Nadal vence al futuro y confirma su candidatura en Australia
El tenis le tenía preparado un nuevo reto de dificultades universales a Rafa Nadal, y el español, como tantas otras veces, las menos en los últimos tiempos, se encargó de superarlo a base de coraje, fuerza y talento. El de Manacor se impuso al joven diamante Alexander Zverev en la tercera ronda del Open de Australia, en un partido que se fue hasta los cinco sets (4-6, 6-3, 6-7, 6-3, 6-2) y en el que Nadal demostró que está preparado para vencer a cualquiera.
En un comienzo clásico del partido contra un pegador, Rafa se fue sacando bolas de encima y tratando, sin éxito de quitarle la iniciativa a Zverev, que pronto empezaba a demostrar que quería participar de un partido épico. Un break en la primera tanda de servicio de Nadal iba a ser suficiente para que el joven alemán mantuviera el suyo y acabara decantando de su lado la primera manga, en la que la impotencia se apoderó del actual número 9 del mundo, que, sin embargo, no se iba a rendir.
Rafa sabía que era un partido clave, un encuentro similar al que le dejó fuera en el pasado US Open. Entonces y también en tercera ronda, el español sucumbió en cinco largos sets ante una futura estrella como Lucas Pouille. La historia frente a Zverev, un potencial número uno, tal y como reconocen el propio Nadal y su cuerpo técnico, empezaba poniendo contra las cuerdas las aspiraciones de volver a triunfar en un grande, pero la disposición y la eterna mentalidad ganadora permitían al manacorense igualar la contienda con una media hora de juego abrumadora.
La igualdad reinó en el tercer parcial, donde ambos dejaron notoriedad de su voluntad de asalto al Top-5. Mención especial al joven Zverev, cuyo revés cruzado oposita a convertirse en nuevo golpe de culto en el circuito. Rafa aguantaba con dignidad y peso, dominando y defendiéndose a partes iguales hasta llegar al tie-break, donde la determinación convirtió a Sasha en un demonio invencible y con un revés, cruzado, como no, dejaba contra las cuerdas a Nadal, que volvía a caminar en el alambre de la eliminación en un Grand Slam.
Como cabeza de serie número nueve, Nadal es un auténtico peligro en el cuadro de cualquier aspirante al torneo. Zverev estaba demostrando que lo es, que quiere reinar si no es este año será en los siguientes en Australia, a pesar de su condición de adolescente, pero enfrente tenía un muro. Con prácticamente todo en contra, Rafael se armó de coraje para romper el servicio de su rival y comenzar a construir tenis con el break inicial como pilar sobre el que edificar el asalto al partido en el quinto set. El partido era digno de semifinales.
Set de campeón y partido
Nadal optaba por escribir el mismo guión en el set definitivo y volvía a romper el servicio que Zverev deja caer a más de 200 km/h desde sus casi dos metros de altura. Lo más complicado ya estaba hecho, pero si el alemán está considerado como el gran candidato a dominar el tenis mundial cuando Djokovic, Murray, Federer y el español ya no estén es por algo. Con una paleta de golpes a la altura del mejor, un 0-40 ponía contra las cuerdas la ventaja inicial de Rafa, que levantaría con derechas portentosas los dos primeros puntos de break, pero al tercero midió mal, permitiendo la igualada en el marcador.
Eran momentos de tensión, pero mutando en un joven con ambición sin límites y voluntad de llegar a lo más alto por primera vez, Nadal se levantó una y otra vez de los bombardeos del alemán de origen ruso para, en el momento justo, confirmar un nuevo break que abría una grieta en el físico de su rival. Después del 3-2 llegó el 4-2 y cuando parecía dispuesto a reducir, Zverev se dio cuenta de que a Rafa ya nadie lo iba a parar.
Un nuevo juego para el balear le ponía merecidamente sirviendo para el partido. Y ahí disfrutó, recordó sus 14 entorchados de Grand Slam y decidió que quiere poner uno más en el marcador. No será fácil, pero la furia de Rafa tratará de hacer posible el más difícil todavía. La primera gran batalla ya está ganada.