Opinión

India se abraza a Putin y a Xi Jinping

India dispara sus compras de crudo ruso pese a sanciones y amenazas

India

Quienes hemos visitado en algún momento India, y yo lo hice en el año 2017, nos encontramos una gran nación en desarrollo, orgullosa de su amplia historia, muy superpoblada de una población muy joven y llena de actividad.

India, es un creciente hegemón de 1.464 millones de habitantes y la mayor democracia del planeta que ha sido un aliado estratégico clave de los EEUU durante más de dos décadas tras la visita de Bill Clinton en marzo del año 2000. Por eso nos puede haber llamado la atención que a finales de agosto se estableciese un arancel del 50%, claramente superior al que tienen ya algunos de sus rivales asiáticos, para los productos fabricados en India que tengan destino en la economía americana, de acuerdo con la orden presidencial del 6 de agosto.

Y nos llama la atención además porque empresas tecnológicas americanas como Apple que fabricaban en otros países de Asia habían trasladado recientemente algunos de sus centros de producción a la India. El tamaño del déficit comercial de los EEUU con India es más que relevante, supera ya los 44 billones de dólares.

Claramente se trata de un arancel de castigo a las exportaciones de India que ha sido calificado como injusto por su presidente Modi, una gran herramienta, de momento eficaz, de la geoeconomía actual americana, esta vez justificada por las compras masivas de crudo ruso desde que se produjo la invasión de Ucrania.

El Presidente Trump ha realizado numerosas declaraciones públicas sobre esta materia apuntando la posibilidad de que los aranceles lleguen a ser del 100% para aquellos países que sigan comprando petróleo a Rusia como forma de presionar a Putin, reduciendo para ello el importante flujo de ingresos públicos que están financiando la munición que se emplea en los ataques diarios a la población civil de Ucrania.

Es de sobra conocido que India lleva varios años comprando petróleo a Rusia a precios descontados frente a los que pagaba a sus anteriores proveedores tradicionales que eran Arabia Saudí e Irak y que han sido ampliamente desplazados a pesar del embargo sobre la producción rusa por la invasión ilegal de Ucrania producida en febrero del año 2022.

Un petróleo que en una parte cada vez más sustancial de acuerdo con los analistas internacionales no va destinado precisamente al débil consumo interno sino a la exportación a empresas energéticas de aquellos países que afectados por el embargo no pueden comprar directamente el petróleo a Rusia, incluidos los países europeos, Reino Unido e incluso EEUU.

Al igual que China, India no ha firmado ningún tipo de sanción a Rusia. De acuerdo con fuentes de Reuters, la industria del refino de India, compró en Rusia durante los primeros seis meses de 2025 la ingente cantidad de 1,75 millones de barriles diarios utilizando para ello decenas de barcos una «flota en la sombra» difícilmente rastreable, una cantidad que se redujo temporalmente en julio dado que Rusia comenzó a reducir los descuentos sobre su petróleo.

El crudo se comercializa desde la India directamente o una vez refinado para combustible de aviación, diésel o gasolina, principalmente en la mayor refinería del mundo que está en Jamnagar operada por el conglomerado empresarial Reliance cuyas acciones en bolsa han subido mucho frente a las de su competidor Exxon Mobil, posicionando a este gran país como el tercer mayor importador del mundo.

Antes de la invasión de Ucrania, el petróleo de origen ruso representaba escasamente el 0,2% de las importaciones India. Solo un año más tarde Rusia se convirtió en su principal proveedor, representando ya el 45%, unos dos millones de barriles diarios o si se prefiere 130 billones de dólares americanos por año.

Los datos publicados en el año 2023 señalaron que al menos el 30% de las exportaciones de la refinería de Jamnagar, que había sido ampliada y modernizada en 2008, se dirigieron a Europa. Las empresas de los EEUU importaron desde India productos refinados por valor de 6.300 millones de dólares de los cuales se estiman que 2.300 millones de dólares procedían del crudo ruso.

Desde el punto de vista estrictamente legal esta acción es posible por la «laguna de refino» que hace que las sanciones no prohíban la importación de productos refinados y eso a pesar de que incluso una de las mayores empresas que se dedica al refino de petróleo en la India es Nayara Energy parcialmente propiedad de la empresa estatal rusa Rosneft y que ha recibido sanciones de la Unión Europea produciéndose la sonada dimisión de su presidente.

Otras de las empresas indias relevantes en el proceso del refinado de petróleo son Indian Oil, Hindustan Petroleum, Bharat Petroleum y Mangalore Refinery Petrochemical. Durante los últimos años se han publicado varios proyectos de ampliación de la capacidad de refino en Nagapattinam, Barmer y Panipat.

