El círculo virtuoso de la economía durará, al menos, hasta el cuarto trimestre
De ordinario, si la economía española crecía en torno a un 3%, entonces el empleo tan sólo aumentaba un magro 1%. Los dos puntos restantes de crecimiento se destinaban a los incrementos de salarios y a los excedentes empresariales. Pero ésa no es la situación en estos momentos. En el primer trimestre de 2016, el PIB registró un crecimiento interanual del 3,4% al tiempo que el empleo engordó un 3,2% en tasa anual. Es decir, la recuperación está siendo muy intensiva en empleo, tanto en el número de gente trabajando como en las horas trabajadas.
Para comprender qué está ocurriendo, se antoja imprescindible analizar la evolución de los precios y los salarios. Aunque los sueldos por trabajador en parte bajan porque se compara con un periodo en el que se devolvió una paga extra a los funcionarios, la contención salarial está siendo la tónica habitual. Pagas extra aparte, las remuneraciones están repuntando muy levemente y por debajo de lo que crecen en los países de nuestro entorno, lo que nos está permitiendo mantener la competitividad duramente recuperada durante la nefasta crisis.
Y si además eso se combina con la caída del precio del petróleo, el cóctel produce una suerte de desinflación competitiva. Cuando bajan los precios un 0,2% tal y como ha sucedido en tasa interanual, la primera reacción siempre es la de agarrarse al término deflación, que equivale a un fantasmagórico estancamiento de la economía. En semejante situación, los precios se comportan como un termómetro que refleja una actividad congelada que, a su vez, enfría las expectativas posponiendo cualquier decisión de compra o inversión. Acto seguido, la atonía se enquista y la falta de demanda acaba erosionando los ingresos de las empresas, lo que termina en una nueva ronda de despidos que lastra todavía más la demanda en una suerte de espiral viciosa.
Sin embargo, en el caso español no está sucediendo eso. ¿O acaso se puede llamar deflación a una caída de precios que genera un crecimiento interanual de la economía del 3,4%? En realidad, se ha producido un shock benéfico para la economía provocado por la caída de los precios energéticos y la contención salarial. Esos dos factores están preservando la competitividad de la economía española, cuyos costes antaño solían dispararse con demasiada facilidad.
A su vez, esta competitividad ganada con sudor y lágrimas genera un aumento del empleo que se retroalimenta gracias a unas empresas que necesitan fichar trabajadores tras haberse quedado prácticamente en los huesos. Al más mínimo tirón de la economía, las empresas han tenido que contratar en masa para poder atender el pico de la demanda.
La cadena comienza a partir de unos precios contenidos, ergo mayor competitividad, luego más empleo. Y este círculo virtuoso está poniendo más renta disponible en los bolsillos de las familias. Aunque los salarios sean bajos, hay más gente trabajando, lo que ha disparado el consumo doméstico con indiferencia de los signos de ralentización apreciados en el exterior. De hecho, el bajón de los precios experimentado en otoño seguramente haya espoleado el buen tono que se palpa ahora en la economía.
Con una tasa de paro tan dramática, es una excelente noticia que esta recuperación sea tan intensiva en empleo. Por una vez, no estamos haciendo locuras y el factor trabajo se está repartiendo en lugar de comérselo con salarios más altos.
En tanto en cuanto se siga con esta moderación, la inercia del binomio economía/empleo se antoja muy fuerte y puede continuar. El segundo trimestre apenas muestra señales de agotamiento, y el tercer trimestre siempre resulta muy positivo debido al turismo. De modo que este brío no se detendrá por lo menos hasta el cuarto trimestre.
No obstante, también se perciben algunas notas negativas en los datos de PIB desvelados este jueves. Por un lado, se vislumbra una ralentización de las inversiones. Y por otro, se aprecia una pequeña caída de las exportaciones.
La inversión siempre actúa como un indicador adelantado del comportamiento de la economía. Y las exportaciones han caído puntualmente a pesar de la mejora de las economías de la zona euro. Aunque un trimestre sea algo demasiado volátil en el caso de las exportaciones, este dato podría indicar que la ralentización de los emergentes podría estar afectando al sector exterior. Pese a que todavía resten un par de trimestres buenos para la economía, en estos datos de PIB también se encuentran motivos suficientes para no confiarse.