Diez años después de la caída de Lehman Brothers la estabilidad financiera se ve amenazada por la deuda
Los Bancos Centrales combatieron una crisis de deuda con más deuda
La deuda privada que agravó la crisis en España se ha trasladado al sector público
El 15 de septiembre de 2008 la quiebra de Lehman Brothers, uno de los mayores bancos de inversión de Estados Unidos, daba lugar a la peor crisis económica desde el crack del 29. Una crisis provocada por los excesos del sector financiero y contra la que sólo se encontró un antídoto eficaz: permitir que los Bancos Centrales imitaran esos excesos con inyecciones nunca vistas que todavía siguen vacunando a los mercados.
Simplificando mucho, podría decirse que la que estalló en 2008 fue una crisis de deuda que se resolvió con más deuda. El 15 de septiembre de 2018 el mundo es un lugar mucho más endeudado. Y eso hace que sea más vulnerable ante el estallido de una posible nueva crisis -de menores dimensiones que la última-, cuyo germen asoma de vez en cuando.
En el caso español, tras un dramático ajuste, la deuda privada de familias y empresas se ha corregido. Pero lo ha hecho para trasladarse al sector público.
La deuda pública ha pasado de representar el 35,6% del PIB en 2007 al 98,30% de la riqueza nacional, pese al aumento del PIB en los últimos años de recuperación. Cada español debe hoy más de 24.500 euros solo por la factura de deuda del Estado. Una herencia de la crisis que pagarán españoles que ni siquiera habían nacido en 2008.
«Antes de la crisis, la deuda privada creció de manera exponencial. No sólo por parte de los hogares que invertían en ‘ladrillo’. También por parte de las empresas. Esa deriva se traducía en un déficit exterior cada vez más abultado. Así hasta que la situación fue insostenible y estalló», explica a OKDIARIO el director de coyuntura de Funcas, Raymond Torres.
La deuda pública ha pasado de representar el 35,6% del PIB en 2007 al 98,30% de la riqueza nacional en 2017
Diez años después, en España se ha asentado el discurso de la recuperación. Pero lo cierto, es que su economía sigue estando, en cierta medida, asistida por el Banco Central Europeo (BCE), que hasta finales de este año seguirá comprando deuda soberana y de empresas europeas al ritmo de 15.000 millones de euros mensuales.
«La crisis se ha resuelto con más deuda. Pero emitida por un Banco Central, que puede liquidarla. Eso obligaría a recapitalizar su balance y lo llevaría a la quiebra, aunque para evitarlo siempre podría emitir billetes. Eso sí, a cambio podría derivar en una gran inflación», reconoce a este periódico el analista financiero, Juan Ignacio Crespo.
Sin embargo, con el ejemplo de Estados Unidos encima de la mesa, los expertos esperan que ese anunciado fin de los estímulos no tenga consecuencias dramáticas para los mercados europeos y la economía.
Un mundo vulnerable
«La de 2008 fue una crisis de sobreendeudamiento. Pero volvemos a estar sobreendeudados. En España, el sector privado está más preparado porque los tipos están al cero y la deuda privada ha caído con fuerza. Pero el problema está en la deuda pública», advierte el economista, José Carlos Díez.
Mientras, en Estados Unidos, el epicentro del terremoto, la deuda de las familias es hoy superior a la de 2007. Y en China los desbordados datos de endeudamiento ya han dado varias alertas (la más llamativa fue en 2016) que mantienen vigilantes a los analistas.
Esa situación hace que nadie descarte que una nueva crisis pueda estallar en cualquier momento. Incluida la Unión Europea (UE), que como publicó este periódico, quiere dar un nuevo impulso a la Unión Bancaria para armarse mejor por si llega el momento de tener que hacer frente a una tormenta de los mercados.
Precisamente, la Unión Bancaria es una de las mejores herencias que ha dejado una crisis de la que no se han aprendido todas las lecciones. Pese a que fue un banco sistémico el que provocó el tsunami mundial, la concentración bancaria ha hecho que las entidades sean hoy mucho más sistémicas que antes. Pese a que la vivienda se recalentó en exceso, el sector inmobiliario está viviendo una nueva subida de precios que no encuentra correlación en los salarios de los ciudadanos. Pese a que la deuda demostró ser perversa, los Estados siguen adictos a ellas y el crédito al consumo vuelve a tomar fuerza.
Y en los mercados, la principal lección que deberíamos haber aprendido es que «la crisis empezó porque los vehículos de inversión especial (creados para hacer fuera de balance lo que no era rentable en balance) incumplieron un principio básico para quien no tiene una clientela fiel y financiaron en plazos cortos sus inversiones en plazos largos», recuerda Juan Ignacio Crespo. Un detalle que, según lamenta el analista, está siendo olvidado en la mayoría de los análisis periodísticos que se han publicado en los últimos días con motivo de este triste aniversario.
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