El ‘profesor’ Nolito imparte un máster en la España de los becarios
Nolito es un jugador con alma de matador de toros. Y encima tiene un nombre muy español: Manolo. Vamos, todo lo que le jodería a Ana Colau. Nolito tiene duende, arte, valentía y descaro y sabe que el fútbol tiene un componente estético que lo engrandece. Chirría como los goznes de una puerta oxidada en un equipo de Simeone –chuparía más banquillo que Óliver Torres–, pero sería un ídolo en ese Cádiz de Mágico González o de Carmelo o de Kiko.
Cumplirá 3o años en octubre y está en oferta: sólo vale 18 millones de euros. Yo me lo compraría si los tuviera aunque sólo fuera para sacar más pasta en su traspaso, así estilo Mendes o Roures. Porque Nolito los vale. Ante Bosnia dio un recital y mandó un aviso a Del Bosque: si quiere desborde, talento y gol, España tiene que ser Nolito y diez más.
Su faena de dos orejas y rabo empezó con un quite por gaoneras en el primer minuto con un pase magistral a Aduriz, que remató de primeras y sólo una salvadora mano de Begovic evitó el gol de España. Nolito estaba en plan Talavante. Diez minutos después se plantó en los medios del área y con un toquecito sutil y profundo, como un natural del Cid, metió un golazo que adelantaba a La Roja (por España, no por Ada Colau).
Pero lo mejor de la faena de Nolito estaba por venir. Fue un gol en el 17 después de una vaselina maravillosa, sólo al alcance de los jugadores con un talento descomunal, una vaselina de esas que fallaba Raúl un par de veces por partido. Era la estocaca a una faena perfecta que había durado un poco más de un cuarto de hora.
Unos becarios discretos
El partido, al margen de Nolito, sirvió para sacar muy pocas conclusiones, por no decir ninguna. Los becarios de Del Bosque se comportaron con obediencia, pero sin descaro. Vamos, hicieron de becarios. El partido se fue muriendo y en el 29 Bosnia acortó distancias con un gol a balón parado. Pjanic botó un córner y Spahic le ganó la acción a un Bartra dulce y blandito como un tiramisú.
Al filo del descanso el goleador bosnio sufrió una enajenación mental transitoria y cogió del cuello a Azpilicueta como si estuviera en Wrestlemania, así que el colegiado le mandó a la calle por roja directa. En la segunda mitad, Bosnia hizo buena aquella memez de Helenio Herrera de que «al fútbol se juega mejor con diez que con once» y arrasó a España en el arranque de la segunda mitad.
En el 49 Asenjo salvó un mano a mano, después de haberse llevado una costalada que paró el corazón a todos los que conocen su historial de lesiones de rodilla y de superación. España se sobrepuso al empuje de Bosnia con uno menos y Del Bosque, como suele ocurrir en este tipo de partidos, se puso a cambiar a medio equipo. Vamos, lo que va a hacer el PSOE después de pegársela en las elecciones.
El poste salvó a España en el 66 tras un remate de Duric y una mano soberbia de Asenjo también evitó el 2-2 tres minutos después. La Roja se había dejado comer por un equipo más hambriento y sufridor espoleado por su público. Oiarzabal, otro de los becarios de Del Bosque, tuvo en sus botas el 1-3 tras un gran pase de Denis Suárez, pero la echó fuera.
Pasaron los minutos y el partido se murió en otra ocasión del joven delantero de la Real Sociedad y con un gol de Pedro, que siempre está ahí, en el minuto 94. La España de los becarios demostró en el fútbol lo mismo que ocurre en la vida real: los becarios sirven para ayudar, pero nunca para hacer el trabajo de los profesionales de toda la vida.