Adiós a viajar en avión con esto en la maleta: la multa que está llegando a los viajeros y no es para broma
Una prohibición que llega desde Reino Unido a cualquier viajero de la Unión Europea
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Viajar al Reino Unido siempre ha sido una escapada sencilla para muchos españoles, sobre todo para quienes viajan con intención de visitar a algún familiar que vive por ejemplo en Londres, y les llevan provisiones o cosas típicas de España para poder volver a saborear nuestros sabores. Pero lo cierto es que esto ya ha cambiado, y muchos turistas se están llevando un susto importante este otoño: las autoridades británicas han endurecido el control en aduanas y están imponiendo una multa de hasta 6.000 euros por llevar algo tan cotidiano como un bocadillo de jamón o un trozo de queso en la maleta. El aviso lleva meses en vigor, pero el flujo de sanciones ha crecido en las últimas semanas, coincidiendo con el aumento de desplazamientos.
La norma empezó a aplicarse el 12 de abril y, desde entonces, el Reino Unido ha optado por cerrar filas con todo lo que tenga que ver con la fiebre aftosa. No es una enfermedad nueva, ni afecta a las personas, pero sí puede causar un auténtico desastre en las explotaciones ganaderas. Por eso el Gobierno británico ha endurecido los controles y no quiere que entre en el país nada que pueda suponer un riesgo: ni embutidos envasados al vacío, ni quesos comprados en un duty free, ni productos que antes muchos viajeros metían en la maleta sin pensarlo. Muchos viajeros desconocen la normativa y se topan con ella justo en el control fronterizo, cuando los agentes detectan algún alimento prohibido y obligan a tirarlo. Si el pasajero se resiste o no lo declara, el resultado suele ser siempre el mismo: confiscación inmediata y amenaza de sanción. Algunas ya se han hecho efectivas y no son precisamente pequeñas.
Adiós a llevar esto en la maleta si no quieres una multa
El listado de artículos vetados es bastante amplio y afecta a todos los productos cárnicos y lácteos procedentes de países de la Unión Europea. Esto incluye carnes crudas o cocinadas de vacuno, cerdo, cabra u oveja; embutidos de cualquier tipo; jamones; patés; y cualquier procesado que contenga carne. Tampoco está permitido viajar con lácteos: leche, quesos, yogures e incluso sándwiches que lleven carne o queso entre sus ingredientes. Todo ello se considera material de alto riesgo para la propagación de la fiebre aftosa.
La prohibición aplica sin matices: da igual si la compra se ha hecho en España, en otro país europeo o incluso en una tienda libre de impuestos del aeropuerto. Si contiene carne o leche, no entra. Las autoridades lo confiscan, lo destruyen y, si corresponde, te ponen una multa por haberlo metido en la maleta y haber intentado entrarlo en el país.
Qué sí está permitido llevar
Aunque la normativa es exigente, no todo son restricciones. Hay algunas excepciones claramente marcadas y que pueden aliviar a quienes viajan con niños o con necesidades específicas. Por ejemplo, se permite entrar al Reino Unido con pequeñas cantidades de leche infantil y alimentos para bebés. También se admiten productos medicinales prescritos por un médico, incluso si contienen algún derivado animal.
Además, existe una lista de productos catalogados como de bajo riesgo, entre ellos chocolate, panes, pasteles, galletas, pasta seca o dulces. Estos artículos no suponen un problema sanitario y pueden pasar el control sin mayores complicaciones. Aun así, es aconsejable que los viajeros verifiquen el etiquetado y lleguen con la normativa bien aprendida para evitar sorpresas en la frontera.
Qué consecuencias pueden afrontar los viajeros que incumplen la norma
La recomendación de las autoridades británicas es clara: si un viajero llega al control y lleva consigo algún producto prohibido, lo mejor es declararlo de inmediato y entregarlo voluntariamente. Esa simple acción suele evitar sanciones, ya que el objetivo es impedir la entrada de alimentos de riesgo, no castigar al turista despistado.
El problema llega cuando el pasajero oculta el producto, se resiste o simplemente desconoce la normativa y lo intenta pasar como si fuera algo menor. En esos casos, los agentes de aduanas están procediendo a la confiscación inmediata y, además, pueden imponer multas de hasta 5.000 libras esterlinas, alrededor de 6.000 euros. Una cantidad muy seria que puede arruinar cualquier viaje y que ha sorprendido a más de uno por su dureza.
Este tipo de controles, según explica el Gobierno británico, responden a la necesidad de proteger su industria ganadera frente a una enfermedad que ha demostrado ser devastadora en el pasado. Aunque no afecte a las personas, sí puede paralizar explotaciones enteras y generar pérdidas millonarias. Por eso, el Reino Unido no está dispuesto a correr ningún riesgo frente a lo que entra en su país. Y en el caso de que se viaje con niños o con alimentos especiales, lo mejor que se puede hacer es llevar todo perfectamente identificado y, si hace falta, declararlo sin problemas. La transparencia suele ser la mejor garantía para superar el control sin incidentes.