Champions League: Roma - Barcelona (3-0)

Humillación y K.O. histórico del Barça en Roma

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Los jugadores de la Roma celebran incrédulos su triunfo ante el Barça. (AFP)
Francisco Rabadán
  • Francisco Rabadán
  • Redactor jefe de deportes. He tenido la oportunidad de cubrir dos Juegos Olímpicos, varios Mundiales de distintas disciplinas y algún que otro All-Star de la NBA con los Gasol. De Córdoba y sin acento.

El Barcelona se hundió en Roma protagonizando un K.O. histórico por 3-0. Los culés apenas consiguieron salir de su propio campo en todo el partido y fueron derrotados por unos italianos liderados por un mayúsculo Dzeko. El tanto de Manolas en el minuto 81 consolidó una de las remontadas más históricas de la Champions después del triunfo azulgrana en la ida por 4-1.

La derrota deja muy señalado a un Ernesto Valverde que jugó tacaño, hizo los cambios tarde y que no supo modificar el guión en el descanso. Además Leo Messi apenas apareció en una noche en la que se le necesitaba sobremanera haciendo que los culés vuelvan a caer otra vez en cuartos –como el año pasado ante la Juventus– y curiosamente encajando otro 3-0 en esta ronda.

La Roma salió a morder al cuello a un Barcelona que ya se daba por semifinalista. Con el impulso de un Estadio Olímpico lleno hasta la bandera, los italianos esbozaron bien pronto su plan: presionar en el campo culé y buscar a Dzeko como pivote. Los locales se encontraron con un pronto premio para poder seguir alimentando su sueño de la remontada.

En el minuto 5, el veterano De Rossi vio el desmarque del delantero croata y dio un pase largo al hueco. Dzeko se aprovechó de una indecisión de Umtiti y Jordi Alba para imponer su físico y perforar a Ter Stegen a su salida. El Barça se vio muy cerca del abismo en unos minutos en los que la Roma perdonó ocasiones y donde hasta Messi se tuvo que arremangar a defender.

El checo Schick tuvo a la media hora la más clara para la Roma tras rematar de cabeza un centro y cruzarlo en exceso evidenciando la superioridad de los romanistas en el juego aéreo. El Barça estaba irreconocible. Atrincherado en su campo con posesiones largas y recurriendo a los balones largos cuando la presión local se hacía asfixiante. Nainggolan devoraba físicamente a todos los medios visitantes.

La mejor noticia para los culés fueron las amonestaciones por exceso de excitación de Fazio y Juan Jesús antes del descanso. El Barcelona necesitaba respirar y pensar en un plan para zafarse de la presión de unos italianos que jugaban al all in en cada acción.

El Barça seguía en la UVI

El descanso, sin embargo, no cambió la cara de un Barcelona que continuó sufriendo. Los culés seguían atrincherados en su propio campo y no podían conectar con un Messi que estaba desaparecido. La Roma volvió a su plan inicial filtrando balones a un Dzeko que ganaba cada partida a Piqué y Umtiti.

En uno de esos balones, el bosnio fue avanzando con Piqué colgado al hombro consiguiendo recortar con dentro del área y sacándole al central culé un penalti inapelable. De Rossi anotaba un gol que hacía justicia a lo que se veía en el campo: una Roma agresiva y con mordiente y un Barça secó en lo físico y lo mental.

Pero la traca final de los locales hizo que el Barça se arrinconase y evidenciase que están muy lejos de su mejor de forma. De Rossi, de cabeza en el 68 perdonó, el tercero, mientras que 10 minutos después Ter Stegen obraba el milagro sacando una mano increíble a un remate acrobático de Al Shaarawy.

Los culés estaban tocados y hundidos y a la tercera que tuvo la Roma no perdonó el tanto que desniveló la eliminatoria. Manolas, el líder de la adelantada defensa romanista, se adelantó a toda la defensa culé al primer palo en un córner para acabar con el Barcelona.

Valverde reaccionó mal y tarde abandonando su racanería apostando por Dembélé y Alcácer. El Barça, sin embargo, fue incapaz de rematar a puerta en los 10 minutos que estuvo volcado sobre el marco rival. Los culés sufrieron una derrota histórica ante un rival de menor calado que creyó siempre en su triunfo y que ganó por arrestos. Esta eliminación entra en las páginas más oscuras del barcelonismo.

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