CHAMPIONS LEAGUE: REAL MADRID 1-1 TOTTENHAM

Canta y no Lloris

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Cristiano, en el suelo ante Hugo Lloris. (AFP)
Miguel Serrano
  • Miguel Serrano
  • Me confundieron con un joven prodigio pero acabé de periodista. Escribo cosas de deportes y del Real Madrid en OKDIARIO, igual que antes las escribía en Marca. También a veces hablo por la radio y casi siempre sin decir palabrotas. Soy bastante tocapelotas. Perdonen las molestias.

El gol volvió a hacer la cobra al Real Madrid, que se topó una vez más con una actuación memorable del portero rival. Lo que antes hicieron Neto, Raúl o Adán en el Bernabéu en la Champions lo hizo Hugo Lloris, un portero con mayúsculas, de esos que ganan puntos y partidos, que evitó con sus intervenciones que el campeón de Europa se llevara tres puntos que, tanto por juego como por insistencia, se mereció de sobra.

Zidane, como los buenos magos, se guardaba el mejor truco para el final. Todo el mundo –el primero el menda– dábamos por sentado que jugarían los de Cardiff con Nacho por Carvajal. Teníamos razón… a medias. Los de Cardiff sí, pero Nacho no. Zizou apostaba por un chico de 19 años para ser titular ante el Tottenham. Jugaba Achraf, porque Zidane tiene toda la valentía que les faltó a sus predecesores en el cargo. Sí, me refiero a Benítez y a Carletto, que no habrían puesto a Achraf ni después de haberse comido dos cochinillos en Cándido cada uno.

Vertiginoso y ágil, como un guepardo, nació el partido. Con el césped rápido y los dos equipos a tumba abierta, la pelota iba de fondo norte a fondo sur a la velocidad del sonido. Dominaba más el Real Madrid, pero el Tottenham trataba de adelantar su defensa de cinco para no encerrarse. Algo que no logró en el minuto cuatro cuando los blancos demostraron su profundidad en una jugada en la que centró Marcelo desde la izquierda, sobrevoló el área hasta la diestra donde Achraf se incorporó para asistir a Cristiano.

El violento cabezazo del luso se estrelló contra el poste. De resultas del rechace la pelota le cayó a Benzema, solito en el punto de penalti, pero el francés, en lugar de empujarla, la echó fuera. Esas no las falla Harry Kane. Bueno, y su prima pequeña tampoco. De hecho, esas no las falla ni Benzema. Pero esta vez la falló. Cristiano se enfadó más por su cabezazo que Karim por su pifia, pero ya se sabe que a Benzema sólo le hierve la sangre al volante.

Manda el Madrid

No le afectó al Real Madrid la doble ocasión perdida y siguió a lo suyo: dominar, manejar la pelota e ir encerrando al Tottenham con un ubicuo Modric. Y un Achraf más descarado que un quinceañero de los que salen en Hermano Mayor. El niño estaba inclinando el campo hacia su costado como si Falete se sentara en la esquina de un sofá. Su presencia en el juego de ataque de los blancos era notoria y notable.

En pleno dominio del Madrid el gol volvió a hacer la cobra a Cristiano al filo del 17. El luso hizo bien el zigzag para meterse en el área, pero su disparo raso se fue escorando a la derecha, como Aznar, y se marchó fuera. Respondió el Tottenham con un violento cabezazo de Kane que Keylor Navas, que vive bajo los palos, despejó en acrobática e innecesaria postura. El remate iba centrado y otro portero la había atrapado sin despeinarse.

Era el primer aviso de Kane, que demostró su valor con un nudo marinero a Marcelo, que derivó en un penalti de Casemiro que el árbitro no vio como si estuviera en el Camp Nou. La irrupción de Kane en el partido desajustó al Madrid, que se desconectó como un móvil sin batería y dejó el duelo a merced del Tottenham.

Kane y Varane, a pachas

Y Kane volvió a aparecer en el 27 y esta vez, a pachas con Varane, no perdonó. Fue un centro de Aurier desde la banda derecha mientras que Marcelo se tomaba un cortado. Allí apareció Kane para intentar rematar de espuela, aunque el que acabó anotándose el autogol fue Varane. El Real Madrid pagaba muy cara su ley de desconexión en el partido.

El tanto espoleó a un Real Madrid que volvió a desatarse en ataque, pero con el arma tan encasquillada como siempre. Benzema no pudo cabecear un centro medido de Modric en el 37. Seguía el equipo de Zidane en modo escopeta de feria, como si todos sus futbolistas fueran clones de Higuaín.

En el 41 por fin Kroos encontró una senda entre los centrales del Tottenham. Se metió en el área y Aurier se lo llevó puesto. El colegiado –polaco para mas inri– señaló el punto de penalti. Cristiano Ronaldo lo anotó el tanto mientras el Bernabéu desenvolvía el papel albal del bocadillo para el descanso.

En la reanudación salió furioso el Real Madrid, dispuesto a solventar el duelo por la vía rápida. El Tottenham apenas podía ponerse los brazos por delante para protegerse de los golpes. En el 53 Benzema volvió a fallar el gol del siglo. Fue en un cabezazo a bocajarro, a medio metro de la portería, después de un centro de Casemiro. Voló Lloris y la sacó con el pie cuando ya estaba vencido. El Madrid volvía a toparse con su falta de puntería.

El muro francés

A falta de gol, a los blancos al menos les quedaba el fútbol, recuperado después de un irregular primer tiempo. El Real Madrid era un huracán ofensivo que se quedaba en brisilla cuando se asomaba al área de Lloris. La sucesión de ocasiones era ya hasta cansina.

Otra mano maravillosa de Lloris a un voleón de Cristiano Ronaldo en el 62 volvió a evitar milagrosamente el 2-1. El Real Madrid merecía de largo la victoria, pero el gol seguía haciéndole la cobra. Y otra vez en el 64 Lloris sacó un disparo abajo de CR7 después de una obra de arte al galope del portugués. El Madrid cocía el gol, pero seguía teniéndolo crudo.

A los de Zidane aún les quedaban 20 minutos y tres cambios para intentar desfacer el entuerto. El partido tenía vuelta y en el 70 Kane tuvo en sus botas el 1-2, pero una providencial mano abajo de Keylor consiguió que la pelota rozara el poste por fuera. Respiraba el Bernabéu. Y volvió a contener el aire en un disparo de Eriksen que se estrelló contra el lateral de la red.

A la desesperada

Zidane reaccionó en el 75 y metió a Asensio por Benzema. El Bernabéu fue magnánimo con el francés. El Real Madrid volvió a retomar el pulso del partido y a acorralar al Tottenham. Pero el tiempo se agotaba y el madridismo, siempre fiel a la épica, empezaba a tener sueños húmedos con cabezazos de Sergio Ramos.

Y Sergio no esperó al 90, en el 85 ya se había puesto de delantero centro. Zidane metía a Lucas por Isco para intentar ponerla desde las bandas. No quedaban ni más tiempo ni más ideas. Lo intentó hasta el final del Real Madrid, pero esta vez ni en la épica encontraron el gol los blancos, que firmaron el empate ante el Tottenham en un partido en el que pudieron golear, pero en el que su falta de puntería y la enorme actuación de Lloris les acabó condenando.

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