Se impuso en cuatro sets (6-3, 3-6, 7-6, 7-6)

Nadal sigue imparable: vuelve loco a Kyrgios y se mete en cuartos en Australia

Rafael Nadal firmó el pase a los cuartos de final del Open de Australia, después de derrotar a Nick Kyrgios en una durísima batalla decidida en cuatro sets. El manacorense se medirá en la antepenúltima ronda a Dominic Thiem.

Nadal
Nadal celebra un punto ante Kyrgios. (Getty)
Nacho Atanes
  • Nacho Atanes
  • Redactor de deportes y canterano de OKDIARIO. Desde 2016 cubriendo la información de tenis. También baloncesto, fútbol, ciclismo y otros contenidos.

Rafael Nadal superó su primera gran piedra en el camino hacia el Open de Australia. La mañana del lunes despertó en España en medio de la conmoción, aún presente, por el trágico fallecimiento de Kobe Bryant, y la obligación del aficionado al deporte de estar pendiente de un nuevo encuentro de su gran ídolo. Rafa se medía a su enemigo íntimo, un Nick Kyrgios que dio la de cal con un gran partido en la Rod Laver Arena, pero no pudo acabar con la resistencia de un brillante Nadal, que se impuso en cuatro sets (6-3, 3-6, 7-6, 7-6) para citarse con Dominic Thiem en la antepenúltima ronda del Open.

Era un duelo esperado desde el sorteo del cuadro de hace más de una semana. Los octavos de final esperaban un duelo entre el número uno del mundo y el ídolo local, tenistas antagónicos en actitud y patrón de juego, pero considerados en el top de talentos de este deporte. Nadal y Kyrgios saltaron a la Rod Laver Arena dispuestos a darlo todo por el triunfo y el resultado fue uno de los mayores espectáculos de lo que llevamos de torneo.

Rafa, que comenzó el torneo al tran tran en busca de las sensaciones perdidas en la ATP Cup, se había colocado cercano a su velocidad de crucero en la primera semana, y se inició en el partido sin dar un atisbo de oportunidad a su rival. El balear estuvo perfecto a la hora de poner en práctica el guión del partido, sólido al saque y esperando al resto una oportunidad que llegaría en el cuarto juego, el segundo de servicio de un Kyrgios errático y que cedía la primera ventaja para el líder del circuito.

Ponerse con ventaja era clave para no alimentar el hambre de éxito de Kyrgios y sí la frustración de un tenista altamente inestable. A partir del break, Nadal sólo iba a ceder dos puntos a su servicio, algo que rápidamente se traducía en el finiquito de la primera manga, que adelantaba al héroe español en el partido.

Dominando con el revés y con la derecha en un cómodo segundo plano, Nadal se las prometía felices ante un Kyrgios que comenzaba a dar señales de frustración, pero mantener el saque de inicio en un juego kilométrico le dio alas al australiano, que poco más tarde sorprendía a Rafa con una rotura de servicio que iba a marcar el devenir de la segunda manga. Acostumbrado a servir por encima de los 215 km/h, Nick encontró el acierto deseado en un momento clave de partido y poniendo el turbo al saque y al resto –por descarte- ponía las tablas en el partido para júbilo de la afición.

Kyrgios despierta, Rafa perdona

Ganar a Kyrgios por la vía rápida parecía la opción más factible del encuentro, pero ahora que las cosas se habían puesto complicadas, el devenir del choque se convertía en una incertidumbre. La pelea de dos magos daba una mínima ventaja al más constante y ordenado, mientras que el hechicero de la locura se mantenía gracias a su apoyo en el primer saque y la incapacidad de Nadal de culminar sus construcciones con un break.

Rafa perdonó una y otra vez a Kyrgios, también por mérito del australiano –superpreciso en momentos clave– en un parcial de un nivel matrícula de honor y que honra la participación de ambos en el partido. Kyrgios, metidísimo en el choque, combinaba excentricidades controladas con una extrema mezcla de solidez desde el fondo y virtuosismo en la dejada, mientras Nadal, también brillante con sus golpes, no terminaba de dar con la tecla para derribar el muro.

El balear sólo tuvo una pelota de break, pero casi en cada juego contó con oportunidades, desaprovechadas, de apuntar a un quiebre que habría encarrilado el partido, pero los aces de Kyrgios llevaban la manga a un desenlace conocido por ambos: el tie break. Una vez ahí, Rafa golpeó primero y se hizo dueño de una ventaja que no iba a poder aprovechar, con Kyrgios anulando sus errores previos con aciertos que devolvían las tablas a la muerte súbita. La emoción se había convertido en constante y los errores –ambos se devolvieron dobles faltas en el momento decisivo– convirtieron la decisión en una lucha mental personal de la que, como no podía ser de otra manera, Nadal salió vencedor. Los cuartos de final estaban más cerca del número uno.

Cierre con suspense

El balance de Kyrgios en lo extradeportivo sumaba ya un warning por destrozar una raqueta y varios gestos de incredulidad ante lo que estaba pasando. Su partido era digno de mención una vez llegadas las dos horas y media de partido, pero una vez ahí, su cabeza dijo basta al máximo nivel competitivo, permitiendo un break inicial que dejaba a Nadal con todo de cara para finiquitar el choque. Rafa no estuvo brillante en lo que aprovechamiento de oportunidades se refiere, como en todo el partido, pero su nivel medio fue tan alto que por mera inercia se colocó con servicio para finiquitar el partido.

Un juego para el triunfo y un rival tocado, pero no hundido. El antiguo Kyrgios habría tirado el partido sin prácticamente oponerse, pero en esta nueva versión, renacido y concentrado, se valió de su mejor tenis, ese que no envidia a un solo tenista en el circuito, para quebrar el servicio de Nadal y poner las tablas en el luminoso del cuarto set. La situación volvía a tornar el partido en rocambolesco, Rafa volvía a perdonar en un encuentro que debió cerrar antes, y el tie break volvería a dictar sentencia y una vez ahí, como calco del anterior parcial, el silencio de la tensión iba a volver a favorecer a un Nadal épico que se abre paso entre los ocho mejores jugadores del Open de Australia.

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