Con ustedes, el rey de Europa
Por muchos materiales que inventen los de Adidas, ya saben que la camiseta del Real Madrid en la Champions siempre se agranda. O se agiganta. Los blancos remontaron el regalo inicial de Keylor Navas y completaron un partido prodigioso ante un notable Nápoles para acabar ganando por 3-1. Benzema igualó el duelo antes del descanso y Kroos puso por delante a los de Zidane en la reanudación. El 3-1 lo selló Casemiro con una volea magistral que puso en pie a un Bernabéu que volvió a levitar con un equipo nacido por y para la Champions. Señoras y señores, esto es el Real Madrid. Con ustedes, el rey de Europa.
Noche de Champions, alineación de Champions. Zidane ponía su once de (casi) gala a la espera de Bale que, como Avon, está llamando a su puerta. Era un once de alfombra roja, un once de alta costura al que sólo le faltaba el galés para coronar el traje del Real Madrid con un brillante tocado. Y a falta de Bale, jugaba James, un futbolista con un talento enorme en sus dos piernas y un cañón en la zurda. Buena elección, vive Dios.
Lo recito aunque sé que se lo conocen de memoria: Keylor bajo los palos; Carvajal –que regresaba al equipo después de su lesión–, Varane, Ramos y Marcelo en la defensa; Casemiro, Kroos y Modric en el centro; James, Benzema y Cristiano arriba. Sonaba potente, como uno de esos auriculares enormes que llevan los futbolistas.
Enfrente llegaba un Nápoles muy poco italiano avalado por su racha de 18 partidos sin perder, pero con la duda si alguno de sus jugadores iban a soportar el peso del Bernabéu en una noche de Champions, que eso es como si te cae encima un elefante recién comido.
Salió furioso el Real Madrid, dispuesto a que el Nápoles sintiera lo que Valdano, escultor de palabras, acuñó como miedo escénido. Treinta segundos tardaron los de Zidane en crear su primera ocasión clamorosa tras una soberbia combinación entre Cristiano y Benzema. La culminó el francés con un tiro seco pero centrado que rechazó con una mano dura Pepe Reina.
El partido era un concierto de rock, con los dos equipos a tumba abierta, pero con un Real Madrid muy intenso, muy metido y especialmente vertiginoso. Era un ataque total de los blancos. Carvajal y Marcelo eran dos centrocampistas más y Ronaldo aparecía por todos los sitios como Pablo Iglesias en la tele. Intentaba estirarse el Nápoles, pero la pelota le duraba un suspiro.
Keylor Navas, ‘sing star’
Y en pleno vendaval ofensivo del Real Madrid apareció Keylor Navas para regalar un gol al Nápoles. Fue un disparo de Insigne que no iba a ninguna parte. Tiró desde más de 30 metros, tiró flojito y tiró centrado, pero Keylor estaba descolocado, desorientado y perdido. El gol fue una obscenidad que demuestra que el costarricense NO SERÁ el portero del equipo blanco la próxima temporada. Fue un gol intolerable que ponía a los de Zidane el partido cuesta arriba y les complicaba, de paso, la eliminatoria.
El gol desquició al Real Madrid, que acusó el golpe y se olvidó de jugar. Normal. Que tu portero regale (otra vez) un gol en una eliminatoria de Champions es demasiada ventaja. Pero el Real Madrid siempre hace honor a su leyenda y nunca se rinde. Por eso apenas tardó cinco minutos en igualar el partido. Otra jugada coral de los blancos acabó en un tremendo control de James, un centro magnífico de exterior de Carvajal y un cabezazo de un emboscado Benzema que se comió primero Albiol y luego Reina, que ni salió ni paró.
Respiraba Zidane, respiraba el Bernabéu. El Madrid merecía ir ganando, pero al menos acaba de empatar. Los blancos eran un tsunami, pero Cristiano tenía el punto de mira desviado. El en 27, el luso tuvo una ocasión franca, clamorosa, grosera, tras una pared genial entre Benzema y Modric. Pero hasta los mejores fallan y CR7 la echó arriba cuando lo más fácil era acertar entre los tres palos. Al Madrid le penalizaba su falta de acierto en las alas.
Asedio y respiro
Los blancos se tomaron un respiro a la media hora, quizá porque era imposible mantener un ritmo tan alto durante todo el partido. El Bernabéu vivía un buen partido pero con un mal resultado para el Madrid. En el 41 Benzema tuvo otro gol cantado. Fue en un magnífico pase de Cristiano Ronaldo, que habilitó al francés dentro del área pero Reina se le echó encima y el remate de Karim murió en el palo. Otro gol que se iba al limbo del Bernabéu y ya iban tres.
Al descanso el resultado no podría ser peor para los blancos. Después de un enorme caudal de juego, de un partidazo ofensivo del Real Madrid, el duelo se iba al intermedio en tablas. Un tiro a puerta del Nápoles, un gol. Cuatro ocasiones clamorosas de los madridistas, un gol. Mal bagaje en la Champions, donde los errores se pagan más caros que el sueldo de un estibador.
Con la sensación de que había perdonado a vida al Nápoles, el Real Madrid afrontaba el segundo tiempo para intentar salir del jardín en el que se había metido por sus fallos en las dos áreas. El duelo nació más frío de salida en la reanudación y eso no venía nada bien a los blancos. Pero entonces volvió a aparecer Cristiano Ronaldo con otra maniobra soberbia en la banda derecha. Sentó a su par, remontó la línea de fondo y asistió para Toni Kroos, que marcó con su taco de billar con la facilidad de un experto a tres bandas.
Kroos y ‘Casemirazo’
El Madrid volvía a gustarse, espoleado por un Bernabéu en llamas. El madridismo vibraba, sudaba y sufría con su equipo, que se lo estaba dejando todo en el campo. Pero no se vayan todavía, que aún hay más. Los blancos eran una estampida atacando y tuvieron su merecido premio del tercero con un golazo escandaloso de Casemiro. Vino después de otra buena combinación entre Modric y James. Un defensor del Nápoles despejó y por allí apareció Casemiro para empalar una volea maravillosa ante la que nada pudo hacer Reino. El Bernabéu se caía.
Siguió dominando el Madrid y acumulando ocasiones. Cristiano la tuvo en el 65 y de nuevo su disparo se fue al cielo del Bernabéu. El luso estaba haciendo un partido enorme pero –lo que es extraño en él– fallaba con el estoque. También la tuvo Mertens en el 68, pero su disparo se marchó arriba. Por primera vez en el partido la suerte sonreía al Real Madrid, que ya era hora.
Hasta el final va el Real
En el 68 Sergio Ramos tuvo que retirarse lesionado y entró en su lugar Pepe. El Madrid perdía a su capitán, pero entraba un viejo guerrero acostumbrado a librar este tipo de batallas. Entró después Lucas Vázquez para dar un respiro a un fundido James Rodríguez, que había completado un partido más que notable.
El Nápoles no se rindió y siguió apretando. Callejón marcó en el 81, pero estaba en fuera de juego. Al Madrid se le iban a hacer largos los últimos minutos. Morata entró por Benzema para intentar recuperar algo de empuje. En el 84 Marcelo perdonó el cuarto, quizá porque llegó demasiado fundido al pase final de Cristiano.
Al final el duelo concluyó con 3-1, una renta valiosa para la vuelta en San Paolo, pero quizá algo corta a la vista del partidazo del Real Madrid y del aluvión de ocasiones que acumularon los blancos. Eso sí, el madridismo se marchó del Bernabéu con la sensación de que su equipo fue fiel al escudo y volvió a escribir otra gloriosa página de su leyenda en la Champions.