiento y dolor.

Diego Barceló Larran es director de Barceló & asociados.

@diebarcelo

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