SUPER BOWL LII

Philadelphia Eagles vuelan sobre el mito de los Patriots y ganan la Super Bowl (41-33)

Super Bowl
Philadelphia Eagles vencedores de la Super Bowl LII sobre New England Patriots (Getty)
Ignacio L. Albero

La sinfonía de barras y estrellas levantó el telón artificial de los nervios, la calma infernal que redunda en los aledaños del estadio hasta el sonido del primer pateo hacia el óvalo. La moneda sonrió al campeón, New England Patriots, acostumbrados a que la gravedad golpee el canto siempre hacia su territorio. Como el zigzagueo de Nadal hacia su hábitat, la mano derecha de Ronaldo incitando a la tranquilidad, o Carmelo Anthony golpeando su cinta con tres dedos tras un triple, Tom Brady iniciaba su ritual de jadeos al aire, lanzando sus puños hacia la nada, revolviendo a su parroquia. Era el inicio no verbal; una recordatorio de quién es el mejor de todos los tiempos: arrancaba la Super Bowl.

Sin tanta coreografía, Philadelphia Eagles sacudió como un martillo a la defensa de Matt Patricia, que reculó como una horda de orcos en el Abismo de Helm. El play call de Pederson engranó a la perfección en un primer drive inmaculado: sólo les faltó el touchdown. Los tres puntos fueron un castigo para los de verde, un bendición para los de Belichick. Las águilas vestidas de dragones se quedaron sin fuego en la red zone. Turno para Brady.

Casi en un copia y pega, los Patriots replicaron un drive perfecto, desdibujando una defensa que se desarboló entre una protección perfecta a Brady. Todo terminó de forma idéntica: field goal. Iguales. Aquello era una bacanal ofensiva, avanzando como en un paseo militar de Kim Jong-Un. Foles reinventó el play action con un pase de 35 yardas para Jeffery. Touchdown. La recepción no desmereció la mecánica del quarterback en un festival aéreo. Erraron el adicional en uno de esos puntos de los que te acuerdas cuando el Vince Lombardi asciende a los cielos.

Aquello empezó a tomar tintes de un partido de solteros contra casados: Brady aprovechó el espacio para resolver un 3&7 hasta un solitario Amendola. Todo culminó con un Gostkowski, que arrancaba su amarga noche, fallando un field goal de 26 yardas. Intentaron resarcirse tras frenar por primera vez a los de Doug Pederson: jugada de engaño que termina con Brady rozando el balón como receptor, resbalando frágil entre sus dedos. No le pidan pasar y recibir.

La película ya la habíamos visto antes: Blount desangró a la defensa de los Patriots. Jugaron un todo o nada de dos puntos que se quedó en un susto para New England. El fantasma de los Falcons y las primeras partes se paseaba tímido por Minneapolis… hasta que Foles fue interceptado en una de esas que acaba inclinando el terreno en favor de los de blanco.

No tardó nada Brady en aprovecharlo: pase quirúrgico hasta rozar la red zone. White culminaba penetrando como una tuneladora de Gallardón en la end zone de Eagles: 15-12. El frenesí no se iba a la cama: Clement recepcionaba para correr 55 yardas, dejando el touchdown a unos centímetros de la gloria. La defensa se agarró al estribillo del Dúo Dinámico, resistiendo y forzando el 4º down. Y allí, de la nada, apareció Pederson con un mágico play call. 

Foles se hace el tonto, recibe Clements, se la da a Burton y este encuentra al mismo quarterback, solitario, golpeando la moral de un Brady que no pudo atraparla minutos antes. El valor era doble: touchdown, 22-12, 10 puntos de ventaja, y el partido al descanso. Allí esperaba Justin Timberlake para revolucionar el U.S Bank Stadium con un show no acorde al recital ofensivo de ambos equipos. En los descansos suele despertar la bestia bostonita…

Eagles aguantan… y vencen la Super Bowl

La píldora anímica al descanso funcionó a la perfección: Brady lanzando como un fallero petardos en Valencia y Gronkowski bajándolo todo. La defensa de Philadelphia seguía ausente: la cuarta recepción del tight end finalizó en touchdown. No habían pasado ni 3 minutos y la inercia se revolvía en favor de los Patriots.

Pero Foles se disfrazó de Brady, no le temblaba el pulso y golpeaba con furia en una réplica que olía a contrato de muchos ceros. Salvaban todos los terceros downs con una facilidad que abría una herida todavía muy pequeña en la moral patriota. Terminaba el paseo con un pase brutal a Clements, que hacía la recepción en doble cobertura: otros 6 puntos. Se dudaba de que fuera buena… pero la revisión favoreció a Eagles: 29-19. 

La defensa de los Eagles parecía una copia china de cualquier dispositivo móvil: no funcionaba ni la secundaria, ni el pass rush. Demasiado tiempo para que piense el mejor quarterback de la historia. Volvía a terminar el drive en la end zone. De nuevo a un sólo field goal de diferencia… y, visto lo visto, quedaba demasiada tela por cortar.

Porque los Patriots son y serán eternos. No necesitaron de florituras ante una defensa que se electrocutaba en manos de Brady: replicaron el field goal de Eagles en touchdown. La ruleta rusa a la que jugaba Philadelphia no caía en cartucho vacío: Patriots por primera vez por delante. La inercia tenía color blanco y los bastos pintaban para los de Pederson en la Super Bowl.

Fue un golpe de magia, un truco del destino, quizá, un cambio de inercia en el momento dónde se deciden las Super Bowl. Foles sacó el látigo que había destrozado sin piedad con anterioridad cuando dolían las articulaciones. Primero con una cuarta oportunidad que, a cualquier otro, no le hubiera dejado dormir. Luego con un drive maestro, sobrecogedor, rompió miles de plumas con un touchdown vital de Ertz. Las lágrimas intangibles creaban algún charco en el banquillo de los Pats… aunque peor había sido lo de Timberlake. 

Super Bowl
Philadelphia Eagles ganó a New England Patriots la Super Bowl (Getty)

Tom Brady soplaba sus manos, sabiendo que su equipo volvía a necesitar de un milagro del mejor de siempre. Pero, cuando todo empezaba a oler a otro imposible, apareció la defensa de Eagles: sack, fumble, y balón recuperado. Finiquitaron con un field goal, el marcador en 41-33, y un solo minuto, sin tiempos muertos, para New England Patriots. La NFL, esta vez, no iba a ser país para patriotas. Eagles vencía, planeando sobre el mito de un equipo acostumbrado a que, pasara lo que pasara, siempre ganaba.

Las águilas mutaron en un monstruo de tres cabezas que mortificó a su rival en la zona cesarini. No hizo falta una llamada a Los Vengadores ni un balón en el descuento a Ramos: Foles no se cayó de la escalera cuando más vértigo y movimiento había. Fueron el trueno que canta Imagine Dragons, un balón en manos de LeBron James cuando quema, cualquier canción resonando en la garganta de Amaia en OT. La perfección a 6 minutos del final para, esta vez sí, volar sobre el nido del cuco de Brady y Belichick. 

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