Ciclismo

Van der Poel II de Flandes

Van der Poel
Van der Poel sube a rueda de Pogacar en los adoquines. (AFP)
Francisco Rabadán
  • Francisco Rabadán
  • Redactor jefe de deportes. He tenido la oportunidad de cubrir dos Juegos Olímpicos, varios Mundiales de distintas disciplinas y algún que otro All-Star de la NBA con los Gasol. De Córdoba y sin acento.

Mathieu van der Poel volvió a levantar los brazos en el Tour de Flandes tras protagonizar una tremenda batalla con Tadej Pogacar. Los dos principales exponentes del nuevo ciclismo, el amo de las Clásicas contra el dueño del Tour de Francia, protagonizaron un mano a mano antológico que se resolvió en un sprint no exento de polémica. El esloveno se quejó de ser cerrado en los metros finales.

El hecho es que los 273 kilómetros de recorrido no decepcionaron a nadie. Hubo un montón de idas y venidas, ataques y contraataques para finalmente dejarnos el mano a mano que todo el mundo esperaba. Pogacar, campeón de los dos últimos Tour de Francia, está en una cruzada por desmitificar los Monumentos del ciclismo y quiere conquistarlos todos.

Van der Poel, por su parte, intenta salvaguardar el misterio y la devoción que este tipo de pruebas despiertan en el gran público y que no tendrían la misma importancia si el vigente campeón de la ronda gala se los llevase como si nada. Pogacar tenía ante un reto mayúsculo puesto que sólo dos vigentes campeones del Tour de Francia habían ganado en los adoquines de Flandes: Eddy Merckx y Louison Bobet.

El esloveno lo intentó todo para seleccionar la carrera con un ataque a más de 50 kilómetros en el Oude Kwaremont dejando la carrera patas arriba. Allí sólo Van der Poel, Van Baarle, Madouas y Wright eran capaces de aguantarle el pulso. Pogacar, lejos de conservar, siguió atacando conforme se empinaba la carrera hasta tal punto de quedarse mano a mano con Van der Poel a 20 de meta.

El ciclista holandés, que ya perdió el año pasado en el último metro este Monumento al ciclismo ante el danés Kasper Asgreen, aplicó toda la experiencia que aprendió de aquella ocasión. Ralentizó al extremo el ritmo en el kilómetro final permitiendo incluso que sus perseguidores les cazasen. Esa bocanada de aire que tomó fue definitiva para que ganase el sprint a un Pogacar que se quedó encerrado ante Van Baarle y que se quedó encima fuera del podio tras ser el más fuerte de la carrera.

Un flandeer, aunque ponga holandés en el pasaporte, se llevó la carrera por excelencia del ciclismo de Clásicas impidiendo a Pogacar incrementar su nómina de Monumentos. En el último año había ganado en Lieja y Lombardia, además de ser quinto en Milan-San Remo. El esloveno quiere batir todos los récords, pero en estas carreras ya ha comprobado que nadie regala absolutamente nada.

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