Felipe dirige la séptima sinfonía del Madrid (89-75)
El Real Madrid se hizo con una victoria más en su camino en la Euroliga al imponerse a Unics Kazan por 89-75 en un encuentro gris en el que el oficio de un inmenso Felipe Reyes y una racha de Carroll sirvieron para llevarse el gato al agua, a pesar del buen hacer de Parakhouski, que lideró a los rusos. El equipo de Pablo Laso se coloca con un récord de 7-2 y estará, una semana más, en la zona de privilegio de la clasificación.
En un partido con más de tres días de descanso de por medio, algo poco habitual últimamente, el Real Madrid empezó como tantas otras veces, haciéndolo fácil en ataque pero poniéndolo también fácil en defensa. En este contexto los puntos se sucedían sin que ningún equipo se despegara –por exceso– en el marcador, pero con Gustavo Ayón comenzando a opositar a dueño de las zonas del Palacio una noche más.
El Madrid, coincidiendo con la entrada de Rudy, subió una marcha en defensa y amagó con poner las primeras piedras del muro de la victoria gracias a una circulación de balón que tuvo en Maciulis al principal ejecutor, aunque también asistente de Randolph, que levantó al público de sus asientos con un mate marca de la casa antes del final de cuarto (25-17).
El acierto en ataque era cosa del pasado, y el partido se trasladó al barro, donde la igualdad se hizo manifiesta haciendo bueno el Madrid el pequeño colchón del cuarto inicial. Unics no estaba demostrando gran cosa más allá de Parakhouski, un armario que no cesó en su producción hasta que por cansancio acabó en el banquillo.
El juego continuaba y con él los destellos que evitaban que los espectadores del Palacio no cerraran los ojos. De nuevo Randolph y sus vuelos –uno legal, el otro con el juego parado– se hacían notar, pero el efectivo Colom, con tres tiros libres, acercaba a los rusos a solo tres puntos. El público comenzó a hacerse notar, consciente de las primeras dificultades de los suyos, y a pesar de que el rendimiento de los suyos no era el deseado, volvieron a alucinar con la enésima canasta inverosímil de Llull, esta vez desde más del centro del campo, pero una centésima después de que sonara la bocina. Lástima.
La tónica del partido no cambió a la salida de vestuarios y los fallos se repetían en bucle y en ambos aros para desesperación de ambos técnicos. Sin prácticamente darnos cuenta el atasco había convertido a Unics en el líder del luminoso de manera esporádica, pues Rudy, por partida doble, y Felipe aparecieron para devolver las cosas a su sitio.
Felipe y Carroll, decisivos
El capitán, que instantes antes se había confirmado como el quinto máximo anotador de la historia de la Euroliga, mostró su variado catálogo actual para convertirse en estilete de la recuperación merengue. Hunter y sus recién estrenadas trenzas se unieron a la fiesta barriendo todo lo que pasaba por el aro rival. Menos brillante, pero este sí era el Madrid (62-55).
Uno que no había aparecido hasta entonces, Carroll, lo hizo en doble capítulo y en su mejor escenario, la línea de tres puntos, para anular el poderío de Parakhouski, que necesitó de una nueva lección del de Wyoming en forma de 2+1 para entender que no se podía llevar el partido a cuestas a Rusia.
El acierto de Orlando Johnson volvió a meter a Unics en el partido, demostrando que en Euroliga no hay equipo asequible, pero Llull y Rudy, con dos lanzamientos de tres, volvieron a poner los diez de ventaja en el marcador. Con el ritmo más bajo y la victoria cerrada, Felipe siguió sumando números mientras Randolph convertía el Barclaycard Center en el Circo del Sol con su enésimo número por encima del aro para poner el cierre a una noche gris en la que los detalles y el capitán le dieron su séptima victoria al Real Madrid.