Este Madrid necesita a Neymar
Este Madrid necesita a Neymar. Y si pudiera ser, a Pogba. El equipo de Zidane, descosido por el medio y sin imaginación arriba, empató ante el Valladolid en un partido en el que insistió con sus ataques al área pero no tuvo puntería. En realidad, fue el clásico partido que con Cristiano Ronaldo sumaban tres puntos y a otra cosa. Desde que el luso se fue, la sangría de puntos del equipo blanco es salvaje. Esto sólo lo arregla Neymar.
Jugaba James. Más de dos años después de su último partido con el Real Madrid el colombiano volvía al Bernabéu. Era como si el tiempo no hubiera pasado en la casa blanca. Con Hazard lesionado y a falta de fichajes de relumbrón que celebrar, la parroquia madridista prefería aferrarse a lo antiguo, como alguien que se vuelve a poner unos pantalones olvidados en el armario y ve que le siguen quedando como un guante.
También jugaba Bale. Manda narices. Zidane le dijo que se buscara equipo y Bale le puso poco interés. El galés se hizo el sueco. El Real Madrid también tira más que dos carretas. Al final ha ido aguantando como un nominado de Gran Hermano y se ha salvado de la expulsión. Era titular. Y formaba dentro de estos once: Courtois; Carvajal, Varane, Ramos, Marcelo; Casemiro, Kroos, Isco; James, Benzema y Bale.
De salida dominó el Madrid pero con un Valladolid descarado. Isco y James mezclaban como el jamón y el queso en un sandwich. El malagueño se la puso a Bale en el minuto 7 para marcar en el área pequeña pero el galés la pegó picuda. Y repitió el galés ocasión dentro del área pero le pegó con el exterior y el remate lamió por fuera el palo derecho de Masip.
Asediaba el Real Madrid y se defendía el Valladolid entre el orden y el ánimo. James rozó el 1-0 al filo del minuto 20 pero su disparo con el interior se marchó desviado como los presupuestos de un ayuntamiento de Podemos. También la tuvo en su cabeza Benzema a centro de Carvajal, pero su testarazo se marchó defectuoso y bombeado.
Sobrevive el Valladolid
A los de Zidane se les escapaban los minutos camino del descanso mientras el Valladolid reforzaba sus posiciones defensivas. El resultado le daba la razón a Sergio. Pero no por ocasiones. El Real Madrid sumaba y seguía. James la tuvo en su cabeza en el 33 después de un buen centro de Isco. Y de nuevo James con el pie y luego Bale con la cabeza. Los de Zidane atacaban por tierra, mar y aire.
Era un milagro que el Valladolid llegara al descanso con su puerta incólume. Pero llegó. Y en la reanudación Zidane no movió ficha. Aguantó con los mismos once que habían acorralado al Valladolid sin premio. Los de Sergio se vinieron arriba en la reanudación y llamaron un par de veces a la puerta de Courtois. Nadie les abrió.
Al Madrid se le atascaba el partido y reaccionó Zidane: metió a Vinicius por James, cambio facilón e inmerecido. El colombiano había sido de los mejores del Real Madrid y así lo premió el público del Bernabéu. Pero pasaban los minutos y los blancos alcanzaron la hora de partido sin encontrar el gol.
Vinicius agitó el avispero de la zaga pucelana sin premio. Algo (no mucho) espabiló Benzema, que vio el cielo abierto al lado del brasileño. El asedio del Real Madrid seguía siendo inútil. Zidane, exigido por el marcador y por un Bernabéu impaciente, metió a Jovic por Isco. El Real Madrid pasaba a un 4-4-2 con Bale y Vinicius en los costados y con Benzema y Jovic arriba.
Aprieta el Madrid
Precisamente Jovic compró todas las papeletas para el 1-0 con un remate de cabeza plástico y acrobático. La escuadra de Masip evitó el tanto. Resistía a duras penas, pero resistía, el Valladolid. E incluso pudo empujar Sergi Guardiola el 0-1 en el área pequeña del Real Madrid si no se hubiera equivocado de pierna.
Y entonces apareció Benzema. El francés recibió una pelota suelta de Casemiro en el borde del área y de primeras hizo un control, se giró y la puso al palo contrario de Masip. No necesitó ni tiempo ni espacio. Controló y marcó. Fue un golazo. Se lo merecía Karim y el Real Madrid. El Bernabéun estalló en un grito liberador. Era el minuto 81.
El Real Madrid tardó una eternidad en encarrilar el partido y un suspiro en que se lo empataran. Lo hizo Sergi Guardiola en un mano a mano a la contra con Courtois. Se la metió por debajo de las piernas después de que Carvajal estuviera fuera de sitio y nadie corrigiera su error. El Madrid estaba a punto de morir en la orilla.
Murió. No les dio tiempo a los de Zidane a enderezar un partido que les nació torcido. No pudieron. No supieron. La demostración de impotencia de los de Zidane demuestra, una vez más, que el Real Madrid necesita a Neymar como el comer.