Al Madrid se le escapa vivo el City
Con el himno celestial de la Champions como hilo musical, palpitaban los corazones de los jugadores del Real Madrid y del City con el arte con que un sevillano bate las palmas. Pero sin Cristiano Ronaldo.
Sobre el césped del Etihad, estrellas y millones posaban para las cámaras con la mirada fiera del gladiador en la arena del Coliseo. Pero sin Cristiano Ronaldo.
La liturgia de la competición mejor inventada del deporte mundial precedía a un duelo imprevisible, con dos equipos capaces de emocionarte o de sacarte de quicio, incluso en el mismo partido. Pero sin Cristiano Ronaldo.
Zidane no tenía conejos en la chistera, así que estaba dispuesto a poner a jugar a su once preferido. Pero la baja de Cristiano era como el iceberg que se cruzó en el camino del Titanic: inesperadamente peligrosa. Lucas Vázquez, rápido, obediente, disciplinado, incisivo, canterano y descarado, ocupaba el puesto del crack luso en el once del Real Madrid. Enfrente, la fórmula del Ingeniero Pellegrini era sencilla: músculos de ébano en el centro del campo –Fernando y Fernandinho–, más velocidad con talento arriba: el Kun Agüero y De Bruyne.
No parecía un duelo sometido a los rigores de la pizarra. Ni Pellegrini por incompetencia ni Zidane, porque aún está en prácticas, pueden ser tildados de grandes estrategas del fútbol. Son entrenadores de sentido común, que se echan a un lado como una buena primera dama y ceden todo el protagonismo a sus futbolistas.
De salida, el Real Madrid disponía un 4-1-4-1, con Casemiro en el eje y la línea de cuatro por delante bastante adelantada: Bale-Modric-Kroos-Lucas. Arriba, Benzema merodeaba cual gato sigiloso entre los bigardos centrales del City. El ritmo del juego no era ni demasiado lento, ni demasiado rápido. Antes de ponerse a nadar, ambos equipos preferían tener la ropa a buen recaudo.
Un partido como España: sin Gobierno
El peligro del City estaba en los desmarques del Kun, pero Pepe intentaba mantenerle a raya. Los Fernandos imponían sus cuerpazos en la batalla del centro del campo pero, como el Gobierno de España, el partido no tenía dueño. Al Real Madrid le faltaba algo de precisión con la pelota y el City seguía su plan habitual: improvisar hasta que el balón le llegue a uno de los buenos.
Una carrera espeluznante de De Bruyne enseñó las costuras de Pepe y podría haber acabado mal para el Real Madrid si el fontanero Casemiro no hubiera tapado la fuga de agua. Los de Zidane sobrevivían a los primeros 17 minutos en el Etihad, pero necesitaban que la pelota les durara algo más. Una buena galopada a la contra de Bale, tras un despiste de Clichy, puso en apuros al City, pero su centro defectuoso no encontró rematador. Claro, faltaba Cristiano.
Colectivamente, el Real Madrid defendía como un acordeón, pero la amenaza del Kun no era precisamente fantasma. Y la de De Bruyne, que volvió a retratar a Pepe en una maniobra en banda que le costó al central luso una amarilla merecida. Empezaban a sufrir los azul marino y Çakir perdonaba la tarjeta a Sergio Ramos. El City encerraba al Real Madrid en su área sin un juego fluido, pero con jugadores de talento enorme, sobre todo De Bruyne, indetectable para la zaga madridista.
El Madrid empezaba a sentirse demasiado incómodo, como Errejón en Podemos, y sus dos delanteros no habían comparecido aún al partido. Los de Zidane empezaban a parecer un equipo inofensivo y eso le daba al City alas para crecerse. A los 35 minutos el partido seguía sin tener áreas. Si no fuera una semifinal de Champions, podría tildarse técnicamente de truño.
Lesionado Silva, cojo Benzema
A los 38 cayó lesionado Silva y, como Pellegrini no tenía a Nasri, sacó al joven velocista Iheanacho. Tampoco estaba fino Benzema, que renqueaba por el césped del Etihad, lo que dejaba a Bale solo ante el peligro. Y para el peligro. El francés pedía a gritos el cambio y el Real Madrid necesitaba un centrocampista más: Isco, James o Kovacic, el que más le gustara a Zidane. Aun así, el primer tiempo moría en el área del Manchester City.
En el segundo entraba Jesé por Benzema. Zidane no variaba un ápice su planteamiento ni su meritocracia. Isco y James flipaban en el banquillo. El Kun daba el primer aviso a los 40 segundos de la reanudación, pero su disparo desde la frontal se marchaba alto. Respiraban los madridistas. En el 47 Bale reclamó un penalti porque se trastabilló ante Otamendi. Eso, salvo que sea a favor del Barça, no es penalti.
Dominaba el Real Madrid con Carvajal y Marcelo convertidos por fin en extremos y ensanchando mucho el campo. Pudo marcar Ramos el primero con un cabezazo poderosísimo que le salió demasiado centrado y acabó en las manos de Hart. Era el minuto 54 y los de Zidane empezaban a crecer en el Etihad. El City se encogía como una camiseta lavada en agua hirviendo.
De Bruyne volvía a hacer de las suyas cuando el partido frisaba los 60 minutos. El indetectable delantero belga era un dolor de muelas para Pepe. Pero el Real Madrid estaba decidido a echarse al monte. El City sólo vivía de las pérdidas de balón de los de Zidane y de la búsqueda incesante de Agüero y De Bruyne.
Un palo para el Madrid
Un disparo lejano de Kroos en el 65 premiaba el notable partido del alemán y mandaba otro aviso a los de Pellegrini, que penaba en el banquillo con su mirada triste. Y a los 70 pudo marcar Jesé después de un centro tocadito de Carvajal desde la derecha, pero el cabezazo del canario se estrelló contra el travesaño. Al Madrid se le escapaba un gol que habría valido oro. Y a fe que lo estaba mereciendo.
El partido era del Madrid sin ninguna discusión. Bale pecó de egoísta en el 74 y su disparo con rosquita se marchó desviado. También cayó Lucas Vázquez dentro del área ante Otamendi, pero Çakir, el fan de Messi, no pitó nada. Otra cosa es que hubiera sido Neymar el caído, pero por empujones menos graves se han pitado penaltis.
Los de Zidane se merecían un gol más que Rafa Nadal ser el abanderado de España en los Juegos de Río. Un cabezazo de Casemiro en el 78 lo sacó Hart con el pie, con más fortuna que agilidad. Era increíble que el Real Madrid no hubiera marcado ya. Tampoco lo logró Bale con una falta sobre la línea de la frontal. Ni Pepe en boca de gol, que remató al cuerpo de Hart un gol cantado. Ni Higuaín en sus peores tiempos.
En el último minuto una maniobra de De Bruyne acabó en una falta que heló la sangre al madridismo. Con el tiempo cumplido, el belga iba a sacar el lanzamiento lateral. Disparó directo a puerta y Keylor Navas desvió a córner. Çakir, fuera de tiempo, dejó sacar el córner. Pasaba más de un minuto del añadido marcado por el turco, que dejó sacarlo y señaló el pitido final.
Al Real Madrid se le escapaba vivo el City en un segundo tiempo de fútbol y poderío. Pero así es la Champions: el que perdona, lo paga. Y, como diría Matías Prats, permíteme que insista: sin Cristiano Ronaldo. Pero al equipo de Zidane siempre le quedará el Bernabéu. Allí será otra historia y allí, aunque sea escayolado, sí estará Cristiano Ronaldo.