FÓRMULA 1

Fernando Alonso, tercer mejor piloto de la historia de la Fórmula 1

Fernando Alonso
Fernando Alonso celebra su victoria en Valencia 2012 con Ferrari. (Getty)
Ignacio L. Albero

Toda una carrera balanceándose como un auténtico funanmbulista entre el respeto, la admiración y la crítica. Sus años más lúcidos crearon una religión nacida de tierra no conquistada, que se fue oscureciendo, tornando a secta, por los del otro lado: sus ahora llamado ‘haters’. Es una verdad indudable, científica, que las manos de Alonso son comparable a las del cirujano Pedro Cavadas. Sus dos campeonatos provocaron un transplante en una afición española que había olvidado a los cochecitos.

Un estudio de la Universidad de Sheffield ha concluido que Fernando Alonso es el tercer mejor piloto de la historia de la Fórmula 1. ¿Cómo puede ser esto con los ‘insignificantes’ dos Mundiales del astur? Fácil: el doctor Andrew Bell ha basado su análisis en el talento personal por encima de la siempre confusa mecánica. Así las cosas, Juan Manuel Fangio sería el mejor piloto de la historia de la Fórmula 1; Alain Prost, el segundo.

Los datos arrojados colocan al español como las mejores manos de la parrilla actual por delante de Sebastian Vettel, décimo; y Lewis Hamilton, undécimo. ¿Y Senna? La leyenda brasileña es el quinto mejor piloto de la historia, superado por Jim Clark. Jackie Stewart, Nelson Piquet y Emerson Fittipaldi siguen en la lista hasta llegar a Michael Schumacher, 9º, al que condicionó su época ulterior en Mercedes. Caso curioso: Niki Lauda no está ni en el top 100. Pero, ¿cómo ha llegado Fernando a ser el tercero?

Hasta la aparición del chaval de Oviedo, Michael Schumacher aburría a los tímidos espectadores que se asomaban al televisor esperando que al Kaiser se le cayera la corona y a Jean Todt se le borrará la sonrisa. Hasta que un 24 de agosto de 2003 todo cambió para España, y sobre todo, para la historia de la Fórmula 1. Como diría Piqué: gracias Hungría, contigo empezó todo. Un chaval que coqueteaba con el acné y se subía a su Renault con el combustible de la victoria corriendo por sus juveniles venas. Quizá hubiera preferido sidra, pero el baño en champán seguro que supo mejor que el elixir de Pelayo.

2 Mundiales, 3 subcampeonatos, 32 victorias, 97 podios, 22 poles, 21 vueltas rápidas y 254 carreras comenzadas. Una trayectoria pintada de todos los colores: Minardi, Renault, McLaren y Ferrari. Dos regresos: a Renault y McLaren. El francés fue buscando el afecto que no le dio Ron Dennis; el británico, que siempre fue su primer amor, buscando un final como campeón. Un matrimonio de conveniencia actual a la espera de que Honda impulse sus sueños.

¿Cómo ha llegado Alonso a ser el tercero?

Pero, ¿cuál es realmente el legado de Fernando Alonso? La herencia será la de pelear con las manos cortadas y seguir empujando con los dientes. Sus errores en el ajedrez de elegir escudería han desembocado en una auténtica galería de elogios a sus imposibles hazañas con coches lejos de ser los mejores de la parrilla. Desde 2007 (McLaren) no siente lo que es realmente volar más rápido que el resto, mecánicamente hablando.

Ferrari fue un sueño hecho real que con los años se convirtió en una pesadilla. Cómo le pasó en su momento a Spiderman: empezó rojo… y acabó negro. Cinco años que, realmente, le convirtieron en leyenda. Un Red Bull ampliamente superior a las máquinas de Maranello sufrieron para batir a Fernando Alonso. Un orgullo para él que ‘sólo’ llenó su estantería con tres subcampeonatos. Y como diría Senna: “El segundo es el primero de los perdedores”. Fue ese ilusionismo el que engañó a todos del verdadero rendimiento de Ferrari. La culpa del hundimiento a plazos de los italianos fue, en gran parte, suya.

En el túnel del semifracaso, de la mediocridad dibujada con podios y victorias esporádicos, se hallaba sentado Alonso plagado de inseguridades. Un lugar, Maranello, cómodo para cualquier piloto… pero no para Alonso. Volver a ganar un Mundial parecía un imposible en la inventada era híbrida que tanta indigestión provocaba en Ferrari. De repente apareció aquel olvidado primer amor mandando cartas de reconciliación tras un pasado nebuloso cargado de celos y enfados. Alonso nunca quitó de su cabeza ese geométrico kart que su padre pintó con los colores de la leyenda británico-japonesa.

Una época turbia que sólo podría olvidar con la linterna de larga distancia que había encendido Honda en su sótano. El resto, ya saben, es historia. Tras un año de sueños (y miles de motores) rotos, McLaren-Honda junto con Fernando Alonso buscan ansiadamente volver a la cima que ahora domina la estrella de tres puntas. Es el combustible que alimenta a esta frágil relación que necesita de la victoria para mantener la llama del amor. Porque Alonso siempre tendrá el respeto, los elogios y el cariño de una afición que le idolatra. Es, tal vez, el tercer mejor piloto de la historia. Pero un trípode de Mundiales certificarían el final de una leyenda en apuros que, como buen minero, ansía encontrar el metal perdido.

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