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2020: ¡La epidemia de un crash!

Un crash es una ejecución masiva de créditos, junto con una extensión de pánico que afecta a los mercados de manera abrupta, por lo tanto podríamos decir que actualmente estamos de lleno en un crash bursátil

Bolsa de Madrid
Bolsa de Madrid

«El destino de un inversor lo marca su estómago, no su cerebro»
Peter Lynch

Las Bolsas han entrado claramente en pánico, lo cual en el mercado conocemos como un evento de volatilidad. Un suceso aleatorio altamente improbable conocido como “cisne negro”, y potencialmente convertible en crash.

Sin embargo, antes de mencionar la palabra crash hay que entender muy bien qué es, y cuáles son los motivos que lo definen. No podemos confundir un crash con un mercado bajista, puesto que si bien es cierto que es habitual ver un crash en un mercado bajista, no es siempre es así, como por ejemplo sucediera en 1987 y en 1998. Un mercado bajista responde a una situación de contracción en los beneficios empresariales que puede anticipar una desaceleración económica, o incluso una recesión que no tiene por qué terminar en un crash.

El VIX, el índice del miedo, cotiza en su nivel más alto desde 2008

He dedicado gran parte de mi carrera a estudiar la silueta que dibuja un crash. Como lo fue mi preferido, aquel que me hizo perder la noción del tiempo muchas noches: el de 1987. Hay que comprender que un crash es una ejecución masiva de créditos, junto con una extensión de pánico que afecta a los mercados de manera abrupta, por lo tanto podríamos decir que actualmente estamos de lleno en un crash bursátil. La justificación de esta afirmación la tenemos en el VIX (el indicador del miedo, que cotiza la volatilidad implícita de las opciones del SP500) en 45 unidades, su nivel más alto desde el crash de 2008. Aparte del VIX, es importante entender cómo funciona internamente un mercado, puesto que por norma general la gente al no entender nada, huye del mercado presa del más absoluto pánico.

Peligro apalancados

Un crash es especialmente peligroso para aquellos inversores que invierten apalancados, puesto que la ejecución masiva de créditos, que se conoce en las mesas de negociación como ‘margin call’, ejecuta sin ningún tipo de miramientos, del mismo modo que los fondos de inversión, planes de pensiones y los fondos índice.

Un inversor desinformado nunca entenderá lo que sucede, y por ello se deshace de su cartera dándonos en la mayoría de casos mandato de venta preso de una latente ignorancia coyuntural. Ello provoca una reacción en cadena, puesto que como gestores nos vemos obligados a deshacer posiciones masivamente en contra de nuestra voluntad. El inversor decide reembolsar, y el gestor no tiene más remedio que vender. Esta tesitura se retroalimenta hasta que el último cobarde euro ha salido del mercado, y ese es precisamente el dinero que se evapora del bolsillo de aquellos inversores. La volatilidad es simplemente eso, movimientos abruptos de la cotización, de ahí que sea bueno comprender cuando mantenemos que Talgo seguirá fabricando trenes para Renfe, y que en los próximos dos años ejecutará el 35% de su cartera de pedidos, generando unos 200.000 millones de euros de cash flow, en lugar de aterrarse al ver caer la cotización un 6%.

Como les comentaba, un crash bursátil es diferente a un mercado bajista. El mercado bajista de 2008 duró alrededor de tres años. Y lo que llevó a USA a la miseria fue la gran depresión y el largo mercado bajista que se vivió después del crash de 1929. El crash de 2008 duró dos semanas, de igual manera que el crash de 1987. Los eventos de volatilidad no suelen durar más de 3 semanas, eso sí, golpeando los mercados entre un -15% y un -35%. Pero también es muy cierto que dichos eventos de volatilidad tienen recuperaciones técnicas en forma de V, lo que es especialmente goloso para aquellos que estamos tranquilos y muy atentos. La situación actual del mercado dependerá de si vivimos otra semana de pánico o bien de reacción. Todo dependerá de la cantidad de compras apalancadas que sujeten el mercado americano, y de la locura y la codicia de esos pobres inversores desinformados.

Por ahora, ya podemos afirmar que la pasada ha sido la segunda peor semana de la bolsa en el siglo XXI

Si queda en un -15% hablaremos de un ‘flash crash’, pero si pasamos a un -25% de un nuevo crash para la historia. Por ahora, ya podemos afirmar que la pasada ha sido la segunda peor semana de la bolsa en el siglo XXI. La primera por supuesto, la vivimos en septiembre de 2008 con la quiebra de Lehman Brothers. Situación que no olvidemos, se sucedió después de que los índices americanos retrocedieran el mercado un 30%.

Lo que está claro es que no son eventos habituales en el comportamiento de las bolsas. Un mercado bajista largo suele explicar dificultades en la economía, ¡pero un crash no!

Vuelvo al ejemplo del de 1987, donde se vivió un señor crash como consecuencia del salto masivo de stops computerizados tras la orgía alcista previa del Dow Jones. El mercado se limpió nada menos que un -35% en dos semanas, y en un año se recuperó toda la capitalización. ¿Luego? la década más alcista de la historia.

El problema de un crash no es la volatilidad que genera, es enfrentarte a ella apalancado o sentenciarte como un preso más. Ya sea por miedo o falta de colateral, vender en pleno crash es lo realmente peligroso. De ahí que el destino de un inversor lo marque su estómago y no su cerebro.

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