Con Keylor igual se me fue la mano

Keylor Navas
Keylor Navas se marcha del Real Madrid al PSG.

El adiós de Keylor Navas al Real Madrid después de cinco temporadas, tres Champions, muchas paradas y alguna cantada que otra, es la marcha de un buen portero, pero sobre todo de una gran persona. Puede que no esté entre los diez mejores del mundo, pero su huella en el vestuario será imborrable.

Nadie ha sido más crítico, más ácido y más duro con Keylor Navas que un servidor. Lo reconozco: me desesperaba. Me ponía enfermo su nerviosismo bajo los palos, su cara de pánico, sus resoplidos antes de atacar una pelota. Me transmitía una terrible sensación de inseguridad y de miedo. He llegado a rezar un padrenuestro en cada córner que concedía el Madrid. Soy así, creyente y cagón. No lo puedo evitar.

Pero mis críticas –a veces desmesuradas en mi desmesura– a Keylor Navas no me impiden ver el bosque de su calidad como portero, especialmente bajo los palos. Tampoco soy ajeno a su enorme humanidad, que me han transmitido por activa, por pasiva y por perifrástica quienes le han tenido cerca en el vestuario en todo este tiempo.

«Si le conocieras, te enamorarías de Keylor», me dijo una vez uno de sus mejores amigos en el vestuario. No llegué a conocerle, pero ahora en su despedida siento que igual se me fue la mano. Sigo pensando que hay una docena de porteros en el mundo mejores que él –Ter Stegen, Oblak, Kepa, Lloris, De Gea, Alisson, Trapp, Neuer, Leno, Buffon, Donnarumma o Cillesen– pero desde luego Keylor Navas ha defendido la portería del Real Madrid con dignidad, con sus aciertos y sus errores.

Pero lo más importante es que Keylor ha sabido soportar la enorme presión que supone ser el portero titular del Real Madrid. Ha aguantado las críticas (incluso las que llegaban desde dentro del propio club) con una entereza propia de un santo. No es fácil soportar el fuego amigo, que se lo digan a Casillas.

Keylor se ha comportado como un profesional intachable en las buenas y en las malas y ha sido un ejemplo para sus compañeros. Con su marcha el Real Madrid pierde un buen portero pero, sobre todo, una gran persona. Y en eso, según dicen quienes le conocen, sí que es un número uno del mundo. Que le vaya bien. Se lo merece.

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