Según datos del Ministerio de Petróleo y Gas Natural del Gobierno de India actualmente hay 23 refinerías, 18 de propiedad estatal, con una capacidad conjunta de refino de 257 millones de toneladas métricas por año (MMTPA) equivalente a 5,2 millones de barriles diarios y se había anunciado para el año 2030 llegar a 450 MMTPA.

Frente a las afirmaciones, realizadas desde occidente, de que en los contratos firmados a largo plazo los precios de Rusia no son tan competitivos respecto a los precios de venta de crudo no sometido a sanciones, los argumentos técnicos logísticos que se hacen públicos desde la industria de refinería de India es que su modernizado sistema de refino ha sido adaptado al crudo procedente de Rusia que es muy denso y con un alto contenido de azufre y por ello hay una previsión de seguir incrementando las compras durante el actual mes de septiembre hasta un 20% adicional.

Asimismo, se trata de contratos de suministro a largo plazo con penalizaciones importantes en caso de ruptura de dichos contratos señalando que dichas importaciones masivas ayudan a estabilizar los mercados negando las acusaciones de especulación.

Por otro lado, el impacto de un arancel inicial del 50% sobre las importaciones en EEUU de productos fabricados en India tendrá un impacto más que evidente y no solo económico, hasta un 0,8% de su PIB, sino también político porque crea una nueva barrera de entendimiento entre India y EEUU.

Los aranceles altos cuestionaran el modelo de crecimiento actual de India, muy dañado ya, con un desempleo masivo y un consumo interno débil, apuntando a una posible recesión provocada por la reducción del comercio mundial y el enfrentamiento con EEUU con un impacto significativo sobre sus cuentas afectando a sectores clave como textiles, calzado, químicos, diamantes, cuero y alimentación.

Un impacto muy negativo sobre el 55% de las exportaciones actuales valoradas entorno a los 60.000 millones de dólares de un total de 87.000 millones de dólares, cifras del ejercicio fiscal 2024-25. La caída de los pedidos tendrá un impacto masivo en el empleo local provocando el cierre de algunas fábricas cuya producción se podría trasladar a Vietnam, Bangladesh incluso paradójicamente retornar a China.

Asimismo, de confirmarse este desencuentro comercial, se trasladaría un mensaje nefasto de debilidad de su industria manufacturera como una alternativa creíble a China en las cadenas de suministro globales.

Además, no perdemos de vista que la entrada en vigor de los nuevos aranceles se produce a solo una semana también clave en la geopolítica mundial, esta vez en la ciudad china de Tianjin donde se han materializado numerosos encuentros entre los líderes de Rusia, China e India que suman un PIB conjunto de 30 billones de dólares junto a Pakistán, Irán y Bielorrusia entre otros, en el marco de las reuniones de la Shanghai Cooperation Organization.

La OCS fue creada en el año 2001 y ya agrupa a una decena de importantes estados que representan el 42% de la población mundial y el 23% del producto interior bruto mundial. Se trata de un ejemplo real y palpable del nuevo multilateralismo y de la multipolaridad en el nuevo orden mundial centrado en la estabilidad y seguridad dentro de Eurasia.

En dicho foro se acaba de anunciar la creación de una nueva entidad financiera para mejorar el desarrollo económico de la zona con un presupuesto inicial de 1.400 millones de dólares para realizar préstamos y 280 millones de dólares para dar incentivos, con el foco puesto en India y sus oportunidades.

Destacan las declaraciones del presidente Xi Jinping dirigidas al presidente Trump, «la gobernanza global ha llegado a una nueva encrucijada» delante del presidente Modi, cuyos países han sido rivales durante mucho tiempo sobre todo por cuestiones de vecindad fronteriza en el Himalaya hasta que se ha llegado a un acuerdo razonable para ambas partes.

Todo ello contrasta con la guerra comercial que se inicia con su antiguo aliado EEUU por los nuevos aranceles del 50%, que incluso Trump anima emular a la Unión Europea a replicar en igual cuantía para forzar a India a dejar de comprar petróleo ruso de forma masiva.

Sin embargo, la realidad parece ir por otras vías. No se oculta a nadie el gran impacto político de las numerosas fotos de los líderes de China, India y Rusia posando sonriendo y conversando amigablemente, así como el comentado viaje de una hora de duración con Modi y Putin a bordo de una limusina Aurus. Tras el mismo Modi ha declarado públicamente los vínculos especiales y privilegiados entre ellos.

De alguna forma se está cuestionando abiertamente la visión occidental del aislamiento de Putin que desde luego desde el encuentro en Alaska con Trump no se sostiene más.

Ahora el gran dilema de sus responsables políticos es saber escoger donde centrar sus esfuerzos comerciales, en un mundo tan complejo donde la poliédrica geoeconomía tiene diversas implicaciones para las grandes naciones como la India.

Decisio in bivium futurum mutabit

José Luis Moreno, economista ha sido director de Economía en la Comunidad de Madrid y en el Ayuntamiento de Madrid. Analista económico y empresarial.

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