Rafa Nadal se mete en cuartos de Australia y sigue soñando en grande
Rafa no duda, mira al frente y solo encuentra la final del Open de Australia. El camino es largo, pero su tenis y su cabeza siguen permitiéndole soñar tanto a él como a sus incondicionales aficionados. En la batalla de los octavos de final del primer Grand Slam del año, Nadal se impuso a Gael Monfils por 6-3, 6-3, 4-6 y 6-4 en un encuentro dominado por el juego del manacorense, que no se dejó llevar por lo imprevisible de su rival número seis de la clasificación ATP.
Conocedor del dominio en el cara a cara con su rival, Nadal no se fió de esta teórica ventaja –venía de ganar 12 de sus 14 duelos directos– y se centró en el presente, construido con una cabeza fría que recuerda a la de sus mejores tiempos y un físico a la altura del juego desplegado hasta ahora, que también es notable. Así, Rafa no tardó en hacer el primer break del partido y colocar una ventaja corta pero infranqueable para un Monfils que no tuvo prácticamente opciones de dañar al español en el primer set, cerrado en 6-3.
Con una tónica algo distinto pero mismo resultado, que al final es lo que importa, se fraguó la segunda manga. Monfils, que había empezado jugando a una velocidad más lenta para forzar a Nadal a tomar la iniciativa, comenzó a soltar el brazo y subir a la red con mayor frecuencia, a saltar, a hacer dejadas y en definitiva, a ser él mismo.
Así logró responder a un nuevo break tempranero de Rafa, que no se descentró lo más mínimo y le devolvió la rotura en el juego siguiente en pleno punto de inflexión del set. El bueno de Gael había comprobado que la marcha más intensa de su juego había inquietado a Nadal, pero un nuevo 6-3 subía al marcador y él estaba más cerca de poner rumbo a Francia que a los cuartos de final.
Después de hacer de los breaks algo habitual, beneficiando sobre todo al balear, la solidez marcó el tercer set, con alternativa en el dominio según el portador del servicio hasta llegar al 4-4, donde un apagón de Nadal provocó el break y primera ventaja en un parcial para Monfils, que pedía calma al público antes de servir para hacerse con la manga.
Quedaba mucha tela que cortar pero Rafa, que tuvo cuatro bolas para volver a hacer un contrabreak, no pudo aprovechar las oportunidades que le brindó Monfils. Dos latigazos del francés enviaban el encuentro al cuarto set.
Reacción de campeón
La tormenta francesa estaba desatada y barrió todo lo que había amontonado Nadal. A base de martillazos y carreras inverosímiles, Monfils metió al público en el partido y demostró que él nunca se había ido. Para colmo, Rafa vio prolongado su apagón del tercer set y así cayó el primer break del cuarto, en su contra. Con 4-2 y todo en contra, Nadal buscó un juego más ofensivo para volver a intimidar al bueno de Gael, que campaba a sus anchas hasta la llegada de un banana shot marca de la casa que iba a suponer mucho más que el vigésimo winner del español.
Ese golpe, sintomático de plenitud para Rafa, le llenó de confianza el depósito para afrontar el encuentro de tú a tú otra vez. El campeón de 2009 había vuelto al partido y el cuarto set había pasado de tener dueño a estar cerca de decantar el partido. El viento soplaba a favor de Nadal y ya no iba a cambiar de rumbo. Los nervios hicieron acto de presencia en la figura de Monfils y el tenis español volverá a tener a su gran estrella en cuartos de final. Rafael Nadal sigue avanzando en Australia.
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