Moyá, el secreto de Nadal para desactivar al bombardero Raonic
La prueba definitiva para confirmar el buen momento de forma de Rafael Nadal llega en los cuartos de final del Open de Australia. La antepenúltima ronda del primer Grand Slam del año esconde una trampa que el manacorense deberá superar para oficializar su candidatura a la victoria. Milos Raonic y su mortífero saque esperan a Rafa, que competirá con su tenis y con un arma secreta que puede ser clave para la victoria final.
La temporada 2017 trajo una novedad importante en el staff técnico de Nadal. El tenista español añadió a su grupo de trabajo a Carlos Moyá, un hombre de confianza con el que Rafa lleva años compartiendo confidencias dentro y fuera de la pista, buscando un plus en su juego y mentalidad de cara a dar el salto definitivo que le permita regresar al Top 3.
Moyá, además de ex número uno del mundo y campeón de Roland Garros, formó parte hasta el pasado mes de diciembre del grupo de Raonic, ejerciendo de asesor técnico del canadiense, una labor que le permitió pulir ciertos aspectos del juego de su entonces pupilo, que mejoró sustancialmente su consistencia desde el fondo de la pista trabajando con el balear.
Sin embargo, Raonic no cree que el hecho de que Moyá trabaje ahora con Nadal que sea diferencial a la hora de afrontar el duelo. «Carlos lleva con él una o dos semanas, y no creo que sea equivalente. Será una batalla entre él y yo, si se da el caso, y veremos como acaba», afirmó tras derrotar a Roberto Bautista.
A pesar de esta posible ventaja para Nadal, Raonic cuenta con un golpe en su repertorio para el que ni siquiera Moyá puede ayudarle. El servicio del canadiense está considerado como el mejor de los jugadores que pertenecen al Top 10 y los 93 saques directos que acumula en el torneo confirman una tendencia para la que Rafa debe estar preparado.
El brazo de Milos es capaz de funcionar al 100% en cualquier momento del partido. No importa que se trate del primer set o del cuarto, Raonic puede poner el cuentakilómetros a más de 220 y mermar la moral de su rival con cada ace. Ese es el pilar indiscutible de su juego, aderezado de una derecha y un revés que, en parado, pueden hacer mucho daño.
Paciencia a prueba de bombas
La estadística es clara. En este Open de Australia, el canadiense logra un servicio directo cada poco menos de seis minutos de juego. Restando los descansos y los juegos al resto –que suelen durar más por motivos obvios–, el dato gana aún más peso. Si sumamos a esta impresionante efectividad el hecho de que sus bombas son igual o más efectivas en los momentos calientes de partido, el resultado obtenido es un cóctel que explica por sí solo que Milos sea a día de hoy uno de los mejores tenistas del mundo.
Sabiendo de esta virtud de su rival, las bazas de Nadal se reducen a una buena lectura de los puntos y tener paciencia. Raonic es el cabeza de serie más alto de cuantos quedan vivos en el cuadro, pero el tenis mostrado está repleto de altibajos, como demostró Bautista, quién dominó en varios tramos del encuentro de octavos al gigante de origen balcánico. La consistencia mostrada por Rafa, que está pegando bien tanto de derecha –enorme noticia– como de revés, será clave para que las semifinales pasen a convertirse en una realidad.
Acercar a Milos a la volea, hacerle correr y forzarle mentalmente pueden ser finalmente las cartas ganadoras del duelo, pero lo verdaderamente importante, más aún en un encuentro al mejor de cinco sets, es que Nadal no pierda nunca la cara al encuentro por muchas bombas que reciba de su rival, solo así, y con la ayuda de Moyá, podrá desactivarle.