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Alarma en las pensiones: el agujero es de 27.000 millones sin el traspaso de fondos de los Presupuestos

La caja de las pensiones tiene un superávit de 3.000 millones en julio, después de que Sánchez haya transferido 30.500 millones este año al sistema

Cuando llegó al poder en junio de 2018, el déficit era de 4.000 millones y las transferencias desde los Presupuestos, 13.600 millones

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Carlos Ribagorda

El sistema de pensiones tiene en lo que va de año un superávit de algo más de 3.000 millones de euros, lo que ha servido al Gobierno para presumir de su gestión de la Seguridad Social, subidas de cotizaciones, incremento de afiliados y pensiones más altas en línea con el IPC. Pero falta añadir que sólo hay superávit porque Pedro Sánchez ha disparado las inyecciones de fondos a la Seguridad Social desde los Presupuestos Generales, es decir, desde los ingresos por impuestos. En lo que va de año, más de 30.500 millones de euros de impuestos han pasado a la Seguridad Social, por lo que el déficit real es de más de 27.000 millones.

De acuerdo con los datos publicados mensualmente por el Ejecutivo, cuando Sánchez llegó al Gobierno -en junio de 2018- el déficit de la caja de las pensiones era de algo más de 4.000 millones de euros, mientras que los traspasos desde los Presupuestos Generales alcanzaron los 13.600 millones. El sistema de pensiones, sin dopaje, tenía un déficit de 17.600 millones. Sólo la diferencia entre lo que recauda por las cotizaciones sociales y lo que gasta en pensiones para los jubilados.

Ahora, seis años después de gestión del gobierno socialista y de Sumar, la diferencia entre lo que se recauda por las cotizaciones sociales y lo que se gasta en pensiones supera los 27.000 millones. Y esto sucede pese a varias cuestiones.

Primero, la afiliación a la Seguridad Social está en récord absoluta. Nunca antes había en España tanta gente trabajando y cotizando, más de 21,4 millones de personas. Esta cifra, unida al alza de los sueldos, eleva los ingresos por cotizaciones. Además, el Gobierno ha elevado los impuestos a empresas y trabajadores a través del Mecanismo de Equidad Intergeneracional (MEI), que este año es de un 0,7% que pagan un 0,58% las empresas y un 0,12% los trabajadores.

El MEI es el instrumento que aprobó el Gobierno para afrontar el incremento del gasto en pensiones por la entrada en el sistema de los baby boomers. Irá subiendo una décima cada año hasta alcanzar un incremento del 1,2% en 2029.

Más afiliados, más sueldos, más impuestos… suben los ingresos del sistema. Además, el Gobierno ha aplicado medidas para retrasar la edad efectiva de jubilación y, según anunció esta semana la ministra Elma Saiz, ya se encuentra por encima de 65 años. Cuando Sánchez llegó al poder estaba en 63 años.

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Jubilados agrupados en un parque. (Foto: EP)

También se han puesto en marcha medidas para flexibilizar la jubilación, lo que ha hecho que las personas que adelantan su retiro hayan bajado y las que siguen trabajando después de su edad de jubilación aumenten. En definitiva, más ingresos para el sistema.

Sin embargo, la diferencia entre la recaudación y el gasto es más alta. El motivo es que las prestaciones han subido de manera importante al ligar su subida al IPC en todos los casos. Sánchez ha subido todas las pensiones según la inflación -las de viudedad y las no contributivas, en un porcentaje mayor-.

La consecuencia es que el saldo de las pensiones es más negativo que antes y queda en una situación más complicada cuando se produzca una recesión y un desplome del empleo y de los ingresos por cotizaciones. Si hay crisis económica, que son cíclicas, el sistema está peor preparado pese a la mejora por la flexibilización de las jubilaciones.

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