Los Angeles Rams ganan con suspense la Super Bowl
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Era la Super Bowl menos Super Bowl de los últimos años. La ausencia de un héroe, de una leyenda, de un acicate para los menos habituales de las madrugadas del domingo al lunes, no desmejoró el espectáculo hilado por los mejores arquitectos del show. Los Angeles Rams y Cincinnati Bengals se daban cita por la historia en la ciudad de las estrellas con un claro favorito: los locales.
Cincinnati buscaba la gloria al más puro estilo americano, el underdog que no figuraba en quiniela alguna, había anotado en su lista de víctimas a los Kansas City Chiefs de Mahomes. Los Angeles, por su parte, no desmerecían hazaña al haber pintado el final del mejor quarterback de todos los tiempos: Tom Brady. Con estas cartas sobre el tablero, The Rock apuró el inicio de una Super Bowl atípica que, sin embargo, iba a contar con los mejores ingredientes.
Los Rams de McVay apenas tuvieron que hacer mucho para encauzar la primera mitad a su favor. Stafford, su quarterback, fue castigando sin excesos, a una regular defensiva. Primero aprovechando a su mejor receptor, Cooper Kupp, para acercarse a la red zone y, más tarde, a su segunda espada: Odell Beckham Jr. Touchdown. La reacción de los Bengals se quedó corta pero válida para la ocasión: field goal de 3 puntos y 7-3.
Pero Stafford seguía haciéndose valer de la mano de un McVay, por entonces, inspirado. A la fiesta se sumaron los de siempre, Kupp y Odell Beckham Jr. nada más iniciar el segundo cuarto. Matthew conectó con Kupp para ampliar la ventaja a 13-3. Pero la inercia encontró su freno en una jugada suicida de los Rams. El exceso de ambición pintó un delirante extra point que, lejos de acabar en entre palos, se quedó en un intento de aspirar a más puntos de la peor forma posible. Parece ser, eso sí, que por error de los equipos especiales de los Rams. Todo se quedó igual y los Bengals olieron la sangre.
Remontan los Bengals
Burrow llegó a tiempo para enfundarse el guantelete del infinito y repartir todo tipo de castigos a la potente defensa de Los Angeles. Con una línea ofensiva deficiente sobre el papel, el joven quarterback aguantó la presión para ir comiendo yardas como cereales en el desayuno. Con paciencia y, con Mixon robándole el protagonismo, conectando con Higgins en la end zone, se marcharon a ver a Snoop Dogg, Eminem y compañía con el 13-10 en el descanso. Y todavía les quedaba lo mejor.
Burrow no se quitó el guante durante el descanso y, nada más volver a rozar el césped, se inventó un pase de 75 yardas, de nuevo, a Higgins, que acabó depositando el óvalo en la end zone. Remontada. Y Stafford interceptado. Y otro field goal de Bengals. La película cogía unos tintes dramáticos que ni el final de La La Land. Los Angeles necesitaba de la mejor producción de McVay para buscar un final tan típico como necesario para la franquicia.
Los Rams ganan la Super Bowl
Primero respondieron con otro field goal para reducir la distancia a 4 puntos. Después llego la nada. El reloj fue castigando a los Rams que, a falta de 5 minutos para el final, tenían la posesión con una sola opción: anotar un touchdown. Encontraron la red zone y Stafford llegó al momento decisivo, aparentemente, hecho un flan. Erró en 3 momentos decisivos… pero apareció un pañuelo salvador por parte de los colegiados. Menos de dos minutos y otros 4 intentos a menos de 10 yardas de la gloria.
En la primera opción: touchdown… anulado. Esta vez el pañuelo amarillo iba en contra. Otros 4 intentos. Pero la oleada de pañuelos por parte de los árbitros era un tsunami imparable. De nuevo le brindaban 4 oportunidades, en la línea de gol, para volcar el resultado a su favor a falta de minuto y medio. No iba a desperdiciar tal oportunidad y tiró de su mejor opción: Kupp. Touchdown, extra point entre palos y 23-20 a favor. Todo estaba escrito. Todo en manos de un milagro de Burrow.
Lo rozó cuando plantó a su equipo en la 50, a tiro de piedra de lograr patear el field goal. Pero apareció Aaron Donald para negarle la oportunidad y certificar el final previsible de una película poco taquillera para el público menos habitual pero más que válida para la franquicia de Los Angeles: victoria por 23-20. El invento de Sean McVay con una ristra de estrellas en su final acabó con el guion que todos esperábamos: Campeones de la Super Bowl LVI.
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