Hacienda quiere relajar las condiciones del fondo de rescate para salvar a Abengoa y Duro Felguera
El objeto del vehículo solo sirve para salvar empresas con crisis provocadas por el coronavirus
Los minoritarios de Abengoa se comprometen a invertir 22 millones para salvar la empresa
La cúpula de Duro Felguera pide al Gobierno otros 20 millones ocho días después de negarse a bajarse el sueldo
El Gobierno se ha dado cuenta de que el Fondo de apoyo a las empresas estratégicas (el fondo de rescate de la Sepi) no tiene capacidad para rescatar a las compañías que se debaten ahora mismo entre la vida y la muerte, como Abengoa y Duro Felguera, ya que sus problemas no se derivan de la crisis del coronavirus. Por eso, el Ministerio de Hacienda quiere ampliar el objeto del mismo, que ya se había cuestionado tras la inyección de 475 millones a Air Europa.
En teoría, el dinero de este fondo está destinado exclusivamente a empresas consideradas estratégicas, que fueran viables antes de la pandemia y que sufran un bache puntual provocado por la crisis del coronavirus.
Estas dos compañías industriales ya se salvaron in extremis de la quiebra hace años con grandes pérdidas para sus acreedores, una situación creada por las inversiones ruinosas de sus gestores en una carrera frenética por el crecimiento. Y aunque no se encuentran formalmente en concurso, ambas cumplen las condiciones para ello y pueden declararlo en cualquier momento si un acreedor acude al juzgado; en cualquier caso, no pueden demostrar su «viabilidad a medio y largo plazo» como exigen las condiciones del fondo. Tampoco se puede defender que son sistémicas o estratégicas más allá de para el empleo y el tejido industrial de sus respectivas regiones. Pero, en ambos casos, parece claro que la única salida para evitar la quiebra es el dinero del fondo de rescate público.
«Crisis agravada por el covid», aunque fuera anterior
De ahí que la ministra de Hacienda, María Jesús Montero, haya planteado la necesidad de cambiar las condiciones de este vehículo, establecidas en la
Orden Ministerial PCM/679/2020, de 23 de julio, para poder rescatar a todo tipo de empresas en apuros (Abengoa y Duro Felguera abrirían la puerta a muchas más, como la siderúrgica Celsa). «Lo que pretenden hacer es relajar las condiciones que aparecen en el Anexo II de la Orden, hacerlas menos estrictas, para que se pueda rescatar a todo tipo de empresas y no solo a las que hayan entrado en crisis como consecuencia de la pandemia», señala otra fuente.
Una tercera añade que «pueden buscar una fórmula que diga algo así como que se haya agravado su situación por culpa del covid, cosa que nadie puede negar en ningún caso, para abrir la puerta a salvar compañías que arrastran problemas desde hace mucho tiempo».
El obstáculo de Moncloa… y de la propia Sepi
Ahora bien, las pretensiones de Montero deben pasar el filtro de Pedro Sánchez, algo que no será tan fácil después de que 2020 se cerrara con un déficit del 11,3% del PIB, como reconoció la propia ministra. Y una cosa es «gasto social» y otra es rescatar empresas privadas de cara a los votantes de izquierdas y a los socios de coalición del PSOE.
Y no es el único obstáculo que debe superar esta ampliación del objeto del fondo de rescate. Según las fuentes consultadas, dentro de la Sepi hay bastante resistencia a aceptar una «barra libre» de dinero público para salvar empresas quebradas, porque los cargos no políticos de la Sociedad Estatal de Participaciones Industriales consideran que sería «tirar el dinero»: el Estado tendrá muy difícil recuperar esas inyecciones dada la dudosa viabilidad de muchas de estas compañías.
Abengoa: la Sepi parece la única salida
Abengoa fue refinanciada en 2015, cuando los acreedores tomaron el control con grandes quitas y diluyeron a la familia Benjumea desde el 57% hasta el 2%. Pero posteriormente necesitó otras dos reestructuraciones que tampoco fueron suficientes y desembocaron en el plan de salvamento de agosto pasado, donde los grandes perdedores eran los accionistas minoritarios.
A partir de entonces, se ha desarrollado un auténtico culebrón. Primero fue la negativa de la Junta de Andalucía a poner 20 millones de liquidez comprometidos en agosto, que puso sobre la mesa la posibilidad de trasladar la sede de la empresa a Valencia, donde la Generalitat sí facilitaría ese dinero. Y, después, se produjo la rebelión de los minoritarios agrupados en una plataforma, que consiguió la toma de control de la ‘vieja Abengoa’ cotizada, primer accionista de AbenewCo (‘nueva Abengoa’, a la que se traspasa el negocio).
Pero después no aceptaron el acuerdo alcanzado por su primer candidato a la presidencia, Marcos de Quinto, que les concedía una compensación sujeta a la venta de AbenewCo en un plazo y por un precio determinados. Y posteriormente, los tres consejeros nombrados por los minoritarios los «traicionaron» y se adhirieron al plan de agosto, ni siquiera al negociado por De Quinto. Ahora, tienen un nuevo líder, Clemente Fernández, expresidente de Amper, ha planteado una nueva posibilidad: que los accionistas aporten 22 millones en una ampliación de capital. Pero también se antoja muy complicada porque hay que poner de acuerdo a mucha gente y porque la situación es tan desesperada que puede llegar tarde.
En cuanto a Duro Felguera, la propia empresa asturiana ha reconocido que su única salvación es el rescate público, y por eso pidió 100 millones a finales de agosto. La semana pasada elevó esa petición en otros 20 millones, a pesar de que su consejo se ha negado a bajarse el sueldo en solidaridad con el nuevo ERTE que ha planteado a la plantilla de la fabricante de bienes de equipo.